Desde las elecciones de 2003 en adelante, con alguna excepción en el medio, las mayorías políticas en la Ciudad de Buenos Aires las han obtenido el macrismo y -en menor medida-, el kirchnerismo. De una u otra manera se las han ingeniado ambos para convencer a porteños y porteñas de las virtudes de su acción de gobierno y de la credibilidad de sus propuestas y promesas.
Esto, lo han logrado -hasta ahora-, no sólo por el hábil uso de sus poderosos sistemas de propaganda, expertos en vender gato por liebre y en pintar bella hasta la realidad más oscura, sino también porque no hemos logrado todavía vertebrar unitariamente una vigorosa alternativa a ambos proyectos.
Ahora es el momento. El relato progre del kirchnerismo se desmorona a ojos vista, y su lugar lo va ocupando cada vez más la soberbia, la impunidad, el desprecio y la agresión a quienes no piensan como ellos, el trato de enemigos a quienes se les oponen. Inflación que extiende la pobreza, búsqueda de someter a otros poderes del Estado, impuestos a los trabajadores, funcionarios que no pueden explicar sus bienes, utilización del miedo para acallar voces, ya no se pueden ocultar y crece el repudio a todo ello.
También flaquea el relato del buen gestor de Mauricio Macri. Basta mirar lo que dicen las encuestas de su imagen; las serias, no las que encarga Durán Barba. La basura se ha enseñoreado con la Ciudad, llueve y hay que sacar el kayac, la telenovela del subte tiene de rehenes a los usuarios desde hace un año, la inseguridad está vivita y coleando también por los barrios en que anda la policía metropolitana, la salud y la educación bien gracias, subas de impuestos y tarifas para todos y todas y de los baches y las veredas ni qué hablar. Con Boca habrá ganado pergaminos el hombre, pero de jefe de Gobierno le faltó traerlo a Carlitos Bianchi para que lo saque del pozo. Y encima dice que quiere ser presidente. Dios nos salve.
Ahora, entonces, es el momento de desplazar de la mayoría política de la Ciudad al macrismo y al kirchnerismo. Ese es el reto en las elecciones de 2013. Desafío para los dirigentes y partidos progresistas, democráticos, honestos de Buenos Aires, al que no se le puede anteponer intereses estrechos. Es hora de actuar con grandeza, con amplitud, espíritu unitario, y decisión también. El FAP arañó el primer lugar en las presidenciales en este distrito, la gran ventaja en el orden nacional de Cristina Kirchner se adelgazó sustancialmente aquí. Además, como dice Hermes Binner, la foto ahora no es la del 54%, tampoco la del del 65% previo del Pro. Cuesta abajo en la rodada, diría el tango.
Con Alfonso Prat Gay, Victoria Donda, Ricardo Gil Lavedra, María Eugenia Estenssoro y otros destacados referentes, hemos dado los primeros pasos fundantes de un gran espacio político electoral que forje una nueva mayoría porteña. Faltan otros dirigentes que deben, sin dudas, estar. Si nos unimos es posible.

Humberto Tumini es secretario general de Libres del Sur