Del papelón del “Chiqui” Tapia a las amenazas de su suegro

Por José Di Mauro. Llega el Mundial, que no será el mojón que muchos aventuraban para iniciar después la carrera electoral. En las vísperas se abrochó el acuerdo con el FMI, que implica un recorte tal que corta el aliento calcular.

Proviniendo el Presidente de la Nación del fútbol, es previsible que esta administración preste mucha atención a lo que allí sucede. También que dividieran hace tiempo el calendario político con un “antes y después del Mundial”. El titular de la Cámara baja, Emilio Monzó, decía el año pasado -cuando todavía no había sorprendido bajándose anticipadamente de su eventual continuidad en el cargo si Mauricio Macri es reelecto- que todo lo importante en el Congreso tendría que estar aprobado “antes del Mundial”, pues después arrancaba ya la campaña electoral y los consensos serían difíciles de alcanzar.

A un gobierno tan atento al fútbol y con tanta injerencia en la AFA -recordar “el hit del verano”- no debería habérsele escapado que a instancias de los organizadores la Selección hubiera cambiado la sede de su partido “cábala” en Israel, de Haifa a Jerusalén. El argumento del canciller Faurie respecto de que se enteraron hace dos semanas y les advirtieron a las autoridades de la AFA sobre la inconveniencia de aceptar ese compromiso, suena por lo menos débil, sino falso. Parecido a cuando el gobierno se desentiende del accionar de la justicia ante los casos de corrupción ajena.

Como sea, el papelón internacional protagonizado por el pacificador mundial Claudio “Chiqui” Tapia le acarreó un fuerte dolor de cabeza a Mauricio Macri, que recibió dos llamados del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu para que intercediera. Pocas cosas le incomodan más al Presidente que poner en riesgo su prestigio internacional. Se frustró la reunión con su amigo Donald Trump en Canadá, sino el norteamericano probablemente le hubiera pasado también factura por el desaire.

Pero los problemas del gobierno van más allá de partidos suspendidos y aun la suerte de Messi y compañía en Rusia. Sin ir más lejos, el suegro de “Chiqui” Tapia, Hugo Moyano, lo incomoda más. El miércoles pasado los camioneros mostraron un adelanto de lo que pueden llegar a hacer y desean concretar, con el descomunal bloqueo de la ciudad del que terminaron haciéndose cargo propietarios de camiones que reclamaron por aumentos de peajes y combustibles. Nadie en el gobierno creyó que el gremio no tuviera nada que ver, cuando “casualmente” realizaron después una asamblea que reunió a dos mil camioneros en el kilómetro 37,5 de la autopista Buenos Aires-Cañuelas, donde se amenazó con un paro para el próximo jueves, si las cámaras empresariales no acceden a dar un 27% de aumento. A partir del desmadre inflacionario sobreviniente de la corrida cambiaria, el porcentaje suena razonable, pero no se avizora un acuerdo que haga levantar la medida de fuerza de esta semana.

El presidente de Independiente se ilusiona con el poder de fuego que le da un gremio capaz de poner patas para arriba al país, y más después de lo sucedido en Brasil, donde los camioneros hicieron retroceder al presidente Michel Temer. Moyano suele fijarse en el país vecino. En 2010 se entusiasmó con repetir aquí la experiencia de Lula y lo dijo públicamente en un acto en River, con los Kirchner en el palco, al expresar su deseo de “tener a un trabajador en la Casa de Gobierno”. Sabiendo muy bien de qué le hablaba Moyano, la entonces presidenta le respondió desentendida: “Compañero, usted que anda pidiendo un trabajador para que sea presidente, le digo que trabajo desde los 18 años”. Muerto Kirchner, eliminó gremialistas de las listas legislativas y terminó rompiendo con el camionero.

Ahora Moyano ha vuelto a fijarse en Brasil y amenaza con una medida de fuerza aun peor. En la Rosada atribuyen esa beligerancia a sus “problemas judiciales”, de los que se desentienden, como ya hemos dicho. Versiones circulantes en los últimos días no descartaron que el líder camionero tenga novedades en ese sentido más temprano que tarde. “Es posible”, señaló una fuente con buena información, ante la consulta de este medio.

