Con respaldo explícito de Estados Unidos y un renovado acuerdo político interno, Javier Milei busca evitar el colapso de su gobierno. La administración Trump y el FMI le exigen construir gobernabilidad, mientras el presidente se apoya en Mauricio Macri y suma a Provincias Unidas para consolidar una nueva coalición parlamentaria.
Estados Unidos no ahorrará esfuerzos para “salvar” al presidente Javier Milei de la crisis terminal que el propio gobierno libertario viene alimentando, sea por incapacidad, por capricho ideológico o por ambas razones.
El compromiso se hizo público pocos días atrás, mediante la contundente comunicación escrita del secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent: “La Administración Trump está firme en nuestro apoyo a los aliados de los Estados Unidos, y el presidente Trump le ha dado al presidente Milei un respaldo excepcional a un funcionario extranjero, mostrando su confianza en los planes económicos de su gobierno y la importancia estratégica geopolítica de la relación entre los Estados Unidos y la Argentina”.
En el exterior, no se descarta que el resultado electoral del 26 de octubre complique aún más a Milei. Por ese motivo, desde ahora le exigen “construir las condiciones para la gobernabilidad”.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo pidió públicamente hace pocas horas, al sostener que el gobierno de Milei tiene que “generar un amplio apoyo político para asegurar la implementación de la ambiciosa agenda de reformas de la autoridad y para fortalecer la confianza”.
El Presidente argentino lo entendió. Recurrió a Mauricio Macri, con quien -a propósito y para que se note- se reunió dos veces en cinco días, para dejar trascender que ya se cocina la coalición legislativa que apoyará la segunda fase del gobierno, a partir de diciembre.
El expresidente no sólo ayudará intentando blindar a sus propios legisladores del Pro, sino que también es valorado por Milei gracias a su potencial contribución a la expansión de los apoyos: decidieron sumar a Provincias Unidas.
Clarín lo resume sin desperdicio, cuando asegura que Macri “también alimenta por lo bajo el armado electoral de Provincias Unidas, de su amigo Juan Schiaretti y el gobernador de Chubut Ignacio Torres, del Pro”. Y agrega: “Después del 26 de octubre, legisladores de ambos espacios podrían acompañar las reformas del oficialismo como hicieron durante el primer año de la gestión de Milei”.
En esa línea, Milei aprovechó una larga incursión por Radio Mitre para reforzar la certeza de que contará con una nueva y sólida coalición parlamentaria.
Juró que “Macri es parte de la solución y hay un conjunto importante de gobernadores que también lo son”. Para rematar: “Vamos construyendo la base de la gobernabilidad y armar las bases para sacar las reformas estructurales”.
El plan de “gobernabilidad” para la nueva etapa se asienta en un trípode parlamentario conformado por La Libertad Avanza, Macri y Schiaretti. Una alianza que también podría reflejarse en posiciones relevantes del Poder Ejecutivo.
Con esa “solución política” debajo del brazo, Milei estará el martes 14 de octubre en Estados Unidos rindiendo examen ante su salvador.
Alejandro “Topo” Rodríguez es director del Instituto Consenso Federal
El presidente ya no encarna la figura tajante y disruptiva del primer año de gestión. Su liderazgo se diluye entre derrotas electorales, fricciones internas, falta de resultados económicos y un respaldo internacional que no se traduce en dólares. Mientras tanto, el peronismo se rearma y el mercado vuelve a encender las alarmas.
Javier Milei sobrevuela en un pantano mental: ya no es el presidente tajante y catedrático del primer año, al que todos rendían pleitesía mientras su motosierra cortaba reparticiones estatales y arrojaba trabajadores a la calle, sino que ahora parece ser un falso profeta cuya dialéctica no conmueve al auditorio y tampoco al establishment, y solo tiene como aliado a su par de Estados Unidos, Donald Trump.
El presidente de Estados Unidos lo rescató del fondo del pantano dos veces este año pero parece ser insuficiente: Milei “está mirando otro canal”, como decía una publicidad televisiva y su gobierno es torpedeado por el mercado, por el Congreso -donde se ha formado un gran arco opositor- y por sus propias impericias.
