Por Carla Froy

El amor no reconoce géneros”, reflexionó el senador Osvaldo López. Miembro de Nuevo Encuentro, asumió en la banca tras la muerte de Juan Carlos Martínez, y es el primer legislador homosexual que se casó tras la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010. En diálogo con Parlamentario, aseguró que es un paso más adelante en materia de conquistas sociales y que sirve para resistir “embestidas discriminatorias o estigmatizantes”. Además, criticó el papel de la Iglesia como constructora de tabúes que señala “lo malo” y por eso incita a su censura o castigo.

Por otra parte, se encuentra pujando fuertemente por la aprobación de un proyecto de ley que modifica positivamente la conectividad con Tierra del Fuego, el punto más austral de nuestro territorio, y la extensión de la ruta 40 hasta Ushuaia. “La iniciativa lo establece como política de Estado, no determina plazos ni tiempos”, aclaró.

– ¿Qué balance puede hacer desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario hasta la fecha?

– Es un balance sumamente positivo, porque hemos conquistado mayores niveles de libertad y fortalecido la construcción en derredor de la identidad. No se trata solamente de la igualdad de casarse sino la posibilidad de asumir la identidad personal que, entre muchas cosas, tiene que ver con la orientación sexual o la identidad de género.

– ¿Qué papel juega en esta conquista la identidad de género?

– Construir la identidad colectiva requiere que todos los habitantes que conformamos el pueblo tengamos nuestra identidad claramente establecida y plenamente asumida. No me parece posible que exista una identidad nacional con las identidades de nuestros ciudadanos falseadas u ocultadas. Entonces desde este lugar se teje la construcción político-jurídica para solucionar esta cuestión como lo es la Identidad de Género.

– Volviendo al tema del matrimonio igualitario, ¿se han visto relegadas las actitudes discriminatorias?

– En el caso del matrimonio, se trata de que uno pueda asumir públicamente su condición de homosexual en una oficina pública firmado en un acta pública. Además, a uno lo fortalece a la hora de tener que enfrentar o resistir embestidas discriminatorias o estigmatizantes y obliga a aquellos que las llevan a cabo a replantearse su cosmovisión. Es necesario admitir que la diversidad existe y que sea aceptada e institucionalizada por el Estado y así podamos vivir libremente como queramos en tanto nuestras decisiones no sean perjudiciales para terceros. La Ley de Matrimonio Igualitario no obliga a nadie a casarse con nadie, es tan solo una opción o una potestad puesta a disposición en igualdad de condiciones para quien quiera tomarla.

– ¿Estas prácticas discriminatorias se deben a cuestiones generacionales?

– En parte sí puede ser generacional. Esto quiere decir que en una línea del tiempo esto puede ir evolucionando. Por otro lado, las cuestiones geográficas pesan en tanto las percepciones en los distintos lugares. Pero, históricamente hay temas que han sido tratados como tabúes. “De esto no se habla”, se construye desde pequeños esta asociación con lo malo y por eso se calla. No pasó solamente con la homosexualidad, sino con la discapacidad, sectores laborales y el aborto, entre otros puntos. De ahí que lo malo debe ser censurado, nos enseñan eso en la Iglesia y en la escuela, y muchas veces ese señalar o castigar es una actitud discriminatoria.

– ¿Qué papel cumplió la Iglesia en la construcción de tabúes?

– La Iglesia es líder en la construcción de tabúes y de señalar lo malo o establecer qué es lo que tiene que ser censurado, castigado o merecedor del infierno de la conducta humana. Eso va demorando los cambios necesarios en la sociedad y causa mucho daño. No lo es sólo en materia de orientación sexual, sino también con otras cuestiones como el aborto o la educación sexual. Uno puede compartir o no, determinados valores religiosos, pero en función de esos mismos que la Iglesia profesa me parece que debiera tener una actitud inversa a la que tiene actualmente.

– ¿Qué opina sobre la postura que tuvieron algunos legisladores durante el debate por la sanción de la ley sobre un supuesto costo social?

– En el momento de la sanción de la ley, estaba como legislador de la provincia de Tierra del Fuego. Más allá de no participar en la votación, desde mi lugar me expresé a favor de la igualdad y la libertad de todos los sectores. Por asumir esa postura no he tenido que pagar altos costos como decir “¿con qué cara vuelvo a mi pueblo?”. Me parece que eran excusas, no creo que nadie haya sido cascoteado cuando volvió a su Provincia luego de la sesión. La sanción de la ley fue posible gracias a que nuestra sociedad entendió que esto era justo, que no perjudicaba a nadie, que institucionalizaba cuestiones vigentes.

– ¿El tiempo, finalmente les dio la razón?

– El tiempo transcurrido es demostrativo de que no se vino el fin del mundo, no se obligó a nadie a casarse, no se volvieron homosexuales los 40 millones de argentinos… El mundo continuó andando. Es particular señalar que un año y medio después cuando se sancionó la Ley de Identidad de Género, muchas de estas voces tan críticas no se escucharon. Entre una y otra ley hubo una maduración en la cabeza de los legisladores y se convencieron de que no iba a ocurrir una catástrofe.

