Los ciudadanos de los Estados miembros de la Unión Europea (UE) han acudido una vez más a elegir en forma directa a sus representantes en el Parlamento Europeo (PE). Este hecho, que viene repitiéndose desde 1979 cada cinco años, constituye un hito de trascendental importancia para la democratización continua de dicho proceso de integración.
Por Patricio Degiorgis
El PE es una cámara de representación popular que encuentra sus antecedentes inmediatos en las asambleas parlamentarias previstas por el Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), de la Comunidad Económica Europea (CEE) y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA/Euratom), creadas todas en la década del ´50.
En tales instrumentos jurídicos fundacionales, ya se preveía que las composiciones de los hemiciclos fueran determinadas por los ciudadanos de los Estados Miembros (EM), tanto a través de elecciones universales directas, como mediante un sistema electoral uniforme. Sin embargo, para que eso se plasmara en realidad, resultaban necesarias normas específicas de Derecho derivado que desarrollasen aquellos preceptos constitutivos. Así, mientras que en cuanto al primer punto, en 1979 los ciudadanos europeos comenzaron a elegir a sus representantes en forma directa cada cinco años, en lo relativo al segundo, aún no se han alcanzado los acuerdos necesarios para aprobar un procedimiento electoral uniforme, quedando las particularidades del hecho electoral a criterio de la normativa de cada EM.
En esta línea, entre los días el 4 y el 7 de junio de 2009, 375 millones de ciudadanos habilitados a votar (sobre un total de 491), nacionales de los 27 EM que integran la UE, pudieron acudir libremente a las urnas a fin de elegir a los 739 eurodiputados que los representarán en la VII Legislatura del Parlamento Europeo (2009-2014).
La evolución hacia un Poder Legislativo supranacional
El PE, cuya función esencial es la de representar a los pueblos de los EM, constituye el elemento democrático por excelencia en la estructura institucional europea, fundada sobre los principios de la representación y el pluralismo político. Sin embargo, dicha institución no ha contado desde su inicio con los mismos poderes que hoy ostenta, viéndose relegada por más de treinta años a actuar como una mera cámara consultiva en lo que a aprobación de normativa supranacional se refería.
No obstante ello, y más allá de lo estipulado por la letra de los Tratados, la seriedad del proceso de integración encarado, fue llevando a que los parlamentarios europeos no se resignaran nunca al papel secundario a ellos atribuido, sino que batallaran desde muy temprano para que el desequilibrio institucional a favor del Consejo de Ministros se viera progresivamente compensado por un aumento en las competencias del PE.
La principal conquista fue sin duda la aprobación del voto por sufragio universal directo, materializado en 1979; esto le imprimió al hemiciclo una legitimidad de origen con la que no contaba hasta el momento. A partir de allí, el Parlamento comenzó una progresiva conquista de facultades, poderes y competencias que lo fueron convirtiendo en una verdadera cámara legislativa a escala supranacional.
El hemiciclo cuenta hoy con cuatro procedimientos a la hora de participar en la aprobación de normativa comunitaria: el de consulta, dictamen conforme, cooperación y codecisión. Sin embargo, sólo el último, incorporado al Derecho originario por el Tratado de la Unión Europea (TUE) o de Maastricht, de 1992, otorgó finalmente al PE el rango de colegislador comunitario.
Así pues, y si bien resta aún mucho camino por recorrer, puede decirse que con cada reforma de los Tratados, el PE ha visto aumentadas sucesivamente sus funciones normativas, hasta convertirse en una verdadera cámara colegisladora junto al Consejo. De igual forma, sus competencias de control sobre las instituciones y políticas comunitarias, así como sobre el presupuesto de la Unión, han seguido la misma tendencia (de mayor democracia y participación ciudadana), fijada para este ambicioso proyecto de integración regional, que cuenta ya con más de cincuenta años de historia.
La VII Legislatura del PE
Por séptima vez consecutiva desde que tuvieran lugar las primeras elecciones al PE hace exactamente treinta años, los ciudadanos comunitarios concurrieron a las urnas para elegir a los 739 eurodiputados que los representarán a escala supranacional durante el próximo quinquenio. Este acto tiene una importancia política trascendental, ya que serán tales parlamentarios los que aprueben más del 70% de la legislación que afecte cotidianamente a la población de Europa en los próximos años, con la particularidad que gran parte de ella entrará en vigor en forma directa sin la intervención de los parlamentos o gobiernos de los EM.
Los cómputos de esta última elección arrojaron un claro triunfo para los partidos de centro derecha, quienes se impusieron en 22 de los 27 EM (en todos, menos en Eslovaquia, Estonia, Dinamarca, Grecia y Malta). Así, sobre un total de 736 bancas1, el Partido Popular Europeo (PPE) se alzó con el 36% de los votos y 264 bancas; el Partido Socialista Europeo (PSE), con el 22% y 161 bancas; el Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE), con el 11% y 80 bancas; el Grupo de los Verdes o Alianza Libre Europea (GREENS/EFA), con el 7% y 53 bancas; la Unión por la Europa de las Naciones, con el 5% y 35 bancas; el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL), con el 4% y 32 bancas; y el Grupo Independencia/Democracia (IND/DEM) con el 2,5% y 18 bancas. Los 93 escaños restantes, provenientes del 12,5% de los votos emitidos, fueron distribuidos en otros pequeños partidos y grupos políticos, en su mayoría extremistas y eurofóbicos.