La paliza electoral que le propinó el gobernador peronista Axel Kicillof el 7 de septiembre destapó muchas ollas que estaban ocultas y Milei tambalea en el pantano mientras la Casa Rosada hace agua.
La derrota dejó inmerso a todo el Gobierno en una parálisis de la cual solo sale cuando el Fondo Monetario Internacional -pos reunión Milei-Trump- le ordena inyectar dólares al Banco Central y al líder libertario que controle a su desmañada tropa y construya “sostén político”.
El apoyo mediático de primavera de Trump duró apenas un puñado de días, porque los mercados ya no le creen a Milei y también dudan de un apoyo económico cierto -dólares contantes y sonantes- del Gobierno de los Estados Unidos.
Y tienen razón en dudar, ya que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, aclaró en su país que los Estados Unidos de ninguna manera auxiliarán con dinero a Argentina, sino que será través de un “swap” como el chino.
La verdad es que Estados Unidos no quiere que el Gobierno argentino entre en default el año próximo, con una agenda de vencimientos imposible de afrontar con un Banco Central anémico de dólares.
Por eso, los analistas económicos hacen números y la cuenta no les da certeza de que el Gobierno libertario llegue con suficientes dólares a las elecciones del 26 de octubre, en la que el peronismo aparece competitivo para amargar otra vez a Milei.
Si los dólares ingresados por las retenciones cero se acaban antes de la elección legislativa, podría ser fatal para las aspiraciones electorales de La Libertad Avanza, pero también porque ya sería inevitable una devaluación que se evitó en abril y agosto pasados.
A la vista, Milei solo tiene en los próximos días una nueva visita a Trump, esta vez en el Salón Oval de la Casa Blanca, y a nivel vernáculo solo se reunió con el expresidente Mauricio Macri para aclarar cuitas entre ambos, y mañana avanzarán en algún ingreso del Pro al Gobierno.
Pero la Casa Rosada no muestra acción ni importantes signos vitales de vida: Milei y su nuevo exégeta Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, “juegan” de contraataque y el ministro de Economía, Luis Caputo, solo atina a implorarle a Bessent que el auxilio económico llegue cuanto antes.
Para colmo surgió otro escándalo en medio de la campaña electoral y tiene como blanco nada menos que al primer candidato partidario en la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, quien sospechosamente no aclara las dudas a la prensa.
Milei lo sostiene, contra la opinión de su hermana Karina Milei; de Francos y de la otra gran candidata de La Libertad Avanza: la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien a pesar de que los tiempos violetas pronostican nubarrones y tormentas, ganaría cómodamente en la Ciudad de Buenos Aires.
Por todo ello, el líder de La Libertad Avanza no necesita un “swap” sino un “switch”, un cambio profundo mental y pragmático que lo coloque nuevamente al frente del Gobierno y de su propia tropa, porque el blindaje informativo que tenía se cayó a pedazos y ahora todos 'sacan los trapos al sol' como efecto dominó.
Milei reza entretanto por que no se cumpla la frase “no hay dos sin tres”, ya que no soportaría una nueva corrida cambiaria y por eso se adoptan -y habrá más- medidas para tratar de que no salgan más reservas del Banco Central.
Un mensaje del secretario del Tesoro norteamericano frenó la corrida y revirtió el clima en los mercados, con promesas de un swap por 20 mil millones de dólares y nuevas líneas de apoyo. El alivio llegó con condiciones: el respaldo de Washington está atado a un triunfo electoral del oficialismo. En el Congreso, la oposición exige control parlamentario sobre cualquier acuerdo y prepara embates legislativos que podrían volver a complicar la agenda libertaria.
El presidente argentino junto a nuestro “benefactor”, Scott Bessent. (Foto Presidencia de la Nación)
“Les volvió el alma al cuerpo”, graficó una fuente legislativa de la oposición, cuando en el Congreso se le preguntó cómo veía al oficialismo a partir de las novedades provenientes del gran país del Norte. No era para menos; de estar pidiendo la hora el viernes anterior, con la certeza de que solo el abismo estaba por delante, la semana arrancó el lunes con un panorama diametralmente distinto en los mercados.
