En el año 1860 unos veinte soldados mercenarios desertores del ejército piamontés de Garibaldi, luego de derrotar a las fuerzas del Papa Pío IX en Pesaro, Italia, entraron a la Ciudad de Isola con ánimo de robo, lugar donde Gabriel Possenti era seminarista en el Monasterio local de Los Monjes Pasionarios. Los desertores iniciaron disturbios y la noticia llegó al monasterio. Possenti pidió al rector salir a ver qué ocurría y el rector asintió, y a poco de caminar encontró a un grupo de desertores en el acto de violar a dos mujeres, a los que les ordenó detenerse y que las dejen en paz. Ante la negativa que recibió, rápidamente le quitó el arma a uno de los oficiales y con ella le apuntó sacándole la pistola a otro también. Pronto llegó el resto del grupo y Possenti, al advertir un reptil que cruzaba la calle rápidamente disparó con increíble puntería, matándolo, e inmediatamente volvió a apuntar a los soldados, que asombrados por el hecho obedecieron al fraile, abandonando el pueblo. El religioso por este hecho fue proclamado “Salvador de Isola”.

Según la revista Italiana ARMI, el arma portada por los mercenarios de Garibaldi y usada en el altercado, fue un revólver marca Colt Navy Modelo 1951, calibre 36, de seis tiros de avancarga, llamado “ecualizador” o “igualador” porque a partir de esta arma los débiles dejarían de serlo.

Gabriel Possenti, fue un extraordinario jinete y tirador con rifle, escopeta y armas de puño, siendo proclamado por la Iglesia Católica Santo Patrono de la Juventud y Santo Patrono de la región del Abruzzi. En 1920, fue declarado Santo por el Papa Benedicto XV por sus numerosos milagros. La comunidad de tiradores de USA, ha hecho una presentación al Vaticano para que se lo proclame “Santo Patrón de los Tiradores” y el Papa Juan Pablo II, agradeció con una Carta Vaticana de Aceptación. Es de destacar que tiradores que no eran cristianos se han adherido a esta petición, porque dicen que no hace falta ser cristiano, judío, musulmán o budista para ser hombres de bien y hombres morales.

El Vaticano, al proclamarlo Santo Patrono de los Tiradores, ejemplificaría el correcto y noble uso de las armas, ya que Possenti usó las armas en una causa justa al evitar la violación de dos mujeres, protegiendo a la vez la vida, libertad y propiedad de las personas pacíficas y obedientes de la ley de ese pueblo, amenazadas por violentos soldados-terroristas. El fraile no sólo defendió al pueblo de una banda de criminales, también disparó una bala al corazón de la tiranía, al corazón del terrorismo, al corazón de la ideología brutal que justifica el uso de la fuerza bruta contra los ciudadanos pacíficos e inocentes.

Muchos gobiernos se dedican a desarmar a la población honesta, sabiendo que los ladrones y criminales tienen armas que no denuncian ni entregan, tampoco se sabe adonde irán a parar las que los incautos civiles entregan al gobierno. Las armas en poder de ciudadanos combaten el mal, combaten y disuaden a los delincuentes, desmoralizan a los malvados y tranquilizan a la mujer que teme ser atacada y violada, a los ancianos que viven desamparados en sus casas, al padre de familia, que sabe así que tiene los medios para defender a los suyos, cuando se evidencia que los gobernantes han claudicado de sus obligaciones de defender la vida y bienes de los ciudadanos.

El uso de la fuerza letal en autodefensa, defensa de familia, vecino y propiedad es legítima en la tradición cristiana, judía y musulmana. El mandamiento “No matarás” traducido del original con su significado intacto realmente debe leerse y entenderse “No asesinarás”. La Santa Biblia dice: “Y ahora, todo aquel que tenga una bolsa de dinero, debe llevarla consigo, y también un saco y aquel que no tenga una espada debe vender su manto y comprar una” (Lucas 22:36)

Todo intento del Estado de conculcar el sagrado derecho de poseer un arma debe ser rechazado por la ciudadanía, porque allí radica el secreto de la libertad y la justicia.