Ante un auditorio de 130 médicos y especialistas, el profesor Vincent M. Rue, proveniente de los Estado Unidos, brindó una conferencia para explicar los alcances del síndrome post aborto. El evento se efectuó en el Salón de Pasos Perdidos, del Congreso de la Nación y fue organizado por el Senado de la Nación.

“Para las mujeres que consideran su embarazo no deseado como un niño o un feto, el aborto puede entenderse como un evento traumático, ya que significa causar la muerte intencional y violenta de un ser humano. El aborto además puede causar un daño moral, sobre todo cuando una persona viola su código moral o sus valores religiosos”, explicó.

Asimismo, el experto subrayó que “si bien no todas las mujeres que abortan experimentan problemas psicológicos posteriores, el resultado de diversas investigaciones sugiere que entre el 10 y el 40 por ciento si se verán afectadas. Para estas mujeres, las consecuencias podrían ser graves y duraderas: depresión, ansiedad, abuso de sustancias y alcoholismo e incluso pensamientos suicidas hasta la consumación del mismo”.

Los investigadores están de acuerdo que basándose en ciertos factores de riesgo se puede llegar a predecir qué personas tienen mayor probabilidad de tener problemas de salud mental, señaló el experto, que enumeró a continuación: “adolescentes versus adultos, mujeres con múltiples abortos, mujeres presionadas o coaccionadas a abortar, mujeres con problemas preexistentes de salud mental, ambivalencia en la toma de decisiones, mujeres que carecen de apoyo emocional o que vivencian un conflicto en la toma de decisiones, mujeres con traumas previos o pérdidas previas aun no resueltas, mujeres con abortos por anomalías fetales y mujeres con baja autoestima son las que se imponen”.

“Como médico, investigador y profesor, he tenido el privilegio de escuchar la historia personal de miles de mujeres que han abortado sus hijos por nacer -agregó-. Los temas más frecuentes son haberse sentido abrumadas y conmocionadas por el embarazo, aterradas ante la falta de buenas opciones y presionadas a tomar una decisión rápida, como primera causante; en segundo lugar, el haber estado mal informadas de antemano sobre las secuelas emocionales del aborto y con la sensación de no estar preparadas para enfrentar esta realidad psicológica de aflicción y pérdida, y en tercer lugar, el sentirse solas y preocupadas por tener que vivir eternamente con culpa, remordimiento y vergüenza, además de la lucha con el auto-perdón, perdonando a los demás y sintiéndose alejadas de Dios”.

Rue cerró indicando que “por sobre todo, las mujeres víctimas del aborto necesitan comprensión y compasión, no ser condenadas, dado que ya se juzgan a sí mismas con gran severidad. La sociedad haría bien en escuchar su dolor, a fin de evitar futuros daños psicológicos a muchas mujeres como consecuencia de esta elección reproductiva”.