Previamente, el fin de semana se había advertido sobre la necesidad de tomar medidas drásticas para evitar que el lunes todo volara por los aires. Lo que ni las mentes más frondosas imaginaban era que el mismísimo secretario del Tesoro de los Estados Unidos saliera personalmente ese día al rescate de la Argentina con un mensaje en las redes sociales que los mercados encontraron suficiente para cambiar radicalmente el clima: “Argentina es un aliado de importancia sistémica para Estados Unidos en América Latina, y el Tesoro está listo para hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a la Argentina”, señalaba un párrafo del largo posteo de Scott Bessent.
Ya en abril de este año, el influyente funcionario había visitado nuestro país en medio de las negociaciones con el FMI, el Banco Mundial y el BID. Ya en esa oportunidad se especuló con su objetivo de avalar el acuerdo con organismos internacionales y explorar nuevas líneas de financiamiento directo desde el Tesoro estadounidense. Finalmente, y a instancias del presidente Donald Trump, se acaba de oficializar el enfático respaldo de ese país al Gobierno de Javier Milei. Y decimos “al Gobierno de Javier Milei” porque el mensaje de la administración republicana deja totalmente claro que el objetivo es que Milei gane las elecciones y que en caso de que así suceda se accionarán las medidas anunciadas. Por lo que ha podido saberse, el Gobierno de Trump está dispuesto a asistirnos con un swap de monedas de 20 mil millones de dólares, compra de bonos argentinos y un crédito stand-by. Lo que sea necesario.
“Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, dice el dicho popular que calza justo para la ocasión, por lo que numerosas voces se elevaron para pedir explicaciones. Sobre todo en el Congreso, escenario de sucesivas y contundentes derrotas recientes para el Poder Ejecutivo, donde el primogénito de los Kirchner, presentó un proyecto para reafirmar las atribuciones exclusivas del Congreso en materia de endeudamiento y tratados internacionales, de modo tal que cualquier acuerdo con el Tesoro de los Estados Unidos sea sometido a la aprobación legislativa. Paralelamente, el diputado Itai Hagman -un hombre cercano a Juan Grabois- pidió directamente la interpelación de Luis Caputo. Fueron solo un par de los pronunciamientos que se conocieron frente a las noticias provenientes de los Estados Unidos, donde mientras tanto el presidente Javier Milei recuperaba la sonrisa del mismo modo que la centralidad.
Por primera vez al menos desde el 7 de septiembre, el Gobierno volvía a tener el dominio de la agenda. Fue justamente en una semana en la que en el Congreso se tomó una tregua prevista para volver a sesionar miércoles y jueves, en Diputados y el Senado, respectivamente. Para la Cámara baja, con una agenda que incluye el rechazo del veto a la ley de redistribución de los ATN y, sobre todo, convertir en ley la norma que rige los DNU: un tiro al corazón de la estrategia legislativa del gobierno libertario. Un proyecto que modifica la ley impulsada por Cristina Kirchner en 2006, que hoy cuenta con la anuencia de la exmandataria para que sea modificada -visto bueno relacionado con su certeza de que no volverá a ser presidenta-. Esa ley saldrá, como también es seguro que Milei la vetará y la resolución sobre el veto quedará para después del 26 de octubre. Probablemente el destino de la Ley 26.122 dependa del resultado de ese día.
En el caso de la Ley de ATN, dependerá de los gobernadores y el renovado poder negociador del Gobierno para frenarlo. Por lo pronto, es muy probable que el tema no alcance inicialmente los 2/3 necesarios para debatirlo sobre tablas y la resolución también se postergue.
Como sea, lo cierto es que la celeridad legislativa opositora se ralentizó cuando el viernes no salió la convocatoria prevista para sesionar el 1° de octubre. Con lo cual, no es seguro que haya sesión ese día; dependerá de que se pongan de acuerdo con el temario. Un factor que habría complicado el acuerdo en el seno de la oposición sería la intención de algunos de incluir la moción de censura contra Guillermo Francos por la inédita decisión de promulgar la Ley de Emergencia en Discapacidad suspendiéndola al mismo tiempo. Hay en la oposición voces que cuestionaron ir contra el único funcionario del Gobierno que realmente dialoga.
