Por Agustín Alvarez Parisi

Felices por el halago que representa haber sido considerados como los ganadores de la edición 2011 de los Premios Parlamentario, Marcelo Guinle y Ricardo Gil Lavedra recibieron bien temprano a esta revista para realizar la clásica entrevista que reúne a los ganadores de esta distinción en ambas cámaras. La cita fue en el despacho del chubutense en el Senado, y tras la misma el jefe de la bancada radical debió partir raudamente para participar de la maratón legislativa que la última semana involucró a los diputados nacionales en estos tiempos de extraordinarias. Al senador le esperaba lo mismo para la semana venidera.

De eso hablaron con Parlamentario: del trabajo legislativo en un año como 2011, marcado por elecciones nacionales y provinciales, y de cómo eso repercute en la actividad parlamentaria.

– Senador, ¿qué significa este Premio Parlamentario para usted?

– Es un halago, una distinción importante, el reconocimiento entre pares y de los periodistas que trabajan en esta casa, indudablemente hace que esto implique de alguna manera una responsabilidad, pero por otro lado representa sin ninguna duda una distinción que gratifica. Mucho más viniendo de una revista como Parlamentario, que hace este trabajo anualmente, que trajina en lo que es nuestra tarea diaria, que la hace conocer y que ha ganado no sólo experiencia, sino jerarquía y trayectoria en esta tarea. Por todo esto creo que obviamente es una distinción importante y así uno la recibe.

– ¿Y para usted diputado, qué significa este premio que también recibe por primera vez?

– De igual menara significa un halago, por el mecanismo para otorgarlo, sobre todo porque es a través de nuestros pares, asesores y periodistas, eso le da un gran sentido y sinceramente para mí es una distinción que me honra y por cierto, como decía el senador Guinle nos estimula a redoblar los esfuerzos.

– ¿Cuál es el balance que hace de este año legislativo?

MG.- Siempre se habla de la poca actividad legislativa, hay señalamientos en este sentido y que tienen que ver con lo difícil que resulta a veces construir agendas comunes y obviamente con períodos distintos en la vida democrática. Y esto no es tan fácil, lo que para unos es una agenda vital, para otros, inclusive en otros lugares del país, no lo es. Creo que este año en el voto se demostró cuales eran las cosas muy importantes de la agenda y qué importaba del otro lado. Estas cosas son muy volátiles, pero es cierto que hay toda una tarea que se realiza más allá de quien construya agenda. Si son los medios, si son los propios partidos que pueden conformar mayorías y armar esa agenda que a veces no coincide con la de nuestro pueblo. Es cierto que ha habido poca actividad a la hora de cristalizar legislación, y en alguna norma importante seguramente van a haber coincidencias. Hay otras que uno se lamenta por no poder haber avanzado en cuestiones que tienen que ver con otros temas, no necesariamente marcados en la agenda.

– ¿Por ejemplo?

– Alguna modificación en los temas energéticos, combustibles, huella de carbono… En definitiva, en otras cuestiones que creo que hacen también a una agenda muy importante en tarea legislativa. Pero es absolutamente necesario y prioritario poder tener clara una agenda común de temas que puedan conciliarse y que uno sepa que son la base de lo que aspiran los argentinos.

GL.- En el plano estrictamente legislativo creo que es muy pobre la actividad, en un año electoral donde desde marzo hubo elecciones en las provincias. Eso hacía, por lo menos en la Cámara de Diputados, que ningún bloque estuviera en condiciones de asegurar el quórum. Por eso tratamos de convenir una agenda de temas acordados para que el bloque tuviera responsabilidad absolutamente de todos. Sinceramente creo pudimos haber sacado muchas más leyes, incluso me da lástima que muchos proyectos de ley que ya tenían sanción del Senado y que fueron tratados en comisión para poder llevarlos al recinto, y no fue así. De todas maneras, siempre hay una visión que creo que es equivocada. Todos queremos fortalecer el Congreso, que recupere sus atribuciones y sus facultades; pero el Congreso, por sus propias características, no puede sancionar un gran número de normas. Son dos cámaras con grandes asambleas multitudinarias, representando múltiples intereses de sus partidos, la construcción del consenso y de acuerdos es muy laboriosa. Por lo tanto, el Congreso tiene que estar destinado a sancionar un determinado número de normas que sean el marco de grandes leyes donde se den las discusiones del conjunto de la sociedad. Es decir, sería imposible que el Congreso sanciones 500 leyes al año.