– Muchos criticaron el tema de la adopción por un supuesto daño en el desarrollo del niño.

– Es muy difícil cambiarle la cabeza a alguien que tiene argumentos diametralmente opuestos. Lo que le va a desmentir es la misma evolución histórica de la aplicación de estos cambios. En unos años analizaremos qué pasó con estos niños y nos daremos cuenta que no ocurrió nada de todo lo perjudicial que suponían o amenazaban que iba a pasar. El amor no reconoce géneros y no es algo privativo o excluyente de parejas heterosexuales. Algunas veces se da una situación ideal que algunos tienden a construirla como la única situación posible. Quizás para algunos es la pareja típicamente conformada de acuerdo con el paradigma: mamá y papá e hijos. Pero fuera de lo ideal hay muchísimas situaciones que hay que contenerlas y dotarlas de un piso de protección social, seguridad y estabilidad afectiva. No creo que un niño adoptado por una pareja homosexual reciba ni más ni menos amor que el que se cría por una pareja heterosexual.

– ¿Ha sufrido algún tipo de prejuicio en el desempeño de su función pública?

– Afortunadamente no. En parte depende de lo que se transmite. Uno mismo habilita márgenes de intromisión. Si se va por la vida inseguro, del otro lado se capta esa inseguridad y se transforma en poder y prepotencia, algunos la canalxizan a través de episodios violentos, discriminatorios o prejuiciosos. Creo que si se está convencido de que tenemos derechos y garantías, se transmite esa convicción y fortaleza. El único margen que uno habilita para la interrelación social tiene que ver con las cuestiones propias de la vida pública, los otros aspectos se reservan.

Caminante no hay camino…

– ¿De qué se trata su proyecto sobre el cruce marítimo y la extensión de la ruta 40?

– El proyecto fue impulsado por Juan Carlos Martínez junto con Rosa Díaz que declara política de Estado la conectividad entre Tierra del Fuego y el continente. Debe aclararse que la Provincia tiene una particularidad ya que es una isla y está desvinculada de la masa más importante de nuestro territorio, por el Estrecho de Magallanes. Existen algunas implicancias y complicaciones en materia de conectividad e integración. Para salir de la Provincia es necesario ir a suelo chileno, hacer el trámite migratorio e ingresar luego a Santa Cruz.

– ¿Qué hay sobre la extensión de la ruta 40?

– La otra parte del proyecto que va en la misma línea cuando se declara política de Estado la conectividad jurisdicción argentina Tierra del Fuego-Santa Cruz extensión de la ruta nacional 40, que actualmente está prevista su prolongación hasta Río Gallegos, solicitamos que llegue hasta Ushuaia. En este segmento magallánico el cruce se realizaría a través de las embarcaciones. Así la ruta integraría a todo el país y además significaría en Tierra del Fuego una doble conectividad interna, ya que hoy en día sólo contamos con la ruta nacional N° 3. Contar con una vía de conectividad significa que una eventual contingencia que interrumpa esa vía deje incomunicada Ushuaia-Río Grande.

– ¿Qué ventajas tiene el proyecto?

– La construcción de nuevas rutas habilita otras potencialidades como el establecimiento de nuevos núcleos poblacionales. Tierra del Fuego se ha quedado chica como grupo de provincias en relación al movimiento migratorio muy intenso a tal punto de que hay una profunda crisis habitacional para acceder a su terreno. Como Provincia tenemos dos grandes ciudades y llega un momento que el crecimiento demográfico por migración y reproducción natural, difícilmente podrá ser contenido dentro de estas dos localidades. Además, la posibilidad de habilitar nuevos circuitos turísticos, porque es una inversión genuina que no depende de inversiones extranjeras, y permite la aparición de polos o circuitos productivos.

– Tras la aceptación unánime en el Senado, ¿podrá pasar la Comisión de Presupuesto en Diputados?

– Descarto que haya inconvenientes en Presupuesto, pero ciertamente tenemos que conversarlo. Esperamos que luego del receso se incorpore en la agenda de la comisión. Estimamos que por cómo se ha ido dando el proceso, todo indica que hay una coincidencia de todos los sectores políticos de no rechazarlo. La iniciativa lo establece como política de Estado, no determina plazos ni tiempos. La concreción de la obra no dependería del Congreso sino del Ejecutivo y no significa la sanción de la ley ninguna erogación. Incluso deben realizarse estudios previos de factibilidad, de suelo, el trazo de la ruta y el cruce por agua, entre otros aspectos.

– Si no se fijan los plazos, ¿no se corre el riesgo de que se dilate demasiado?

– Se viene dilatando desde hace 60 años, una demora de 4 o 5 años no sería nada. Me parece importante es que se explicita una decisión política legitimada unánimemente por los partidos políticos que da la pauta de que es el momento de avanzar.