Controlar las compras por Internet, amenazar con prohibir la publicación del dólar blue en diarios y revistas, hostigar a las empresas a través de una fortísima presión fiscal y tributaria y someter al campo con gravámenes irreales son algunas de las medidas que este gobierno puso en marcha hace un tiempo.

Hoy, para controlar la inflación, en vez de promover un plan de sinceramiento, los cañones kirchneristas apuntan a no permitir la divulgación del dólar paralelo. Como si esto fuera una malla de contención para frenar la subida en los precios, la presidente Kirchner y su equipo vuelven a fallar en la intención de solucionar el problema.

Lejos de discutir si las paritarias trimestrales sirven o no, de generar convenios con empresas y sindicatos para controlar el desborde de precios, Argentina decide copiar el modelo venezolano: autoritario, sin planificación alguna y sostenido en una mentira permanente, de culpables externos y víctimas del propio gobierno.

Argenzuela, entonces, es el resultado de años y años de malos manejos, sostenidos al principio por una bonanza económica que, cuando desapareció, dejó al descubierto las falencias de gestión que tienen la presidente y todo su equipo de ministros.

Cristina Kirchner ya tomó la decisión de cerrarse sobre los suyos. No habrá apertura, diálogo ni puesta en común de los graves problemas que estamos sufriendo en el orden institucional y de gestión. La Presidente eligió el modelo chavista de la persecución, el hostigamiento y el amiguismo político para conducir un país.

Lo que la Presidente no entendió es que detrás de cada decisión hay una sociedad que ve lo difícil que es llenar la heladera a principio de mes, pagar el colegio de sus hijos y caminar tranquila por la calle.