Sería otro hecho inédito para la administración mileísta: jamás el Congreso destituyó a un jefe de Gabinete. Previendo tal alternativa, desde el Gobierno ya adelantaron que si eso sucediera el presidente podría volver a designarlo. Por eso el constitucionalista Félix Lonigro sugirió la alternativa del juicio político, que incluye inhabilitación para ocupar cargos. “No puede ser de otra manera, porque no tendría absolutamente ningún sentido que el Congreso pudiera remover por Moción de Censura y que al día siguiente el removido sea repuesto en el cargo por el primer mandatario”, señaló. Se trata de un trámite muy engorroso que nadie imagina vaya a ponerse en marcha.
El conflicto se desató cuando el Gobierno promulgó el lunes 22 la Ley de Discapacidad, luego de que el veto fuera rechazado, pero la suspendió argumentando que el Congreso debía establecer las fuentes de financiamiento. La oposición plantea como contrasentido que ese mismo día el Gobierno dispuso suspender toda percepción de retenciones transitoriamente, lo cual implicó una pérdida de recaudación de mil millones de dólares.
A propósito de las retenciones, la medida fue dispuesta hasta el 31 de octubre, pero con el objetivo de que se liquidaran 7.000 millones. Lo cual se consiguió en apenas tres días, y el beneficio para el campo se suspendió. Así, la ilusión que entusiasmó a los productores fue efímera y se tradujo en fuertes críticas pues terminó beneficiando a un puñado de cerealeras.
En rigor, no tenía mucho margen el Gobierno pues el miércoles el secretario del Tesoro había dejado las cosas en claro al señalar que “estamos trabajando con el Gobierno argentino para poner fin a las exenciones fiscales para los productores de materias primas que conviertan divisas”. Previamente Scott Bessent había recibido el reproche de la American Soybean Asociation, que se quejó porque Estados Unidos no estaba realizando ventas de soja a China por los aranceles de represalia del 20% impuestos por China en respuesta a los aranceles impuestos por Trump. Lo cual beneficiaba a Brasil y Argentina, que se apoderaban del mercado. En ese contexto, declaró la ASA, “los agricultores leen titulares que no hablan de cerrar un acuerdo comercial con China, sino de que el Gobierno estadounidense está otorgando 20.000 millones de dólares en apoyo económico a Argentina, mientras que este país reduce sus impuestos a la exportación para vender 20 cargamentos de soja argentina a China en tan solo dos días”.
El acuerdo con Estados Unidos metió al Gobierno de nuevo en carrera: ningún oficialismo puede ser competitivo electoralmente con el dólar desbocado. Milei puede regodearse de que su afinidad declarada y hasta sobreactuada con su par estadounidense ha dado resultados. Eso sí, de lo que no quedaron dudas es que lo que tranquilizó a los mercados no fue la palabra de Luis Caputo, sino la de su par norteamericano. Como así también que la infalibilidad de la que se regodeaba hasta ahora el líder libertario ha quedado en tela de juicio.
En este contexto, la pregunta que ninguno de los periodistas afines que acceden al presidente le hará es muy simple: ¿si el programa de su gobierno es -o era- tan sólido, porqué tuvo que venir Washington a salvarnos? ¿Acaso los “econochantas” tenían razón?
La realidad es que, como hemos dicho, la ayuda del Tío Sam está supeditada al triunfo de Milei en las elecciones. A menos que se tomen literalmente las palabras de Trump y el crédito se estire hasta la eventual reelección del presidente argentino, que fue de lo que habló el presidente de los Estados Unidos. En este caso, son elecciones legislativas, en las que no necesariamente quien tenga más votos sea el ganador. Habrá que ver en definitiva cuál es la sensación que acompaña el resultado de ese domingo.
Porque un resultado victorioso de La Libertad Avanza elevaría el número de diputados de esa bancada a 80, en el mejor de los casos. Con un espacio de aliados que apenas superaría la veintena. Ni hablar si le fuera mal, pues no llegaría a los 70 diputados. En uno y otro caso, el Gobierno deberá reeditar desde diciembre el espíritu de la Ley de Bases para alcanzar los apoyos necesarios que necesitará para implementar los cambios que, en gran medida, se perdió de adelantar durante sus primeros dos años.
