La alegría pulula en cada rincón de este enorme y futbolero país. ¡Cuánto sentimiento suelto en las calles, cuánto abrazo a flor de piel! ¡Cuánto orgullo compartido con amigos, sin importar diferencias políticas, teorías socioeconómicas, derechas, izquierdas, déficits fiscales, la cotización del dólar blue, inflación, y demás cosas que otros días nos tienen en vilo! Hemos visto sonrisas, gritos, lágrimas, piel de gallina y asombro. Ese es el grandioso sentimiento de estar, unos junto a otros, bajo una misma bandera celeste y blanca, rumbo a la gloria deportiva. Esta bandera es mucho más grande y fuerte que nuestras pequeñas diferencias.

Cuando la Selección de fútbol gana, ganamos todos. Los argentinos nos volvemos hermanos. A través de los logros de nuestro equipo nacional, desterramos aquellos prejuicios sembrados por quienes intentaron convencernos durante este último tiempo, que la argentinidad es una condición determinada por ciertas afiliaciones políticas. A esas personas que nos intentan insistentemente dividir, les recuerdo que argentinos somos todos los nacidos en este suelo, que ve cada una de las caras de quienes nos brillan los ojos con cada victoria del seleccionado.

A veces, juego a la pelota con mis amigos y siempre me pasa lo mismo. Siento que soy parte de algo más grande, que va más allá de mis intereses individuales, siento que estoy peleando por un objetivo que me excede. En la cancha de fútbol nos alentamos, nos perdonamos nuestras faltas, y nos convertimos, por un momento, en un ejército dispuesto a dejarlo todo y a bancarse en las buenas y en las malas. Esta actitud forma parte del país que quiero para mis hermanos, mis papás, mis abuelos y mis hijos. Por eso es importante que de vez en cuando, en Argentina alguien nos demuestre que somos capaces de llegar a la cima. Esta Selección nos une, nos emociona y nos pone de pie en nuestro sueño de grandeza.

Nunca olvidemos que compartimos este territorio y por eso, debemos luchar por salir adelante como hermanos unidos por una bandera que no conoce de fisuras. Esta Selección nos enciende, nos muestra lo mejor de cada uno de nosotros, y pone sobre todo, en relieve nuestra potencialidad para llegar lejos si nos apoyamos unos a otros sin egoísmos.

Cada quien de nosotros forma parte de una selección particular. Soy un convencido de que cada uno en lo suyo podemos llevar a este país a lo más alto. Podemos hacerlo aunque nuestros partidos no sean televisados por las grandes cadenas de medios masivos. Todos los días tenemos la oportunidad de jugar limpio, dar nuestro mayor esfuerzo y estar orgullosos de aquellos que dejan todo en la cancha junto a nosotros.

Ojalá este domingo ganemos. Y en cada gol abracemos con fuerza a nuestro hermano compatriota. Ojalá gritemos gol con todo aquello que nos constituye. Ser argentino es un orgullo. Y que sean eternos los laureles.