Días pasados me encontré participando en un encuentro con un grupo de jóvenes, respecto de la visión que tenían cada uno de ellos de la realidad y el futuro de su país. Provenían de distintos espacios de pensamiento y reflexión, siendo éstos liderados por personalidades políticas y sociales de reconocidas trayectorias mediáticas y populares. Fue interesante corroborar la impronta del líder que cada uno de estos jóvenes había adoptado, y cómo se reflejaba fielmente en sus pensamientos y enfoques dentro del acalorado debate.

Idealistas, pragmáticos, dialoguistas y radicales en su visión de vida. Se encontraban también algunos aspirantes a operadores políticos, dignos ellos de participar en algún capítulo de “House of cards” e incluso colaborando frases del ya mítico personaje Frank Underwood, interpretado maravillosamente por Kevin Spacey, entre otras que mencionaron convencidos de la verdad literal planteada dijeron“Los momentos así requieren a alguien que actúe y que haga lo desagradable, lo necesario”.

Mientras participaba en el intercambio de opiniones, reflexionaba para mis adentros sobre la enorme responsabilidad que tenemos los adultos que ocupamos espacios de representación frente a estas nuevas generaciones comprometidas con lo político y social, ávidas de alcanzar sus sueños a como de lugar.

Siendo testigo del colorido muestrario de opiniones, supe que el ejemplo de vida se transfiere a otros, aunque no seamos concientes de esto. Fácilmente nos damos cuenta en nuestros hogares sobre las enseñanzas que le brindamos a nuestros hijos, vemos como nos copian en todo sentido, mucho más en aquellas actitudes que no son precisamente las que deseamos transmitir.

El “mal ejemplo” es el primero que toma fuerza en los demás y se fija fuerte en la memoria colectiva.

Y que mal hacemos cuando este acto incorrecto es transferido como experiencia a seguir, a aquellos jóvenes que tienen una visión idealizada de nuestro liderazgo y nos toman como conductores de un proceso político y social.

Fue alto el impacto que me causó al tomar conciencia de esta realidad, tan expuesta en los comentarios y planteos que cada uno de estos chicos exhibían. La responsabilidad se hizo entonces más fuerte, al respecto de las apreciaciones que les compartía, y consolidó el cuidado que generalmente tomo al expresarme públicamente.

¿Cuántos líderes sociales tendrán en cuenta esta realidad? ¿Cuántos serán los que estén concientes que sus dichos y actos son, en algunos casos, tomados como órdenes directas para que las nuevas generaciones que los siguen, actúen en consecuencia?

Exigiendo conductas ejemplares a todos nuestros líderes, estaremos ayudando a futuro, a forjar buenas y sanas generaciones para el beneficio de toda la sociedad.

Ricardo Raúl Benedetti

RicardoBenedetti.com

@Ricbenedetti