El anuncio del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, sobre un swap de US$20.000 millones con el Banco Central argentino y la eventual compra de bonos de deuda generó una ola de críticas de parte de los opositores en el Congreso. Legisladores de distintos bloques advirtieron que cualquier endeudamiento externo debe pasar por el Parlamento y alertaron sobre el impacto en la soberanía nacional.
El Gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles que negocia con la Argentina un swap de US$20.000 millones y que está dispuesto a comprar bonos de deuda en caso de que la situación lo exija. Además, ofreció un crédito stand-by a través del Fondo de Estabilización Cambiaria. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, aseguró que las negociaciones se realizan en estrecha coordinación con el Gobierno de Javier Milei para “evitar una volatilidad excesiva”.
La noticia generó inmediatas repercusiones en el Congreso argentino, donde referentes de distintos espacios opositores cuestionaron la falta de transparencia y advirtieron que cualquier acuerdo de endeudamiento debe ser aprobado por el Parlamento, tal como lo establece la Constitución Nacional.
La diputada Carolina Gaillard (UP–Entre Ríos) fue una de las primeras en pronunciarse: “Ese salvataje del que tanto se habla no es para la Argentina, es para Milei. A los argentinos nos hunde”, expresó. Gaillard, candidata a senadora nacional por la lista Ahora 503, acompañó un proyecto de resolución impulsado por Máximo Kirchner que exige que cualquier acuerdo financiero externo pase por el Congreso. “No se puede seguir gobernando a espaldas de la institucionalidad”, advirtió.
Desde Córdoba, la diputada Natalia de la Sota también se mostró preocupada: “El Congreso Nacional debe exigir toda la información: de qué se trata esta ‘ayuda’ y qué va a entregar Argentina a cambio. No vamos a permitir más ajustes, ni la entrega de activos, patrimonio y mucho menos la dignidad del pueblo argentino”.
El senador Martín Lousteau (UCR) comparó la estrategia del Gobierno con una peligrosa adicción al endeudamiento: “Te jugaste los dólares del colchón y fuiste al FMI. Te jugaste los del FMI y fuiste al Tesoro de EE.UU. Quizás sea hora de dejar de apostar y empezar a arreglar también la economía de la gente, no solo la de los bonistas”.
Facundo Manes, también de la UCR, planteó dudas sobre los términos del acuerdo: “¿De qué se trata este acuerdo? ¿A qué se comprometieron Milei y Caputo? ¿A cambio de qué? El sentido común no es destituyente. El pueblo quiere saber de qué se trata”.
Desde Encuentro Federal, Esteban Paulón fue tajante: “Si el nuevo endeudamiento no pasa por el Congreso, no deberá ser reconocido por las fuerzas democráticas de Argentina”.
DEUDA: SIN EL CONGRESO, NO!
Impulsamos una MEDIDA CAUTELAR AUTÓNOMA en la justicia para que el gobierno de @JMilei se ABSTENGA de avanzar en cualquier acuerdo de deuda sin antes pasar por el Congreso, informar detalladamente y obtener aprobación pic.twitter.com/6hudGGjCod
— Esteban Paulón (@EstebanPaulon) September 24, 2025
La camporista Gabriela Estévez (UP) sobre el anuncio de Bessent: “¿Tendrá alguna idea Milei de lo que significa la soberanía de un país?”, mientras que la exoficialista Marcela Pagano recordó que el artículo 75 inciso 28 de la Constitución otorga al Congreso la facultad exclusiva de autorizar el ingreso de tropas extranjeras y la salida de fuerzas nacionales, en referencia a la posible presencia de funcionarios estadounidenses en territorio argentino.
A su vez, Leopoldo Moreau apuntó contra el ministro de Economía: “Toto Caputo, si los elogios de Trump te pusieron al borde de las lágrimas y no sos capaz de conmoverte por las necesidades de los argentinos, me parece que tenés que revisar tus prioridades”.
