Cambios permanentes en el liderazgo de los sondeos

Por José Angel Di Mauro. La experiencia muestra que ninguno de los favoritos presidenciables logra consolidarse al frente de las preferencias. Ahora es el turno de Scioli, pero hay quienes cuestionan esos datos.

Metidos de lleno en la campaña, los candidatos presidenciales y sus respectivos entornos derrochan optimismo ante cualquier consulta pública, pero mantienen la cautela en privado. Reconocen que aún “falta mucho tiempo” para las elecciones y que el devenir de los hechos puede cambiar las cosas periódicamente.

“Es una rueda”, sintetizaba esta semana ante este medio un consultor. En efecto, lo que hoy es una certeza, mañana puede cambiar y en una semana parecer absurdo. Pruebas al tanto, todos coinciden en que el año pasado cerró con Sergio Massa liderando, con el efecto extendido de su resonante victoria bonaerense del año anterior. Por entonces Mauricio Macri había frenado su ascenso y en el PRO aclaraban que era parte de una especie de repliegue táctico con el objeto de evitar que el jefe de Gobierno -que venía subiendo en las encuestas- llegara a un primer lugar que no pudiera mantener durante tanto tiempo. A ese sitio pareció llegar promediando el verano, cuando las encuestas comenzaron a mostrarlo primero.

Pero la rueda no se detuvo y se lo ve ahora primero a Daniel Scioli. Político incombustible, el gobernador bonaerense parece así haber dejado atrás las esquirlas del caso Nisman y vuelve a encaramarse, aunque siempre se mantuvo supuestamente entre los dos primeros lugares. Empero, a sabiendas de que en un eventual balotaje tiene más posibilidades de perder, el sciolismo y los oficialistas que aspiran a seguir siéndolo se ilusionan y hacen cuentas para ver si pueden ganar en primera vuelta.

La especie sonó tan fuerte que volvió a encender luces de alarma en parte de la oposición, donde volvieron a escucharse voces sugiriendo una interna amplia, mientras otros directamente echaron a correr la posibilidad de un acuerdo por el cual Sergio Massa “bajara” a la gobernación bonaerense. No puede dejar de pensarse que en tales especulaciones hay un fuerte tufillo a operación política.

De hecho, hay quienes dan por descontada una intencionalidad en “bajarle el precio” al Frente Renovador para “sacarlo de la cancha”. Y detrás de esas maniobras sitúan obviamente a los rivales de Massa, quien de todos modos es verdad que lleva meses sin crecer y bien se sabe que cuando la campaña se acelera, un amesetamiento extenso es prolegómeno del declive.

El fuerte del hombre de Tigre sigue siendo la provincia de Buenos Aires, y eso no es poca cosa; su debilidad radica en no haber podido escalar en la Capital Federal y los principales centros urbanos del interior. Salvo Chubut, donde cuenta con la figura de Mario Das Neves, y el norte -de ahí que los radicales de esos distritos quieran colgarse de su boleta-, Massa no ha podido hacer pie en el resto del país, de ahí su fragilidad, a lo que hay que agregar cierta asfixia económica para desarrollar la campaña.

Pero como esto es una rueda, no se descarta que el líder del FR encuentre la manera para remontar posiciones. Imaginación no le falta y una alternativa podría estar en que logre acordar una interna atractiva con el resto del peronismo disidente -léase José Manuel de la Sota y Adolfo Rodríguez Saá-, con lo cual podría salir fortalecido en las PASO.

El amesetamiento de Macri es atribuido a las salpicaduras del barro de la interna que él mismo habilitó en su distrito, pero en el que se sumergió al tomar abiertamente partido por un competidor; como así también a su acuerdo con la UCR. Para el verborrágico Jaime Durán Barba -al que propios y extraños hacían cola esta semana para pegarle -, tanto las negociaciones con los radicales, como el entendimiento con Reutemann le han jugado en contra a Macri. El ala política del PRO lo refuta diciendo que esos pactos son indispensables tanto para ganar la presidencia, como para gobernar. Y, como dijimos, para evitar que el rival se fortalezca.

Pero hay un cuarto en discordia, que no es el Frente Progresista de Margarita Stolbizer, sino Florencio Randazzo, quien los últimos días ha redoblado sus críticas hacia su rival directo, Daniel Scioli. Desde el entorno del ministro del Interior y Transporte se muestran confiados y advierten sobre las “operaciones” realizadas a través de las encuestas. Descreen de los números que se difunden y que mantienen siempre alto al gobernador bonaerense. Contraponen sondeos que no se difunden, ni han encargado, pero que muestran al funcionario “creciendo”.

Aseguran en ese sentido que Randazzo supera a Scioli en distritos como Córdoba, donde aparece primero Macri, segundo De la Sota y tercero el ministro del Interior y transporte. En Rosario, en tanto, afirman que el hombre de Chivilcoy aventaja largamente a su rival; están parejos en Neuquén y lo duplica en Ciudad de Buenos Aires, donde Macri tiene una intención de voto del 40%, Randazzo 22 y Scioli 10, según los datos que manejan.

Contra esta confianza que transmiten desde el entorno de Randazzo, el apoyo que va cosechando el exmotonauta de parte de los gobernadores peronistas sirve para consolidar su imagen de “elegido” para asegurar la continuidad oficialista en el poder. Scioli ha reforzado las últimas semanas sus viajes al interior y aparece permanentemente junto a gobernadores y candidatos. Para eso también tienen argumentos en las huestes randazzistas: “Scioli le habla a la dirigencia, nosotros a la gente”, dicen, advirtiendo sobre una supuesta “disociación” entre los dirigentes y el votante. Y echan mano a ejemplos, esgrimiendo lo sucedido en 2005, cuando Néstor Kirchner decidió enfrentar al aparato duhaldista en la Provincia, contra la recomendación de que no lo hiciera, pues la dirigencia apoyaba a Duhalde.

“Las encuestas generan microclimas”, aceptó otra fuente independiente, y respecto a la utilización de las mismas puso como ejemplo lo sucedido en las PASO salteñas, donde hasta el final se hablaba de una cierta paridad y Juan Manuel Urtubey terminó ganando por 15 puntos.

A propósito de las elecciones en Salta, el triunfo oficialista contribuyó para acompañar el microclima de optimismo que por estos días sobrevuela el oficialismo. Todos los precandidatos K estuvieron allí festejando y el gobernador Urtubey ya se anotó para las presidenciales de 2019. Pero el cronograma electoral está en sus inicios, y este fin de semana continuará en dos distritos donde no se espera que el kirchnerismo festeje. Será el tiempo de la oposición.

En Mendoza, donde el radicalismo descuenta una victoria en las PASO, se darán cita todos los candidatos radicales a gobernador, para sumarse a los seguros festejos. Oficiará de anfitrión el presidenciable Ernesto Sanz, y celebrarán también Mauricio Macri y Sergio Massa. El jefe porteño espera estar acompañar primero a Miguel Del Sel en los festejos. Como para dar lugar a que la rueda siga girando, justo cuando comienzan a acelerarse los tiempos.

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