MG.- …Aparte se genera un cúmulo de legislación que tampoco parece razonable. Señala bien el diputado Gil Lavedra algunas leyes que en realidad marcan necesidades y agenda de nuestro pueblo en cuestiones vitales. Entonces, sí ahí uno trata de llegar a conciliar posturas, y en algunos casos estoy seguro de que hay amplias coincidencias. Otras que fueron notables coincidencias también con las distintas corrientes cruzadas a la hora de definir una votación, justamente porque se estaba buscando un consenso que en realidad cortaba transversalmente a los partidos políticos, y se lograron aprobar leyes importantes, lo que significó un claro avance. Pero es cierto, el Congreso es esto, es muy difícil avanzar sino logramos acordar una agenda mínimamente consolidada y poder concretarla más allá de los escarceos electorales absolutamente normales que nosotros vivimos naturalmente con mucha pasión. Pero aun en el medio de todo esto hay mucha gente que trabaja, que se compromete en el trabajo en comisión.

– Senador, usted presidió la Comisión de Acuerdos. ¿Está conforme con su labor?

– Mi comisión ha sido este año casi un ejemplo en cuanto a la necesidad de lograr consensos para poder avanzar. Es cierto, somos muchos menos bloques para acordar, funcionó casi sin problemas durante todo el año. La Comisión de Acuerdos es compleja, a veces con temas complicados donde no nos poníamos de acuerdo, pero trabajó y quedó virtualmente con el deber cumplido sobre el fin del año. Ha habido enorme voluntad para demostrar buenos resultados.

GL.- En Diputados no funcionaron con tanta regularidad porque generalmente en la Cámara baja las comisiones funcionan las semanas en que hay sesión. Es muy difícil reunir el quórum por la cantidad de miembros que tiene cada comisión.

– ¿Qué espera del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner?

MG.- En estos años ha habido cambio de paradigmas sustanciales que permiten mostrar como viable un país que no lo era. Hay que profundizar ese camino con más inclusión, mejor distribución del ingreso y más desconcentración. Cuando la señora presidenta dice que “no se la cree”, eso es muy importante, porque permite tener muy claro que pese a lo mucho que se ha hecho, aún resta mucho por hacer y enormes desafíos por enfrentar. Inclusive obliga a tener la actitud abierta de escuchar y no sentir como un enemigo a aquel que piensa distinto en el fragor del debate político.

– ¿Y a su criterio cómo será esta segunda etapa de la presidenta?

MG.- Por supuesto que lo que cualquier argentino espera del inicio de un período presidencial, luego de un apoyo popular tan extraordinario como ha tenido la presidenta, es que le vaya bien al país, todo el mundo quiere esto.

– ¿Cambiará en algo?

GL.- Por cierto que este segundo mandato se desarrolla en un contexto de mayores dificultades. Hay dificultades a la vista que hacen que deban hacerse correcciones. Sinceramente lo que yo quisiera es que cambie cierto estilo en la conducción de Gobierno, es decir muchas decisiones que puedan tener mayores costos puedan abrirse a mayor diálogo. En definitiva, todos los que estamos en la actividad política estamos imbuidos en tratar de mejorar la calidad de la gente. Nadie quiere el mal, por eso no hay verdades absolutas y no hay nada que sea irrefutable o dogmático. Quisiera que la presidenta sea más abierta. La política es como la física, cuanto más se concentra el poder en un punto, también más débil se lo hace, es una cuestión paradojal. Creo que este segundo mandato tiene que ser más abierto al diálogo, reconocer los problemas y terminar con este maniqueísmo de buenos y malos.