A seis meses de la visita del secretario del Tesoro de EE.UU. a Buenos Aires, resurgen las especulaciones sobre una posible asistencia financiera directa a la Argentina. El antecedente mexicano de los años noventa sirve como espejo, pero las condiciones actuales distan mucho de aquel contexto.
Hace seis meses, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, pasó por Buenos Aires y dejó trascender que, de ser necesario, Estados Unidos podría asistir de manera directa a la Argentina con recursos del Fondo de Estabilización Cambiaria.
Ese Fondo, cuyo manejo directo pertenece al secretario del Tesoro con el aval del presidente, se usa en circunstancias muy excepcionales y sujeto a rigurosas condiciones.
El antecedente más relevante es el de México, que en 1994 enfrentó una crisis financiera severa, conocida como “Efecto Tequila”, que amenazaba con impactar seriamente en la vecina economía estadounidense.
De hecho, un informe del Sistema de la Reserva Federal (el Banco Central de Estados Unidos) pre-evaluó el daño potencial sobre la actividad doméstica y concluyó que podía generarles una recesión del 2%.
En ese marco es que, a principios de 1995, el Ejecutivo norteamericano asistió financieramente a México usando el denominado "Fondo de Estabilización Cambiaria", que administra el Departamento del Tesoro sin obligación de pasar por el Congreso y maneja dólares estadounidenses, monedas extranjeras y Derechos Especiales de Giro (un activo de reserva internacional propio del FMI).
En principio, la asistencia del Tesoro se aprobó por 20.000 millones de dólares, pero sólo se usaron 13.500 millones de esa fuente de financiamiento.
Con la asistencia complementaria del Fondo Monetario Internacional, bancos y entidades financieras multilaterales, se completó un paquete de ayuda cercano a los 40.000 millones de dólares.
En sólo dos años, México devolvió la asistencia al Tesoro de Estados Unidos, con intereses incluidos.
Eso sí, el país debió seguir pautas estrictas en materia de gasto público, debió mantener altas tasas de interés y puso como garantía los ingresos por exportaciones de petróleo, que se depositaban religiosamente en una cuenta del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, uno de los doce bancos de la Reserva Federal.
Dado que una eventual profundización de la crisis argentina no representaría amenaza alguna para Estados Unidos, y ni siquiera para nuestros países vecinos, es probable que detrás de semejante operación se muevan otros negocios.
Conociendo a Toto Caputo y su probado talento para el zarpazo antes de eyectarse, es oportuno preguntarse:
➤ ¿Tiene Milei el apoyo político y el aval social para garantizarle al Tesoro de Estados Unidos que cumplirá los condicionamientos sin conflicto social?
➤ ¿Milei tiene en mente que una eventual asistencia del Tesoro se complemente con recursos de fondos como PIMCO y Templeton? ¿A cambio de qué?
➤ ¿Cuáles son las "garantías" que Milei pretenderá entregar a cambio?: ¿activos de YPF?, ¿tierras raras?, ¿uranio?; ¿o un mix de todas ellas?
Argentina acelera hacia el abismo, arrastrada por una pequeña comparsa de fanáticos y ventajeros, amantes del riesgo y sus utilidades. Ojo al piojo!
Alejandro "Topo" Rodríguez es director del Instituto Consenso Federal
El presidente se mostró convencido de que la salida del cepo fue como preveía y pareció más entusiasmado con sus marcas en el streaming de Fantino. Ahora irá por más, para empujar la candidatura de Adorni en su objetivo de liquidar al Pro.
Hombre de la televisión, como se autopercibe, Javier Milei está siempre atento al rating. No es novedad; vale recordar que sus presentaciones en el Congreso fueron reprogramadas en función del prime time televisivo, a contramano de la tradición legislativa que le asignaba a esos actos el horario del mediodía. Por eso es que el viernes en el que se anunció la salida del cepo y el acuerdo con el Fondo, lo primero que preguntó al concluir la emisión de su mensaje grabado en Casa Rosada fue por el rating que había tenido.
Le dijeron que había superado los 28 puntos y él lo comparó con un partido de la Selección. Claro que, tratándose de una cadena nacional, lo suyo fue la sumatoria de todos los canales. Igual, la atención fue mermando conforme pasaban los minutos, pero siempre estuvo po encima de los 25 puntos.
