El 2013 encontró al peronismo opositor casi sin vacaciones de cara a una estrategia política que le permita medirse con el oficialismo en las próximas elecciones legislativas. La fuerza donde conviven diputados y senadores de distintas huestes ya puso en marcha un rearmado donde se cruzarán varios caminos. Aunque el desafío es claro: jugar una carta fuerte que sea capaz de hacerle frente al kirchnerismo en el Parlamento nacional.

Desde el PJ disidente apuestan a que el electorado se inclinará por este espacio tras el “rechazo” demostrado en las últimas manifestaciones hacia la gestión de Cristina Fernández. Pese a ello, no todos tienen la misma visión sobre la unidad del interbloque, al menos en la Cámara baja, y de inmediato salen a flote algunas diferencias. Claro: se trata de un espacio heterogéneo donde conviven varias y distintas corrientes del peronismo.

En la búsqueda del candidato, en la que serán claves las elecciones primarias, hay más de un referente que espera entablar alianzas y posicionarse ante la opinión pública. Mientras el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el intendente de Tigre Sergio Massa definen si jugarán por dentro o por fuera del kirchnerismo, el diputado Francisco de Narváez podría volver a unir lazos con el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, para reflotar la extinta Unión Pro, aunque tal vez ahora está más cercano al gobernador del mayor distrito del país.

En tanto, muchos legisladores que responden a los hermanos Rodríguez Saá podrían pasar a engrosar las filas del mandatario cordobés José Manuel de la Sota, si Alberto no decide competir. Las especulaciones están a la orden del día.

Idas y venidas

Ya a mediados del año pasado, el presidente del bloque Frente Peronista en la Cámara de Diputados, Enrique Thomas, había confesado a Semanario Parlamentario que, pese a que “en el bloque hay muchos diputados con peso específico propio, no hay una voz de mando como en otros bloques que bajan línea”, como la presidenta Cristina Fernández en el Frente para la Victoria. Empero, consideraba que la bancada tenía un perfil democrático y discutía en su interior todos los temas, opinión no compartida por algunos de sus colegas que militan en el espacio político.

A fines de diciembre, la heterogeneidad del peronismo opositor provocó la primera baja: el líder del gremio de los petroleros, Alberto Roberti, destapó la olla y le soltó la mano a su socio político, Francisco de Narváez, al confirmar su alejamiento del bloque.

Ya como referente del massismo, Roberti adelantó a Semanario Parlamentario que en febrero se lanzará un nuevo espacio, el Frente Renovador Peronista, que reunirá tanto a peronistas disidentes como a sindicalistas e incluso a oficialistas, aunque no dio nombres. “En el bloque siempre primó decir que no a todo lo que sea del Gobierno, cuando hay muchas cosas que se han hecho bien, y otras por corregir”, justificó.

Roberti confirmó de esta manera su alineamiento al exjefe de Gabinete de Néstor Kirchner, aunque sin dejar de reconocer la gestión de Scioli. Consideró que “el bloque no ha generado consenso y discusión en temas importantes”, tales como la expropiación de YPF -que él apoyo, a contramano de su bancada-, la seguridad, la inflación y los jubilados, y sentenció que “el peronismo de la provincia de Buenos Aires exige a sus hombres ponerse al peronismo al hombro”. Mónica López, su mujer, es titular del bloque de Unión Celeste y Blanco en la Cámara de Diputados bonaerense y hasta ahora sigue en las filas denarvaístas.

La salida de Roberti dejó al bloque con 20 integrantes netos, a los que hay que sumar a la aliada de Raúl Castells, Ramona Pucheta (Socialista del MIJD); la exdenarvaísta Graciela Ocaña y otras tres figuras que se incorporaron a la bancada a fines del año pasado: el sanjuanino Eduardo Ibarra y los delasotistas Francisco Fortuna y Estela Garnero (Córdoba Federal), de manera que el frente arrancará el año legislativo con 25 escaños y un arduo desafío: retener las 17 bancas que pondrá en juego.

