Por José Angel Di Mauro
Una imagen cargada de simbolismo se dio el miércoles durante la maratónica sesión del Senado, que se extendió más de 13 horas y cuya primera mitad estuvo dedicada al debate del traspaso de subterráneos y colectivos a la órbita porteña. Durante esa discusión, pudo verse en uno de los palcos a diputados del PRO siguiendo atentamente los detalles de esa discusión que les merecía un interés principalísimo.
Esta semana tendrán oportunidad de protagonizar ese debate, pero durante el primer paso del trámite legislativo, el macrismo no fue más que un mudo testigo, al no tener representantes en el Senado. Por razones estrictamente electorales, la Ciudad es el único distrito del país cuyo partido gobernante no tiene representación en aquella cámara donde están los representantes de las provincias.
Eso tiene su explicación. Si bien el macrismo existe como fuerza política importante en la Ciudad de Buenos Aires desde 2003, cuando ganó la primera vuelta pero perdió con Aníbal Ibarra el balotaje, nunca pudo hacerse fuerte en elecciones legislativas nacionales. Ni siquiera en las de octubre pasado pudo imponerse, cuando Macri venía de arrasar por el 70%, ganando en cambio el kirchnerismo en el marco del huracán Cristina. Se votó para senadores en 2007 y en esa oportunidad, a cuatro meses de haber ganado Mauricio Macri la Jefatura de Gobierno, el PRO quedó relegado al tercer lugar en la elección para senadores, con apenas un 13,55 %, menos de la mitad que lo que obtuvo la Coalición Cívica, ganadora de esa elección en el distrito.
Hoy la de Elisa Carrió es una fuerza política en franca disolución, en otra muestra de lo efímero que puede ser -sobre todo en el distrito porteño- el favor de la sociedad, pero lo cierto es que el macrismo padece el karma de ser un partido fuerte a nivel municipal, con baja incidencia a nivel nacional. Cuenta apenas con once diputados nacionales, sin peso numérico cuando este miércoles el kirchnerismo transforme en ley el traspaso del transporte a la órbita porteña.
Esa realidad que habrá quedado expuesta en estas dos semanas en el Parlamento nacional grafica el mayor inconveniente que tienen las expectativas presidenciales del macrismo de cara a 2015. El PRO es fuerte en Capital Federal, e hizo una buena elección el año pasado en Santa Fe, encaramado en el fenómeno Miguel Del Sel, pero no ha logrado hacer pie en otras provincias, fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires, indispensable para albergar expectativas a nivel nacional. Por eso es que los radicales recelan del macrismo, atentos a las conversaciones que en la intimidad mantienen emisarios del PRO con intendentes radicales.
Ese encono que hoy divide a la UCR fue el que llevó al bloque radical del Senado a ser el único de la oposición que votó junto al kirchnerismo el traspaso del transporte. Esa actitud es además la que ha puesto de manifiesto diferencias claras en la bancada del partido centenario para el debate en Diputados. La resistencia radical tiene su razón de ser: saben en la UCR que independientemente de los muchos peronistas que se han integrado al PRO, ha sido ese partido el que más dirigentes le ha dado, con la diferencia de que los primeros mantienen la pertenencia original, mientras que los otros se han mimetizado con naturalidad dentro del macrismo.
Con todo, lo que resuelva el Congreso nacional en materia del traspaso de subtes y micros no será definitivo. Un día antes, la Legislatura porteña habrá aprobado una ley que reclamará precisamente ese traspaso, pero con recursos, e incluir al juego y el puerto, que asegurarían los fondos correspondientes y aun más.
El trámite tiene a la Corte como estación final e inexorable.
El Congreso ha mostrado en este primer mes de sesiones ordinarias una hiperactividad digna de destacar. El oficialismo le agregó al tema una premura extrema, forzando los tiempos para llevar al recinto los temas que más le interesan. Lo hizo esta última semana con la reforma de la Carta Orgánica del Central, cuyo dictamen se firmó el martes y debería haberse tratado el miércoles de la semana venidera. Pero el oficialismo acordó que la UCR le daría quórum para tener al día siguiente los dos tercios necesarios para adelantar una semana su tratamiento.
Ahora sucederá lo mismo con el traspaso del transporte a la Ciudad: el martes irán los funcionarios a defender el tema a un plenario de comisiones, se firmará el dictamen ese mismo día y al siguiente lo transformarán en ley. Lo pedís, lo tenés; de ahí el apelativo de “exprés” que con ironía y despecho define la oposición a este Congreso con mayoría K.
Poco puede hacer en ese contexto la oposición en el Congreso. Pero el que sí piensa que puede dar pelea, ubicado como hoy está en la vereda de enfrente, es el camionero Hugo Moyano, que cuenta los porotos para ver si puede mantenerse este año al frente de la CGT, mientras endurece radicalmente su discurso contra el gobierno en general y la Presidenta en particular.
El líder cegetista se ilusiona con ser reelecto y lanza sus diatribas, pero todavía no da un paso más en la confrontación: sabe que no están dadas las condiciones por ahora de lanzar un paro nacional. Eso sí, espera liderar la conflictividad social que supone sobrevendrá en un futuro cercano. Desde el entorno del camionero han deslizado además que el hombre ha vuelto a pensar en un salto a la política y sueña con que el hecho de ser el hombre que se le plantó desde el peronismo a Cristina rinda sus frutos. En un panorama opositor tan despoblado de figuras, el moyanismo se pregunta por qué no podría ser un sindicalista el que ocupe ese sitial.
Hoy muchos anti K ven a Moyano alto, rubio y de ojos celestes, y su palabra es escuchada atentamente. Para el mes de abril el jefe de la CGT tiene una invitación para exponer ante el Grupo Harvard, que integran estudiantes argentinos de esa destacada universidad norteamericana.
En el gobierno, en tanto, no muestran signos de preocupación por las actitudes de Moyano, como sí se registran en cambio en otros sectores del oficialismo, aquellos con mayor raigambre dentro del peronismo. A las cada vez más severas críticas del titular cegetista responden mostrando su alta imagen negativa. “Que Moyano le pegue a Cristina le suma a ella, no a él”, afirmó a este medio una encumbrada fuente del gobierno.
Tener como rivales a Mauricio Macri y Hugo Moyano es el escenario ideal, aseguran en el kirchnerismo. Atentos siempre a las encuestas, fuentes del gobierno aseguran también que más allá de los problemas que la pelea con YPF le trae con España, la pulseada les sirve a nivel interno. El 70 por ciento de la gente está a favor de la estatización de YPF, remarcan, y afirman tener sondeos similares con relación a la pulseada con el Reino Unido por Malvinas.
Sí admiten por lo bajo fuentes oficiales que no las tiene para nada consigo Amado Boudou, quien sí ha acusado los impactos del caso judicial que lo involucra. De ahí que se buscara sacarlo del ojo de la tormenta por unos días con su viaje a Corea del Sur y Emiratos Arabes Unidos, aunque al final se resolvió que no viajara.