Hay momentos donde la historia nos exige estar a una altura superior de lo que marca la coyuntura. Hoy debemos tener la madurez social suficiente para comprender que ese tiempo ha llegado, y trabajar en un proyecto colectivo que nos abrace a todos, sin dejar de lado las disidencias, pero sabiendo que el consenso y el diálogo permanente son los pilares de una de las más grandes virtudes que como sociedad debemos seguir desarrollando: la tolerancia. Nuestro Papa Francisco viene insistiendo en “crear y edificar una Cultura del Encuentro”, tal como lo expresó a sus fieles en el mensaje por el día de San Cayetano.

Ya lo había manifestado cuando en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, había exhortado en una reunión con políticos, diplomáticos, líderes comunitarios, intelectuales, empresarios, artistas y líderes de las principales comunidades religiosas de Brasil, la necesidad del diálogo para que los pueblos avancen hacia “una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar y todos pueden recibir algo bueno en cambio”.

Ahora bien. ¿Quiénes debemos encontrarnos? ¿Los dirigentes políticos con la gente? ¿Dirigentes de distintos espacios políticos entre sí? ¿Referentes sociales, culturales, políticos y religiosos?

La respuesta debe ser tan ambiciosa como la sociedad a la que queremos aspirar: debemos encontrarnos TODOS. Que cada uno se acerque al otro con la confianza que en él encontrará una respuesta a sus necesidades más profundas.

La política es y debe ser el lugar donde se traduzca el consenso. Cada funcionario, dirigente y militante debe tener la capacidad de encontrar, y encontrarse. La gran virtud de la mujer y del hombre de la política es la de generar el encuentro entre distintos intereses, inquietudes, necesidades y traducirlas, diálogo mediante, en soluciones que beneficien al conjunto, en definitiva, en la búsqueda constante del bien común.

Esto de ninguna manera implica dejar de lado las convicciones partidarias, sino más bien intensificar las pertenencias. En palabras de Francisco ”Lealtad a la identidad y respeto a la diversidad”, y renovar el lugar de la política como el medio donde se cruzan las diferencias para encontrar una solución de todos y para todos.

Busquemos el encuentro a través de la política, para rescatarla y preservarla del egoísmo y la indiferencia, verdaderos enemigos de nuestro pueblo.

Tengo la firme convicción que entre todos, generando espacios de diálogo y trabajo conjunto, convenciendo al que todavía nos mira de reojo y con desconfianza, sin descalificaciones, para que debatamos y discutamos con firmeza las herramientas que nos lleven a un mismo camino, el de recuperar la confianza y el amor incondicional de nuestra gente, quienes caminan y luchan, ya no en frente, sino a nuestro lado, podremos hacer nuevamente de la política una cultura del encuentro.