Ni qué hablar de la entrevista con Alejandro Fantino, cuando estuvo a 15 minutos de romper el récord de la más larga de la historia, con 4 horas 39 minutos. Promediando la nota que se difundió por Neura, el streaming marcaba cerca de cien mil usuarios siguiendo el desarrollo de la nota.
Bilardista y por lo tanto “resultadista”, como suele definirse, el presidente está atento a esos detalles y por eso les dedica tanto tiempo. El lunes de la salida del cepo, consagró la mañana y la noche a dar reportajes. Consiguió así ocupar el centro de la atención en un día muy especial. Nobleza obliga, hay que reconocer que con la entrevista matutina asumió un riesgo grande, pues nadie podía asegurar que los mercados fueran a mostrarse dóciles ese primer día.
Así sucedió, y al presidente se lo vio esa tarde con su equipo económico en un festejo desbocado como si hubieran ganado el Mundial. Si la Scaloneta se burló esa vez de Francia, los libertarios se mofaron de los economistas con los que confrontan día a día. “Mandrilandia”, la marca registrada por el glosario mileísta. Y contra el periodismo crítico, al que se le asigna un maltrato sin precedentes desde la primera magistratura.
Milei estaba exultante ese lunes, después de haberse reunido con el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, un visitante infrecuente en cualquier país del mundo, que con ese gesto confirmó la sintonía extrema que mantiene el Gobierno de Milei con el de su amigo Donald Trump. Eso sí, aunque no menor, fue solo un gesto: quienes imaginaron que podría haber alguna línea de crédito directa de parte de la administración norteamericana, se quedaron con las ganas.
Incluso Scott Bessent dejó condicionantes, como el mensaje referido a la relación de la Argentina con China, que generó un inmediato pronunciamiento de la embajada de ese país, expresando un “profundo descontento y categórico rechazo”. EE.UU. quiere que nos deshagamos del swapp que acaba de renovar el gobierno argentino. Y sin asistencia externa, con plata nuestra, se aclaró. Habrá que ver de qué manera se las arregla esta administración que llegó con ánimos rupturistas con Beijing, que mutó luego hacia el pragmatismo argumentando que “ellos no exigen nada; lo único que piden es que no los molesten”. Esa visión reduccionista de las relaciones internacionales amerita una visión más amplia, pero también merecerá una adecuación, pues ya se ha visto que las exigencias del gobierno trumpista parecen ir bien en serio.
Lo cierto es que los cánticos, las notas de extensión récord y las condenas sin misericordia para toda visión crítica buscaron maquillar un cambio en el sistema económico -que fue lo que fue-, presentado como la “fase 3” de un plan que “marcha de acuerdo con lo planeado”. La consigna fundamental fue eliminar de la discusión la palabra “devaluación”, como así también borrar todo rasgo de rebrote inflacionario, consecuencia de la liberación del tipo de cambio. La verdad sea dicha, en la primer semana de apertura (parcial) del cepo el dólar se movió mínimamente, contradiciendo las nuevas listas de precios que recibieron los supermercados y contra las que el Gobierno reaccionó con métodos ajenos al espíritu original libertario.
Triunfalista, el presidente aclaró que el BCRA recién comprará cuando la moneda norteamericana esté por debajo de los mil pesos, y todo el mundo se pregunta por el dólar atrasado que al menos hasta el anuncio de la apertura del cepo era un problemón.
También el Gobierno se ocupó de contrarrestar los alertas sobre la inflación garantizando el presidente que dentro de un año será parte definitiva del pasado. Ese horizonte promisorio sucederá pasadas las elecciones, que todo indica que ganará. Lo anticipan las encuestas, e incluso un extenso informe de coyuntura elaborado por Sebastián Halperín que habla del fin de la luna de miel y del descenso presidencial en los sondeos, que como todos coinciden arrancó con el cuestionado discurso presidencial en Davos, siguió con el criptogate, el desenlace de los pliegos de Lijo y García-Mansilla y la violencia oficial en las marchas de jubilados. Esos son los hitos que analiza el estudio cualitativo realizado a través de grupos focales, que concluye adjudicando el declive en la imagen gubernamental a cuestiones de impacto directo en la vida cotidiana del ciudadano promedio, antes que a los episodios de mayor resonancia citados. El informe advierte sobre cierta tensión entre la realidad percibida y las expectativas iniciales en el plano económico, que conlleva a su vez un desgaste asociado al paso del tiempo sin registro de cambios sustantivos en un contexto de reducción del poder adquisitivo, y una singular preocupación ante lo que se considera como una desatención de sectores vulnerables.
