La violencia en la Sociedad

Los niveles de violencia en nuestra sociedad merecen distintos análisis. Violencia de género, violencia en el tránsito, violencia en los adolescentes, violencia familiar, y hasta el delito violento es una categorización más grave que el delito en sí. En Rosario se atiende a un chico cada dos días en el hospital de niños por mal trato; ese único dato nos detalla cómo estamos inmersos en una escalada de violencia.

En este contexto es que hablamos de violencia en el fútbol con los condimentos propios de un sentimiento muy popular que hace rato pasó a ser un gran negocio.

Un fútbol que ya no es lo que conocimos

El fútbol es pasión y sentimientos en los hinchas que se identifican con su cuadro, para el resto de los actores, salvo excepciones, sólo representa un gran negocio. Esto último no siempre se relaciona con actividades lícitas. De hecho, en muchas ocasiones, se vincula a accionares ilegales, a la violencia, al delito fiscal, al lavado de dinero, etc.

La cada vez más importante presencia de “las barras” en cada uno de los clubes de fútbol queda reflejada en el mayor nivel de incidencia que tienen en la vida institucional de sus respectivos equipos.

Como ejemplos pondremos solamente dos de los muchos casos que existen: el primero, lo que sucede en Independiente ante la determinación del actual presidente Cantero de terminar con la barra (compromiso que había quedado reflejado en la propia campaña electoral). Aquí quedó evidenciada la soledad en la que estaba en esa cruzada. Más allá de fotos de ocasión o respaldos de formas, no hubo un accionar concreto de la AFA o de los poderes públicos orientados a acompañar la valiente decisión del presidente. Quedó claramente marcado que la barra no era un grupo de hinchas calificados (como se los ha mal llamado desde los medios de comunicación) y que en realidad eran, y son, un factor de poder con vínculos concretos con las fuerzas de seguridad y con actores políticos o sindicales.

El segundo caso es el de las elecciones en Rosario Central en 2006. Me tocó ser protagonista de las mismas en mí calidad de candidato a vocal por la lista de la agrupación “Crece” y pude ver cómo, por accionar de la barra, durante las horas de la tarde -cuando las elecciones se suponían parejas- se habilitó a votar sin acreditar pertinentemente la identidad. ¿Alguien puede imaginar que una comisión que fue electa, en parte por la actuación de la barra, puede luego no estar en algo condicionada o afectada por esta?

Negocios y más negocios

Las barras ya no son lo que eran y las peleas intrabarras solo se explican por los importantes negocios que las mismas desarrollan. Antes la gran mayoría de las peleas o enfrentamientos se daban entre barras de distintos clubes, ahora ya no es siempre así. La venta de entradas, formales o no, la venta de banderas y gorros en el mismo estadio y en sus afueras, el estacionamiento de autos, las confirmadas relaciones con el narcotráfico, y la representación de jugadores son parte del botín que estos delincuentes, disfrazados de hinchas, llevan adelante. Todo esto posible, por supuesto, gracias a la complicidad mediante de dirigentes, policías y un Estado que mira para otro lado.

El narcotráfico se mezcla con el fútbol de distintas maneras. No son pocos los líderes de barras que comercializan sustancias ilegales y que construyen su poder mediante ese ilícito. No asombraría ver a un barra en un auto de alta gama, por ejemplo. Otro aspecto, que siempre está al costado del noble deporte, es la posibilidad de blanqueo de dinero, una obsesión para los que dirigen las organizaciones criminales, que el fútbol viene a solucionar.

En las cercanías de Rosario tenemos un caso que es paradigmático y que todos sabemos que no es el único. El del señor Patricio Gorosito, que llegó a construir el Club Real Arroyo Seco, ante la mirada de toda su ciudad y la zona donde mostró el crecimiento fabuloso de su patrimonio. El club luego lo compró Rosario Central por intermedio de Horacio Usandizaga. Hoy Gorosito está preso en España por narcotráfico a partir de una investigación realizada en Europa.

