En la última semana del año que acaba de finalizar, la Legislatura porteña fue inundada de panfletos contra el legislador del Frente para la Victoria Alejandro Amor, donde lo tildaban de “traidor”. La movida contra el diputado de origen sindical -es directivo del gremio municipales de la Ciudad de Buenos Aires, cuyos máximos referentes son los históricos Amadeo Genta y Patricio Datarmine-, tiene que ver con su promesa de alineamiento en la central obrera. Según los volantes diseminados por todos los rincones del Parlamento de la Ciudad y que lleva la firma del FpV y La Cámpora, Amor no sólo fue desleal con sus jefes sindicales, sino también con Julio De Vido y Amado Boudou, a quienes les habría prometido que su gremio iba a estar en la CGT-Balcarce. Más allá de los volantes, lo cierto es que el legislador navega a dos aguas. Como político integra el bloque kirchnerista y como sindicalista sigue a pie juntillas el alineamiento de su gremio en el moyanismo. Es la factura que le pasan los dirigentes porteños K.