– ¿No considera qué se han hecho cosas buenas?

GL.- Claro que el Gobierno ha hecho cosas buenas, pero esto no significa no ver las cosas que están mal y tratar de corregirlas entre todos. En ese aspecto nosotros, desde el rol que nos dio el pueblo, que es el de la oposición, lo que aspiramos es acompañar todas aquellas iniciativas que puedan ser favorables para el bienestar general y oponernos en aquellas que nosotros consideremos que sean abusos o avasallamiento. Y a la vez tratar de construir una alternativa creíble; la democracia requiere constantemente ese juego dialéctico de recambio, pero para eso se necesita credibilidad y buenas ideas.

– El Frente para la Victoria tendrá mayoría en ambas cámaras. ¿Cómo funcionará el Parlamento teniendo en cuenta esta situación?

MG.- Esto ya se ha dado en algunos años anteriores. Pero volviendo a las palabras de Gil Lavedra, en realidad nosotros tuvimos etapas en el Senado de muy buena relación institucional, de discusión de ideas con las fuerzas en general y con el radicalismo en particular. Con una etapa después, cuando se constituye el Grupo A, en la que eso obviamente desaparece. Pero hubo una etapa de mucha madurez de una conducción que permitía vislumbrar los acuerdos, reconocer las cuestiones que se hacían bien y marcar lo que desde ese lugar se veía mal. Creo que fue posiblemente la mejor etapa de construcción en ese sentido.

– ¿Qué pasará en un futuro inmediato?

MG.- Aspiro a que esto vuelva a mostrar ese mecanismo, que lo podamos de alguna manera mostrar en discusiones racionales, maduras que cada debate traía. Creo que esto después se pierde con una serie de cuestiones; la oposición se para como puede, el oficialismo también se para como puede, hubo avatares electorales distintos. Pero si uno analiza hoy a partir de este resultado electoral contundente, puede decir que el apoyo ha sido tremendo, pero hay muchísimas cosas por hacer y muchos desafíos a enfrentar, donde es mucho más fácil hacerlo desde el convencimiento y desde la ayuda de todos.

– ¿Cuál es su mirada, teniendo en cuenta que el oficialismo tendrá mayoría en ambas cámaras?

GL.- No conozco todavía a los nuevos diputados del oficialismo, conozco solamente a los nuestros, pero el oficialismo tienen en la Cámara de Diputados muy buenos legisladores y lo que desearía es que pudieran obrar con mayor autonomía. Una cuestión es la dirección política, uno entiende que los legisladores del oficialismo tienen que acompañar la acción del Gobierno, esto es absolutamente razonable. Pero hay una inmensa cantidad de temas en los cuales el Gobierno tiene que soltar más las riendas a los legisladores y podríamos llegar a muchísimos más consensos.

– ¿Por ejemplo?

GL.- Le doy un ejemplo concreto: el año pasado estuvimos en la Cámara de Diputados discutiendo un proyecto de ley Penal Tributaria que había enviado el PE y llegamos a un acuerdo con el Frente para la Victoria y otras fuerzas. Pero no es cierto, o le informaron mal a la presidenta, que no lo sacamos porque no queríamos. No lo sacamos porque los diputados oficialistas no tenían la venia. Ahora el Poder Ejecutivo introduce este tema en extraordinarias y le levantan también la posibilidad de poder recuperar muchas de las cuestiones de este proyecto que ya tenía. El lunes en la comisión firmamos en cinco minutos el dictamen que ya teníamos listo hace un año, con dos observaciones, porque es imposible acordar en todo. Por eso, cuando se trabaja y se trabaja de buena fe, podemos llegar a muchas buenas soluciones. Pero no es tan sencillo tratar de digitar la tarea del Congreso de la Nación desde la Casa de Gobierno. Me parece que es un límite claro a las posibilidades que podríamos tener en ambas cámaras; en el Senado me parece que lo sufren menos.