Como ya lo hiciera en su momento -en tiempos más promisorios para Cambiemos-, el gobierno se esforzó por desactivar el paro cegetista que se esperaba anunciaran el jueves pasado. Con Jorge Triaca haciendo lo posible desde Ginebra, el triunvirato cegetista fue recibido por Nicolás Dujovne, Mario Quintana y el jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo. Ahí surgió la oferta neblinosa de un 5% más, que sirvió al menos para subir el techo paritario del 15 al 20%, más cercano a la inflación proyectada, que sumará no menos de otros 5 puntos a ese 20%. El accionar del gobierno alcanzó al menos para desactivar al día siguiente el paro que se iba a anunciar para siete días después. Los gremialistas le hicieron en principio un favor al gobierno al no disponer un paro general el mismo día en que se anunciaba el acuerdo con el Fondo Monetario. También se hicieron un favor a sí mismos, aclaró una fuente sindical, al “no hacerle el juego a Moyano”.

Pero el paro no está desactivado y la conducción cegetista no tendría demasiado espacio político para evitar su realización, según diversas fuentes consultadas.

El gobierno hará lo posible para evitarlo, pero en última instancia el paro general es el mal menor. Preocupa la conflictividad en las calles, que imagina con acierto en un espiral ascendente. Lo que viene no es menor, después de las características del acuerdo con el FMI, alcanzado en tiempo récord y por un monto y plazo que superó las expectativas, según admitió el economista Martín Redrado, que no es precisamente oficialista. Con todo, el propio extitular del BCRA advirtió que “si el sendero es solo de ajuste, está mal”, sugiriendo complementar el acuerdo con “un plan que ponga en marcha la producción”. Una alternativa indispensable para un acuerdo “bueno para los mercados, mas preocupante para la economía real”, tal cual graficó ante este medio un experimentado analista político.

Lo cierto es que el acuerdo prevé un ajuste muy duro, que debe llevar el déficit fiscal al 1,4% para el final de este mandato de Macri, al que por otra parte se le ha asegurado el financiamiento. El recorte es gigantesco, de alrededor de 225 mil millones de pesos, y que va más allá de 2019, previéndose un déficit fiscal cero para 2020. Enhorabuena si eso sucede, pero todos se preguntan hoy qué hará esta administración para afrontar una carrera electoral -que empieza después del Mundial, como hemos dicho- con la tijera en la mano.

Tendrá que acordar con los gobernadores el texto del próximo Presupuesto, que impondrá recortes a diestra y siniestra. Necesitados de gobernabilidad, se espera que se avengan a acordar con Nación. Es la apuesta oficial.

El jueves comienza el Mundial. El gobierno esperaba que constituyera un paréntesis de un mes para los problemas de la coyuntura. Una parte del sindicalismo quiere aprovechar la fecha para dar curso a un paro de gran alcance. Se verá, como dijimos, si la CGT termina confluyendo con la fecha que originalmente establecieron las CTA y Moyano. En cualquier caso habrá un tema que estará atrayendo el mayor interés ese día: el resultado en Diputados de la votación del proyecto de legalización de la interrupción del embarazo. Un debate que tendrá lugar el miércoles desde las 11 y que las autoridades parlamentarias querían desdoblar, para el día siguiente, evitando que concluyera bien entrada la madrugada del jueves, tras una extenuante sesión. Menudo problema si se realizara el paro ese día. Si no es general, seguramente se hará igual la huelga de las CTA y los camioneros, que ya han demostrado que no atienden otras cuestiones más que sus intereses a la hora de protestar, como ya sucedió cuando querían parar el 22 de febrero pasado, justo el día del aniversario de la tragedia de Once.

Por presión de los sectores que apoyan el aborto y no quieren interrupciones, la sesión de Diputados no tendrá cuarto intermedio y terminará a la hora que sea. El resultado está abierto, con tendencia a rechazar el proyecto. Según datos de parlamentario.com, el “no” está ganando hoy por 117 votos contra 107. Por ahora hay 31 diputados indefinidos, sin contar al presidente de la Cámara, Emilio Monzó, que solo intervendría en caso de empate. Los indecisos inclinarán la votación, pero según la proyección que ha hecho parlamentario.com, el rechazo al proyecto se estaría imponiendo por 126 a 118 (no están siendo contados aquellos cuya tendencia no puede verificarse). Igual, es de esperar ausencias y abstenciones a la hora de la votación.

Si el objetivo original del gobierno al habilitar el tratamiento de esta ley fue desviar la atención de los problemas nacionales, está claro que el mismo estuvo lejos de ser alcanzado.

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