¿Cuántos esquemas son necesarios transformar aún? Haciendo un repaso por algunos medios de comunicación de alcance masivo, que en estos días llenan la pantalla con la imagen de Daiana García, resulta preocupante la actitud de periodistas y presentadores frente a delitos que de ese modo se vuelven “resonantes”. Las noticias de muertes son siempre conmocionantes y resultan aún más frente al manejo liviano y prejuicioso de los hechos.

Como pasó con Ángeles o con Melina asistimos nuevamente al tratamiento mediático desmesurado de las noticias de violencia y en especial, de la violencia hacia las mujeres. Sin generalizar, pero sin dejar de ver con preocupación enorme cómo informan algunos medios.

Parece que si la víctima del delito es mujer y joven se merece el comentario que cuestiona su indumentaria, manera de actuar, forma de expresarse o sus costumbres. Se inicia “un juicio mediático abreviado” sin pautas ni códigos, en el que cualquier panelista puede opinar cosas tales como “llama la atención cómo se había vestido para ir a buscar trabajo”, u otras similares. Pero atención señores y señoras, están hablando de la víctima. Están emitiendo juicios de valor sobre una persona que ya no está, que sufrió la violencia extrema y murió.

Además, ¿es necesario dar detalles truculentos acerca de cómo apareció? ¿Es necesario pasar hasta el hartazgo la imagen de la víctima posando en otros momentos de SU VIDA? ¿Se busca sensibilizar y generar conciencia frente al horror de la muerte o por el contrario se busca hacer más rating con la muerte y banalizar, si es necesario, a la víctima, deslizando sospechas y prejuicios? ¿Nadie piensa en sus familiares y amigos?

Creo que las pesquisas periodísticas sobre el modo de vida y las últimas horas de la víctima y sus allegados deben ser cuidadosas y responsables. La investigación tiene sus responsables institucionales y sus reglas. Sería bueno tener el mismo rigor enjuiciatorio al conocerse la sentencia sobre los culpables de la muerte.

Para reflexionar también sobre la desigualdad informativa debemos recordar el caso del odontólogo múltiple femicida, donde la noticia pasó a ser el supuesto maltrato que recibía en su casa y que –justifican- motivó el asesinato. Recientemente, este delincuente homicida, juzgado y condenado, es sujeto de noticias por la posibilidad de tener o no prisión domiciliaria.

El rol del periodismo y de los medios en estos casos también queda atrapado en las construcciones culturales y sociales que estigmatizan y cosificación a las mujeres. La cuestión es advertirlo, que nos llame la atención, para poder transformarlo. Sabemos que estamos dando una batalla cultural –entre otros aspectos- en materia de derechos de la mujer, y que como toda batalla cultural lleva muchos años modificar prejuicios y estructuras de pensamiento que fundamentan la desigualdad.

La ética periodística y hasta el buen gusto entran en juego cada vez que hay una mujer asesinada en las pantallas de TV. Y la banalización del caso, centrándose en la víctima, sus conductas y, principalmente, su forma de vestirse, peinarse o maquillarse es, de alguna manera, como si la volviesen a asesinar una y otra vez. No puedo dejar de pensar en el dolor de las familias y amigos, que cada vez que se escucha un comentario prejuicioso o injurioso sobre la víctima, debe recrudecerse… gratuitamente.

Hay responsabilidades compartidas, entre los que “informan” y los que receptamos esa información. La responsabilidad de los medios de comunicación tiene que ver con su rol en la formación de la opinión pública. Y con esto no desestimo a las audiencias, sino que planteo la importancia en la incidencia de tal o cual tema en la agenda periodística que se traslada a los hogares, los lugares de trabajo, el bar. Cuando un tema es instalado en los medios, en todos los ámbitos se comenta y se opina sobre él. Y la responsabilidad de nosotros como audiencias es la de criticar lo que vemos, dónde lo vemos y analizar la forma en que nos muestran tal o cual información.