La inquietud por las formas y el trato del presidente, y lo que se define como errores no forzados en el manejo de la agenda y estilo comunicacional, contribuyen a dar cuenta de los cambios en el humor social registrados en los últimos meses en la base de apoyo del Gobierno nacional. Con todo, prevalece una actitud de tolerancia entre los participantes de menor edad, que se fundamenta en la devaluación de expectativas como consecuencia de los fracasos asociados a las gestiones anteriores. Atento a esos sectores afines, el Gobierno eliminó esta semana los impuestos a los consumos con tarjetas en las plataformas de gaming como Steam y Playstation. Es una baja impositiva del 30%.
Como sea, el descenso en la imagen del gobierno nacional no se traduce en una reducción en la intención de voto en favor del oficialismo, o al menos no de manera significativa.
En este contexto, arrancó en Santa Fe el cronograma electoral con un resultado no demasiado auspicioso para el Gobierno, que participó sin alianzas y terminó tercero. Ganó con amplitud el oficialismo provincial, que recreó la alianza de Juntos por el Cambio que se impuso en 2023 con amplitud, pero de inmediato el oficialismo proclamó que “el gran perdedor” de esa elección había sido el gobernador Maximiliano Pullaro, que dicho sea de paso encabezó la boleta ganadora. Obsesionados por reescribir la realidad siempre a su favor, los dirigentes libertarios poblaron las redes sociales resaltando el “éxito” libertario en este primer convite electoral.
Cierto es que la alianza gobernante perdió 500.000 votos entre una elección y la otra y que el candidato de LLA, Juan Aleart, se impuso en Rosario. Promotores de la boleta única de papel con la que Santa Fe reemplazó en su momento a la vergonzosa Ley de Lemas, esa provincia picó en punta con la elección de figuras conocidas para poner al frente de las listas, de ahí a que aparecieran personajes como Miguel del Sel o Amalia Granata, pero sobre todo periodistas críticos encabezando listas. Es el caso de Aleart, protagonista de una triste historia de abusos, al que Patricia Bullrich ayudó mucho y terminó al frente de la lista de LLA que se impuso muy bien en Rosario.
Eso dejó muy contentos a los libertarios, pues siendo Rosario una de las ciudades más pobladas del país (es la tercera), les da la certeza de que les irá muy bien electoralmente en los principales distritos, comenzando por el que más les importa. Pues por encima del valor que implicaría ganarle al kirchnerismo en el principal distrito del país, lo que realmente obsesiona al Gobierno es vencer al macrismo en su reducto. Incluso sin ganar esa elección, que todo indica que ante la dispersión del voto de centroderecha terminará beneficiando al peronismo: la meta es dejar al Pro tercero, y con ello acelerar la disolución del partido amarillo y el ocaso del expresidente al que ya Milei no invita a comer milanesas ni entraña.
Las encuestas anticipan una pelea intensa por ese segundo lugar, y con la intención de desnivelar el presidente se meterá de lleno en la campaña. Encabezará un acto que esperan masivo en alguna plaza de la Ciudad y este lunes protagonizará otra maratónica entrevista, ahora con el Gordo Dan y esta vez con Manuel Adorni como coequiper.
Silvia Lospennato, por su parte, tendrá su protagonismo especial el jueves, si como todo parece encaminado el Senado convierte en ley el proyecto de ficha limpia que la diputada del Pro motoriza especialmente desde 2017. Habrá que ver si eso termina concretándose en una semana que se anticipa complicada para el oficialismo, comenzando con las interpelaciones del martes, y siguiendo al día siguiente con el arranque de la comisión investigadora del caso $LIBRA.