La reacción inicial del kirchnerismo respecto de la designación de Jorge Bergoglio como Papa debe haber sido seguramente más sincera que la que, pasada la sorpresa original, mantuvo posteriormente. Ese inocultable fastidio basado en la “no relación” existente hasta entonces entre las partes, cambió cuando Cristina alcanzó a verificar a tiempo que continuar la guerra fría con tamaño adversario podría volvérsele en contra dramáticamente.

El hábil reacomodamiento a las nuevas circunstancias -tan poco común para las costumbres kirchneristas- rindió sus frutos y la Presidenta hasta logró sacar rédito de la buena nueva. Privilegiada por el protocolo vaticano, Cristina fue la primera jefa de Estado en ser recibida por el nuevo pontífice y la primera en saludarlo cuando su coronación; un envidiable nivel de exposición a nivel internacional y una vidriera preferencial en lo local, cuando todos los argentinos se deslumbraron con la entronización del argentino que más lejos ha llegado mundialmente.

Fue una demostración de pragmatismo puro de parte del gobierno. El mismo que hizo pensar al kirchnerismo que convertido en Francisco, Bergoglio tendría preocupaciones mucho más grandes de las que ocuparse y ya no sería una piedra en el zapato aquí. El tema es que el Papa argentino vive en Roma, pero mantiene su corazón en Buenos Aires, por lo que dedica no menos de una hora diaria para mantenerse al tanto de lo que aquí sucede, y más tiempo le suma si se mide el que pasa con compatriotas que lo visitan. Y cada vez que puede envía señales, como hizo de entrada cuando incluyó personalmente a Mauricio Macri entre las personalidades que podrían saludarlo en la fiesta de su entronización.

Si la Iglesia ha ejercido siempre una influencia notoria dentro del sindicalismo local, ese rol se ha potenciado con la llegada de un argentino a lo más alto del Vaticano. Habituales viajeros a Europa, varios popes sindicales aprovecharon sus viajes a la OIT para hacer una escala en Roma y saludar a Francisco, quien les dejó siempre una recomendación clara: “Unanse”. De ahí cierta modificación en los discursos de los sindicalistas de las últimas semanas. Y también las señales: Antonio Caló se abrazó con Hugo Moyano en Mar del Plata y la imagen quedó graficada en fotografías que los mostraron sonrientes. Fue en el marco de una jornada organizada precisamente por la Conferencia Episcopal de Pastoral Social. Es difícil decirle que no a un Papa.

Si bien ese día los dos jefes cegetistas aclararon no estar peleados y hablaron de buscar la unidad, las usinas oficiales se encargaron en los días posteriores de difundir declaraciones de Caló en las que aquel mostraba su fuerte respaldo al gobierno y sus políticas y descartaba una unificación. Pero mientras tanto se dieron otras señales como el portazo de Oscar Lescano, quien suele expresar en público lo que los sindicalistas hablan en privado. El líder lucifuercista no ocultó su desencanto con el gobierno, para el que no ahorró críticas y anunció que se apartaba de la CGT oficialista.

Al ruido generado por la relación con el mundo sindical habrá que sumar inexorablemente el mayor dolor de cabeza que tuvo el gobierno esta semana, con el insólito paro de los maquinistas ferroviarios y su posterior desmadre en Constitución. Llamó la atención sobre todo por tratarse de uno de los gremios más cercanos al gobierno, como es La Fraternidad. Aunque en este caso, más que razones políticas influyeron cuestiones internas.

El paro sorpresivo fue dispuesto al día siguiente de que el gobierno difundiera profusamente un video del choque del tren en Castelar, con la clara intención de abonar la teoría de las responsabilidades del maquinista en la tragedia. En el mismo se ve la grabación externa, lo que sucede al comando de la formación forma parte de las presunciones que podrían estar esclarecidas de existir imágenes del interior de las cabinas, como ahora pretende instrumentar el Ministerio del Interior y Transporte, verdadero motivo del paro del miércoles, como confiaron en off fuentes sindicales a este medio. Es común ver a un maquinista acompañado y charlando, o bien atento a su celular, igual que sucede con los policías en la vía pública o los propios automovilistas a diario, admitió un trabajador del sector.

Con todo, la realización de un paro de esas características por parte de un gremio “amigo” a pocas semanas de una elección es una situación inédita durante un gobierno peronista. Como una compensación pequeña, pero compensación al fin, el kirchnerismo resaltó esta semana la victoria “contundente” en FOETRA del oficialismo, que se mantiene claramente alineado con el kirchnerismo.

Pero otro paro atraerá la mayor atención esta semana: el de los camioneros, que hará de este lunes una suerte de puente con el feriado del 9 de Julio, en el que seguramente la Presidenta aprovechará para responder lo que pueda decir Hugo Moyano este lunes en Plaza de Mayo. Se descuenta que la medida de fuerza de los camioneros será contundente; en esas lides Moyano es más eficaz que en la arena política, donde su Partido por la Cultura, la Educación y el Trabajo no ha tenido la repercusión que sus mentores esperaban. Sólo ha logrado insertarse con éxito en la lista bonaerense de Francisco de Narváez, donde Moyano ocupa el simbólico puesto 35 para diputados, atento a la obsesión del “Colorado” por asegurarse una buena fiscalización de los comicios en los que la irrupción de Sergio Massa lo ha neutralizado dramáticamente.

En efecto, el intendente de Tigre se mantiene al frente en los primeros sondeos, con unos 35 puntos, que es más o menos el porcentaje que obtuvo la lista de De Naváez cuando en 2009 doblegó a la de Néstor Kirchner. Entonces, el kirchnerismo consiguió 32,18 puntos, que es la base que espera alcanzar ahora. Mientras tanto debe lidiar con el peso del desconocimiento de su primer candidato, que se ubicaría hoy en la franja de los 25 a 30 puntos. En 2009 Nuevo Encuentro se alzó con un 5,53% que hoy habrá que ver adonde van, mientras que el Acuerdo Cívico y Social tuvo 21 puntos, base de un voto opositor que se repartirá entre los terceros en discordia, Stolbizer y De Narváez. El FpV seguirá insistiendo en ubicar en la vereda opositora a Sergio Massa, consciente de que el intendente suma parte del voto kirchnerista.

Martín Insaurralde hace campaña con actos diarios y es apuntalado por el vicepresidente Amado Boudou, con quien lo vincula una vieja relación política. Cuenta también, claro está, con el papel preponderante de Cristina Kirchner, y la inestimable colaboración de Daniel Scioli, quien está convencido de que la mano que le de al intendente de Lomas no le resta en absoluto y, por el contrario, cierra bocas de quienes lo critican en el mundo K. El gobernador no cree que cualquiera sea el resultado de estas elecciones vaya a enterrar sus expectativas presidenciales y sueña con una interna en 2015 que lo ponga en el lugar deseado.

Mientras tanto, esta semana tuvo su esperada foto junto al papa Francisco.