Los representantes de la izquierda en la Legislatura porteña se vanaglorian de mantener una costumbre digna de elogio, que han respetado a rajatabla. Es la de que acorde a la convivencia del MST e Izquierda Unida, cuando en la elección correspondiente no entra más de un legislador porteño, aquel reparte el tiempo de su mandato con quien le sequía en la lista.

Así pasó por ejemplo con Vilma Ripoll y, recientemente, con Patricia Walsh.

Pero lo que debiera ser un ejemplo de convivencia, parece haberse encontrado esta vez con escollos. El problema estaría en que en esta ocasión el traspaso de banca no pudo hacerse exactamente el 10 de diciembre, ya que como se recordará, al no haber habido sesiones durante el verano, Parrilli recién pudo asumir el primer día de este mes.

Lo cierto es que algunas de las cosas acordadas entre el flamante diputado y su antecesora parecerían no haberse respetado. Como dándole la razón a aquello de a rey muerto, rey puesto, el nuevo legislador habría desatendido acuerdos que tienen que ver por ejemplo con el mantenimiento del personal que correspondía a Patricia Walsh, y el tema desató una tormenta, de la que fueron testigos no pocos vecinos del despacho.

Parece que la cosa llegó tan a mayores que ni a Patricia Walsh dejan entrar ya en la oficina que comandaba…