En cuanto a la participación de la ciudadana en los comicios, debe decirse fue la más baja registrada desde las primeras elecciones de 1979. En ellas, había concurrido a las urnas más del 62% del electorado habilitado, bajando progresivamente en las sucesivas elecciones (en especial a partir de 1999) hasta alcanzar el 43% de media para este año. En los extremos, han sobresalido por un lado Bélgica y Luxemburgo, con más del 90% de concurrencia ciudadana, frente al 20% registrado en Eslovaquia o Lituania.
Ahora bien, al no haberse alcanzado aún acuerdo sobre un procedimiento electoral uniforme para todos los EM, resta como facultad de cada uno de ellos la implementación del sistema que consideren más conveniente para este tipo de elección supranacional. Así, y sin bien prevalecen los sistemas de representación proporcional y D´Hont (este último para el recuento de los votos y la atribución de escaños), las variantes de los mismos en cada EM se multiplican como el número de ellos.
Por un lado, para estas elecciones, la mayoría de países considera la totalidad de su territorio como una circunscripción electoral única. En todos, tienen derecho a emitir su voto los nacionales mayores de 18 años, y desde la entrada en vigencia del TUE, también aquellos que, siendo ciudadano de otro EM, residen en el propio territorio. Sin embargo, las diferencias entre lo que cada país entiende por “residente” han hecho que el ejercicio de este Derecho no sea igual en todos ellos.
En lo que a sufragio activo se refiere, el TUE concede a los ciudadanos comunitarios los mismos derechos que los relativos al sufragio pasivo, independientemente del lugar donde residan. De esta forma, todo comunitario residente en un EM del que no sea nacional, puede ser elegible en las elecciones al Parlamento Europeo en las mismas condiciones que los nacionales de dicho Estado. Sin embargo, las edades mínimas para ser candidato varían de país en país, así como las modalidades para presentar una candidatura.
Los desafíos inmediatos
Más allá de la extensa labor parlamentaria que establezca la agenda del nuevo PE, una de las primeras responsabilidades que ha tenido esta nueva Legislatura ha sido la de nominar a sus autoridades internas. En esta línea, el polaco Jerzy Buzek, del PPE, fue elegido en primera vuelta y por mayoría absoluta (555 votos sobre los 713 emitidos) como nuevo Presidente del Parlamento Europeo hasta enero de 2012. Reemplazó de esta forma al alemán Hans-Gert Pöttering, quien ejerció el cargo durante los últimos dos años y medio. Buzek fue primer ministro de Polonia entre 1997 y 2001 y estuvo al frente de las negociaciones de adhesión de Polonia a la UE. Por su parte, sólo 3 de los 14 vicepresidentes del PE pudieron ser elegidos en primera vuelta, al obtener la mayoría necesaria, debiéndose realizar nuevas votaciones para la elección de los 11 vicepresidentes restantes.
En cuanto a la aprobación parlamentaria de la nominación por parte del Consejo del Presidente de la Comisión (así como del resto de sus miembros), la misma debió aplazarse para septiembre, ante el temor de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE, de no contar en junio con una mayoría holgada que garantice una gobernabilidad suficiente para el nuevo Ejecutivo comunitario. La única candidatura presentada, fue la del actual presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Barroso, pero la misma mostró esta vez cierta resistencia por parte de los socialistas, los verdes y los liberales. Estos, exigen que Barroso presente antes de la votación de moción de confianza, un plan de acción y un programa de Gobierno concreto para la Unión. Ante esta situación, los Jefes de Estado y de Gobierno decidieron por prudencia, aplazar la presentación oficial de la candidatura del portugués.
Esta elección de la Comisión con participación y acuerdo parlamentario reviste una importancia fundamental, ya que el considerable poder del que dispone aquélla para adoptar medidas de ejecución en forma independiente, convierte a los instrumentos de control del PE en un elemento de suma importancia para la legitimidad democrática de la Unión Europea.
Así pues, completadas las nuevas conformaciones de estas dos instituciones supranacionales, una renovada etapa del proceso de integración comenzará a gestarse, marcado sin duda por las consecuencias que la actual crisis financiera internacional está teniendo en la economía real europea. De igual modo, no debería olvidarse el desafío que está implicando para la construcción comunitaria, el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa actualmente en marcha, en especial luego de “no” irlandés expresado mediante referéndum popular.
Degiorgis es especialista en Derecho Comunitario Europeo y profesor de Derecho Público de la Integración
