Por José Angel Di Mauro. Disipados los efectos del caso Nisman, los principales partidos se han abocado a definir nombres y estrategias para los comicios.
Si bien la Cámara Federal ratificó esta semana al fiscal Germán Moldes en el caso por la denuncia de Alberto Nisman, en modo alguno el gobierno tomó la medida como una derrota, ni mucho menos quienes promueven esa investigación se esperanzaron con la posibilidad de un avance en el tema. A partir de lo decidido hace pocos días por la Sala I de la Cámara Federal porteña, unos y otros dan casi por definida la cuestión al menos por lo que resta del gobierno kirchnerista.
Basado en lo que los encuestadores de opinión le habían anticipado, en los últimos días de febrero uno de los principales candidatos presidenciales de la oposición dijo a quien esto escribe que el caso Nisman no influiría en modo alguno sobre las elecciones de este año. Lo que sonaba curioso en esos días de este verano más que caliente, hoy se verifica certero, a juzgar por el devenir de los acontecimientos. Las encuestas casi no muestran rastros de la muerte del fiscal en la intención de voto para este año; el tema no inclinó la balanza para un lado u otro.
No por ello se advierte decepción en las huestes de la oposición. Es que, como anticipó el candidato citado, nunca se pensó en que la causa avanzara de modo tal de tener consecuencias electorales. Y en rigor de verdad, los políticos no veían la hora de que el humo se disipara para dejar espacio definitivo a la campaña electoral.
Es lo que ya ha sucedido, y oficialismo y oposición se encuentran metidos de lleno en la pelea por los votos. Formalmente el año electoral se inicia este fin de semana con las elecciones salteñas que dan inicio a un dilatado cronograma que concluirá recién -tal vez- en noviembre. Tan ansiosos están todos que a las PASO de Salta se le asigna una importancia más grande de la que tienen. No habrá ganadores definitivos en la provincia que gobierna Juan Manuel Urtubey: son elecciones primarias, y la incidencia nacional allí es más bien menor. Ni el gobernador es una figura identificada estrictamente con el kirchnerismo, ni los demás protagonistas dependen mayormente de la incidencia de los candidatos presidenciales que se acercaron a brindarles apoyo. Pero como corresponde, unos y otros tratarán de sacar partido de los resultados según les vaya a los que ellos hayan apostado.
El PRO había propuesto meses atrás a Juan Collado, un empresario de 39 años al que Mauricio Macri presentó durante una recorrida que encabezó por el conurbano bonaerense. Allí, desde el entorno del líder del PRO hicieron hincapié en que era Sergio Massa el que apoyaba a Juan Carlos Romero y se preguntaban con ironía si ese exgobernador peronista podía ser tomado como “lo nuevo”. Pero el macrismo terminó retirando a su candidato -cuestión de no dejarle servido el triunfo al oficialismo y ser culpado de haber sido funcional a Urtubey-, esbozando un moderado apoyo al excompañero de fórmula de Carlos Menem en 2003.
No se lo vio a Macri junto a Romero, como sí se mostró Sergio Massa. La apuesta fuerte del jefe de Gobierno porteño es al diputado Guillermo Durand Cornejo, candidato a intendente de la capital salteña.
Pero más allá de los comicios en el norte del país, Macri está preocupado por lo que suceda el último domingo de abril en su territorio, dentro de su propio partido. Luego de las notorias muestras de apoyo a Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de Gobierno moderó su participación en la campaña, pero está claro lo mucho que se juega en el resultado, después de exponerse tan decididamente en favor de su mano derecha. Si gana su jefe de Gabinete, será un fuerte espaldarazo para Macri que elevará su consideración, fundamentalmente frente a los dirigentes del resto de la oposición y el oficialismo. Habrá comenzado a rendir las materias que a nivel político muchos consideran que adeuda. El tema está en si su delfín pierde.
En ese caso, su excompañera de fórmula -hoy devenida en desafiante rival- supone tener en sus manos la solución: “Yo me encargaré de dejar claro que el ganador es Mauricio”, asegura Gabriela Michetti, que garantiza que si vence ella hará campaña en favor de Macri, de modo tal de no dejar dudas de que él no fue derrotado y que no quedaron fisuras. Por lo pronto, HRL y GM compartirán el bunker de campaña y la foto soñada es con el líder del PRO en el medio de los dos contendientes, levantándole la mano al vencedor/a.
Está claro que si bien tienen candidato propio en la Ciudad, el massismo ve con buenos ojos un triunfo de Michetti. “El mal de tu rival, es tu bien”, es el axioma al que se apegan para las elecciones del 26 de abril, y en ese sentido en el FR hace rato que tomaron nota de que necesitan horadar al PRO para volver a crecer ellos. En el entorno de Sergio Massa se quejan de “una campaña” que buscó fijar la idea de un descenso propio en las encuestas, y argumentan que si bien no han logrado crecer en la medida de lo esperado en las provincias, conservan un elevado caudal electoral en el distrito que concentra el 38% del padrón nacional. Y con ello les alcanza para dar pelea, precisamente frente al presidenciable que no tiene siquiera un candidato propio instalado para la gobernación bonaerense.
Mientras el massismo busca reducir drásticamente su lista de aspirantes a la gobernación -hasta ahora sin mayor éxito, pues solo se bajó Felipe Solá-, y el PRO tiene una (María Eugenia Vidal) o quizás dos (Gustavo Posse) aspirantes, el Frente para la Victoria -que algo sabe del tema- mantiene una decena de precandidatos. A saber: Julián Domínguez, Diego Bossio, Patricio Mussi, Martín Insaurralde, Fernando Espinoza, Santiago Montoya, Carlos Castagneto, Martín Sabatella, Fernando “Chino” Navarro y tal vez hasta Sergio Berni. Eso sin tener en cuenta el “globo” que circuló sobre el final de la semana incluyendo a Marcelo Tinelli.
De esa cantidad de aspirantes, solo un puñado mide y cuenta con los medios para hacer campaña. La confirmación del marido de Jésica Cirio como precandidato del FpV no cayó bien puertas adentro, donde las hostilidades hacia él se remontan al momento mismo en que perdió la elección de 2013. Su candidatura fue rechazada abiertamente por el intendente de Berazategui, parte interesada por ser precandidato, mientras que el presidente de la Cámara baja optó por embestir contra Insaurralde a través de diputados nacionales de peso que le pegaron duro. Y para dejar claro que la reprobación en el seno del oficialismo puede llegar hasta Cristina, Aníbal Fernández lo atendió sin contemplaciones, exabrupto incluido.
El sciolismo salió a defenderlo, aunque por si acaso solo a través del ministro de Asuntos Agrarios, Alejandro “Topo” Rodríguez, y al terminar la semana una fuente del kirchnerismo aseguraba a este medio que “Insaurralde no será candidato a gobernador, al menos por el Frente para la Victoria”.
Con todo, queda claro que si algo le sobra al kirchnerismo son nombres para el distrito donde hay más votos en disputa. No es un dato menor.