Por el momento, la dupla Rodríguez Saá suma nada menos que siete soldados: Walter Aguilar, Alberto Asseff, Ivana Bianchi, Edgar Müller, Sergio Pansa, Alberto Pérez y Nora Videla. Pero en el caso de que Alberto no decida jugar -Adolfo, el senador, tiene mandato hasta 2017-, lo más probable es que esta nómina de diputados aúne esfuerzos con De La Sota, que incluso podría contar también con el apoyo del mendocino Thomas y de la diputada entrerriana María Cristina Cremer de Busti.

Alfredo Atanasof, un denarvaísta, se reconoce ahora más cercano a Macri, aunque hasta ahora no tiene nada cerrado: “Estamos encontrándonos y buscando coincidencias”, comenta. El bonaerense espera definiciones hacia febrero, pero admite que hay una “gran afinidad” con el jefe de Gobierno porteño. “En la provincia de Buenos Aires vamos a hacer una muy buena elección”, auguró.

En tanto, Eduardo Amadeo comparte con integrantes del macrismo el Grupo de Acción Política para la Unidad (GAPU), un espacio que, según adelantó el jefe de la bancada, Federico Pinedo, será una opción electoral el año que viene. En diálogo con Parlamentario el bonaerense confesó que sería una “excelente alternativa” reactivar Unión Pro, que en 2009 llevó al éxito la fórmula De Narváez-Solá (hoy aliado ocasional K), aunque pone sus fichas en la ecuación Macri-Massa. ¿Y De Narváez? “No ha expresado claramente su posición”, aclaró.

Lo cierto es que el empresario cuenta con dos fidelidades: las de Natalia Gambaro y Gustavo Ferrari. “Desde el denarvaísmo estamos procurando conformar un frente electoral donde devengan todos aquellos que puedan conformar una unidad que se plante y que le ponga un límite al kirchnerismo en la cantidad de diputados por si tienen otra vez el deseo reeleccionista”, explicó Ferrari a Semanario Parlamentario.

Mientras tanto, Claudia Rucci, cercana al dirigente de los peones rurales Gerónimo “Momo” Venegas, coquetea con De La Sota, quien se mostró comprometido con la reapertura de la causa por la muerte del padre de la diputada, José Ignacio Rucci.

Otro que mueve fichas es Alberto Asseff, quien ingresó al Congreso de la mano de Adolfo Rodríguez Saá: “Apuntamos a crear una confederación de partidos que le dé estabilidad y unicidad a un acuerdo político que debe dejar de ser solamente transitorio, electoral, para ser permanente, programático, para sustentar una estrategia política no solamente pensando para la elección de 2013 sino también para 2015, pensando una estrategia de país”, indicó a este medio.

Una aliada del interbloque, Graciela Ocaña, ya tiene la cabeza en disputar la jefatura de Gobierno porteño. De cara a las legislativas del año próximo, la diputada formó junto al legislador porteño Daniel Amoroso un nuevo partido, Confianza Pública, pero confió que su “sueño” es “gobernar la Ciudad de Buenos Aires”. La diputada aseguró que no tiene problema en “conversar con otros espacios” y remarcó la buena relación que mantiene con los integrantes de la fórmula electoral Udeso (Alfonsín-De Narváez), que la llevó al Congreso para luego disolverse.

En cuanto a los diputados que militaban en el duhaldismo, Graciela Camaño, Carlos Brown y Eduardo Amadeo ya trazaron su futuro camino político. La legisladora ya se muestra como una de las referentes de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires, mientras que Brown aún está dudando si jugar con De la Sota o alinearse tras la figura del intendente de Tigre. Pero todo indica que se inclinará por el massismo. En tanto, Amadeo no tiene dudas en cuanto a su realineamiento.

Hoy por hoy, el interbloque en Diputados cuenta con otra aliada: Ramona Pucheta, mano derecha de Raúl Castells, quien difícilmente encuentre otro espacio que la cobije.

Las cartas están echadas, aunque falta definir cómo jugarán los diferentes líderes del peronismo anti K, la mayoría de los legisladores ya están decidiendo donde jugar.