Un 9 de julio más nos encuentra celebrando el aniversario de la Declaración de la Independencia. En 1816 los representantes de las provincias del Rio de La Plata, reunidos en Tucumán, proclamaban la ruptura categórica y definitiva de los vínculos con la Corona española. Se iniciaba así, el largo proceso de unificación nacional, que llevaría a la jura de la Constitución en 1853, también un 9 de julio. Aunque la conformación del Estado-Nación como tal, para la historiografía tradicional, se arraigaría recién en 1880.

Podríamos debatir cuándo la Nación logra su completa independencia y se establece como tal, se puede argumentar que fue con la Ley Sáenz Peña, por 1912; o se puede decir que recién en el 45´ la Argentina consolida un Estado para todos y cada uno de sus habitantes, logrando independizarse del sometimiento que ocasionaba el modelo agro-exportador.

De todas formas, no es mi intención realizar una historización de los procesos por los que pasó nuestro país, sino simplemente tomar esta fecha -el 9 de julio- como el inicio del camino por la Independencia Nacional, que tuvo marchas y retrocesos, pero que desde el 2003 estamos afianzando.

En lo que respecta a estos últimos años, podríamos citar la independencia económica, que gracias a la cancelación de la deuda con el FMI, devolvió al país la autonomía de decidir su rumbo económico; la energética, conseguida con la nacionalización del 51% de YPF; cómo la independencia política que demostró Néstor Kirchner, al decirle no al ALCA, apostando a la integración latinoamericana, por la que San Martín y Bolívar tanto lucharon.

Para ir finalizando, en esta nueva conmemoración, me gustaría remarcar que el proceso iniciado hace 9 años reafirma todos los días la Independencia, la Soberanía, y la Autonomía Nacional, que hace 196 años proclamaban -con los matices de la época- en el Congreso de Tucumán.

Silvina García Larraburu es diputada nacional.