Hay una arqueología del sentimiento futbolero, una evolución histórica y paralela a la transformación de la pasión de multitudes en negocios enormes de muy pocos.

Democratizar la AFA y los clubes

Si algo demostró la cruzada de Cantero en Independiente es la hipocresía que reina en este tema, en el que nadie quiere admitir su complicidad o su negligencia para afrontar una realidad que ya costó varias vidas.

Es inevitable ocuparnos de quien conduce, desde hace décadas, los destinos de la AFA, el señor Grondona. El mismo que supo ser funcional a la dictadura y logró tener excelentes relaciones tanto con Menem como con los Kirchner, tanto con De la Rúa como con Duhalde. Una organización que nunca se democratizó y que se presenta opaca y sin rendir cuentas a nadie.

En paralelo a todo esto, personajes cercanos al gobierno, como el kirchnerista Marcelo Mallo, crearon en el año 2009 la “ONG” Hinchadas Unidas Argentinas. El proyecto implicó pagarle a 250 barras bravas el viaje a la Copa Mundial de Fútbol en Sudáfrica, a cambio de que no se produzcan hechos de violencia. Las barras que integran la organización desplegaron en las tribunas banderas con alusiones a Néstor Kirchner, por lo que se acusó al gobierno de financiarlos. La tropa de barras bravas kirchneristas, que se anida bajo esta organización, aumentó su caudal de seguidores en tiempo récord. Nació con 11 hinchadas adherentes y ya suma más de 50. Así se lo confirmó al diario “La Nación” Marcelo Mallo, un dirigente de Compromiso K que actúa bajo las sombras de Rudy Ulloa, su “amigo” y hombre de influencia en las esferas del ex presidente Néstor Kirchner.

Al poco tiempo, la Presidente reclamó pedir el derecho de admisión proporcionando así la dosis cotidiana de doble discurso con la que sólo se buscan golpes de efecto que nada solucionan, pero que en los hechos es muy difícil de aplicar. Podemos citar algunos casos que imprimen trabas al derecho de admisión en los clubes, dónde por ejemplo muchas veces el portero que debe impedir la entrada de un barra consiguió su trabajo gracias a ese mismo barra, o ve entrar al barra en otras ocasiones de la mano de un dirigente.

Mientras no se desarticulen los negocios, no se podrá desarticular a las barras y al negocio hay que desarticularlo en su integridad, con el compromiso de todos sus actores: dirigentes deportivos, políticos, sindicales, miembros de las policías etc. ¿Y cómo hacerlo? Con decisión política, con ejemplo desde arriba, con participación ciudadana, con fiscalización de los socios, con el compromiso de todos.

El rol de los hinchas

Las responsabilidades están claras. Primero son los dirigentes políticos quienes deben garantizar la seguridad en los espectáculos públicos; segundo los dirigentes deportivos que saben que una conducción que construye su poder en base a la barra jamás podrá ser independiente, al contrario.

Aparte de este listado de responsabilidades, también hay una responsabilidad que es nuestra, de los socios de los clubes. Nuestro hacer cotidiano nunca puede avalar el accionar de estos delincuentes en ninguna circunstancia, ni disfrazada de folklore, ni como revancha reivindicatoria de otra historia, o detrás de un mal momento deportivo. He visto festejar el robo de una bandera, hecho que solo ocultaba los negocios o los malos resultados que reflejaba el campo de juego. He visto manifestar sentimientos de orgullo por una bandera más grande o más fuegos artificiales, sin preguntarnos de dónde sale la plata para esas compras. He escuchado a personas manifestar sentirse protegidos si uno viaja con la barra.

Esas legitimaciones son las que también hacen crecer a las barras y confunden más el panorama. Para aclararlo no es tan difícil, solo basta con preguntar quién pone dinero en su club y quién obtiene grandes sumas del mismo.

Fabián Peralta es diputado nacional del Gen-Santa Fe