Sorprendió la Presidenta por partida doble. Primero, con su durísimo discurso en Lomas de Zamora, donde exteriorizó quejas esta vez dirigidas al plano interno. Suele suceder que las palabras presidenciales merecen diversas interpretaciones, pero esta vez no fue el caso: claramente parecieron tener un destinatario preciso: el gobernador Daniel Scioli.

Sorprendió también más tarde con los cambios de gabinete. En realidad, un corrimiento que no generará el más mínimo efecto en la sociedad, pero que atendió también cuestiones internas. Parece que Cristina decidió el último jueves definir temas que ya venía cavilando hace rato y que concretó ese día.

En lo que respecta al pase de facturas para Scioli, la ruptura es evidente. Podrá suponerse que la situación parecía estar peor el año pasado, cuando la crisis por el pago del aguinaldo, aunque en esa oportunidad la sangre no llegó al río. Pero la sensación de ruptura definitiva pareció sobrevolar el ambiente el jueves, después de que Cristina dijo lo que dijo. Al gobernador se lo vio ofuscado y afirman que concluido el acto se fue sin saludar.

Sus allegados apenas atinaron a sugerir que no necesariamente el reproche presidencial pudo haber estado dirigido exclusivamente a él. “Una cuotaparte podría corresponderle a Massa”, sugirió a este medio una persona cercana al mandatario provincial, aunque tampoco muy convencido.

Como para que no quedaran dudas, la flamante presidenta del bloque oficialista de diputados la emprendió al día siguiente también contra el gobernador, al que reclamó con tono de cancha “defender los trapos”. Pero hubo una señal aún más clara: ese mismo jueves, el jefe de Gabinete y el ministro De Vido recibieron a 15 gobernadores para analizar el Plan Quinquenal de Infraestructura 2013-2018. Estuvieron los gobernadores de Catamarca, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Río Negro, San Juan, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Todos peronistas o aliados fervientes. El detalle está en los que no fueron convocados: Mauricio Macri, el santafesino Bonfatti, el puntano Poggi, el correntino Colombi, y hasta los aliados Jorge Sapag, de Neuquén, y Fabiana Ríos, de Tierra del Fuego. Mucho menos invitaron a los peronistas De la Sota (Córdoba) y Peralta (Santa Cruz)… y a Daniel Scioli.

Mientras se acerca el pago del aguinaldo, instancia para la cual allegados a Scioli sugieren guardar calma, el conflicto con los docentes bonaerenses sigue su ruta. Con la paritaria cerrada desde el 15 de marzo, el gobierno bonaerense dice que su mayor y último esfuerzo fue mostrar vocación de ampliar la oferta con 400 pesos y recuperar los días sin descuentos, cosas que no fueron aceptadas. Así las cosas, el conflicto entró a vía muerta para el gobierno bonaerense que insiste en apostar como única alternativa al poder de erosión que les puede brindar el descuento de los días no trabajados. La administración sciolista dice saber a través de un simple testeo entre los docentes comunes que estos no están de acuerdo con la metodología aplicada. Si bien no están conformes con el aumento ofrecido, menos lo están con los 200 pesos por día de promedio que les descuentan por paro. Es algo muy difícil de sostener, sobre todo porque no pueden recurrir ya a la Justicia pues la Suprema Corte ya se pronunció avalando la decisión oficial.

Van doce días de huelga y las cuentas certifican que esa metodología se hace muy difícil de sostener para los maestros.

Sorprendieron las modificaciones en el Gabinete, pero no porque se tratara de ministros afirmados en sus puestos. La sensación es que había alguien que se tenía que ir y otro al que debían hacerle un lugar. Nilda Garré llevaba mucho tiempo con un pie afuera del cargo, y eso quedó más claro cuando las inundaciones, en las que la Presidenta la ignoró olímpicamente y apareció junto a Sergio Berni, a quien muchos imaginaban reemplazándola. Que no haya sido así da pie a imaginar que podría aparecer dentro de tres semanas en la lista bonaerense del kirchnerismo. O que siguen pensando en el lugar expectante que le guardan en el Senado bonaerense, donde está en uso de licencia. Igual, el militar retirado seguirá manejando el ministerio como en la actualidad.

Resultó para algunos curioso que corrieran a Arturo Puricelli del Ministerio de Defensa, no porque le asignaran estabilidad alguna en ese cargo, en el que había llegado a trastabillar seriamente cuando el embargo de la Fragata Libertad. La serie de sucesos posteriores no hizo otra cosa que oradarlo más: el hundimiento del Santísima Trinidad e irregularidades en la Campaña Antártica le generaron innumerables pedidos de informes en el Congreso y hasta denuncias. Pero el kirchnerismo no suele echar a sus funcionarios bajo presión opositora. Y mucho menos probable resultaba con Puricelli, un santacruceño que fue un histórico rival de Néstor Kirchner en su provincia.

Derrotado en ese ámbito, Puricelli se retiró y recién volvió a la política durante la gestión presidencial de Eduardo Duhalde, para ocupar la Secretaría de Asuntos Provinciales, que dejó enojado cuando el entonces presidente eligió a Kirchner como delfín. Pero las “diferencias irreconciliables” quedaron de lado en 2006, cuando Kirchner lo puso al frente de Fabricaciones Militares, cargo del que en 2010 saltó a Defensa. En tiempos en que los ex funcionarios K se transforman en enconados adversarios y filosos comentaristas de la realidad, si algo no desea CFK es tener a ese viejo rival en la vereda de enfrente y enojado.

Al que había que hacerle un lugar es a Agustín Rossi, a quien hubo kirchneristas que alguna vez imaginaron como un potable sucesor, habida cuenta de su capacidad y muestras de lealtad. Pero todo eso no fue suficiente para asegurarle ahora un mejor cargo. El ahora expresidente del bloque K de diputados, que durante sus ocho años de gestión sólo fue derrotado con la ley del 82% móvil, aspiraba a intentar renovar su banca, pero se había convertido en un lastre para el peronismo santafesino, que ya en 2011 con él como candidato a gobernador tuvo su peor elección. No era viable entonces que encabezara la lista y en puestos expectantes era improbable que resultara elegido, por lo que Cristina le soltó la mano. Ahora podrá poner como candidatos al exgobernador Jorge Obeid y a María Eugenia Bielsa, con quienes el PJ santafesino vuelve a ser competitivo.

Dadas las circunstancias, no puede tomarse esto como un castigo para Rossi -que ya se venía haciendo a la idea de su destino ministerial-, pero no debe estar para nada halagado de desembarcar en el ministerio de menor visibilidad y recursos. A menos que lo tome como una escala previa a una renovación verdadera del Gabinete pasadas las elecciones, en la que pueda recaer en una cartera más política, acorde a sus antecedentes.