Bajo el título “Responsabilidad Social en el siglo XXI” y por iniciativa de la senadora nacional por San Luis Liliana Negre de Alonso, se desarrolló en el Senado un seminario que contó con la participación como diversos disertantes. Estuvieron Sebastián Bigorito, director ejecutivo del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible; el legislador porteño Gustavo Vera, titular de la Fundación La Alameda; Fernando Passarelli, coordinador del Programa Valor de la AMIA; Paola Del Bosco, investigadora del Centro Conciliación Familia y Empresa (CONFYE) del IAE; con la coordinación de Patricia Debeljuh, del IAE Business School.

En ese marco, la senadora Negre de Alonso expresó que “las políticas de hoy deben mirar por sobre los conceptos perimidos de la vieja empresa o el Estado ausente que sólo contribuye desde el asistencialismo ocasional para que cada uno de los sujetos políticos y sociales participen de una manera protagónica en el nuevo desarrollo económico y social mediante la promoción de ideas que tengan presente los modelos de desarrollo universal y pleno. Hay que conjugar eficiencia económica con progreso social”.

“Es imposible poder desarrollarse y crecer en sociedades diezmadas o pocos desarrolladas. El crecimiento global es la única alternativa para construir la paz social”, sostuvo.

Patricia Debeljuh consideró que “hay que pensar cuál es la misión de la empresa”, y apuntó que “cuando hablamos de responsabilidad social hay que unirla necesariamente al compromiso que hay que tener con los valores”.

Fernando Passarelli se refirió a la gestión de oportunidades y riesgos en la cadena de valor. “Hay que buscar que las empresas tengan un mejor vínculo con los demás actores de la cadena de valor. Hay que mirar la madurez de esa relación, por ejemplo, de una empresa con sus proveedores. Y esto es importante porque si la relación entre ambas partes es estrictamente comercial, el departamento de compras de la empresa tendrá una visión muy sesgada a esos parámetros. Hay que tener en cuenta muchas otras cuestiones, como la precarización laboral, bajos estándares de seguridad e higiene, por mencionar algunas de ellas”, dijo.

Por su parte, Paola Del Bosco habló del largo camino de la Responsabilidad Social Empresaria en las empresas. Puntualizó que “no hay que preocuparse sólo por el resultado económico y la calidad de los productos, sino por algo mucho más amplio porque la empresa es un actor importantísimo en la construcción de una sociedad”.

“Hay tres aspectos de la vida laboral a tener en cuenta: reconocer la capacidad del trabajador y permitir su desarrollo, darle autonomía laboral y generar buenas relaciones interpersonales”, agregó. Asimismo planteó la necesidad de lograr la cooperación entre empresa, gobierno y sociedad civil. Y remarcó que “debemos dejar de ser espectadores críticos y participar más”.

Sebastián Vigorito sostuvo que “sustentabilidad y sostenibilidad no son términos de moda ni de elite, son muy populares, muy masivos. Hasta hace unos años la agenda de desarrollo, crecer y desarrollarnos buscando erradicar la pobreza y la desigualdad entre ricos y pobres, iba por un lado, y la agenda de desarrollo sustentable iba por otro. Pero en los últimos cuatro o cinco años las dos agendas se juntaron”.

Criticó el cortoplacismo, “porque la planificación es el primer ejercicio de sustentabilidad. Es importante la visión a largo plazo”, y se preguntó “cuál es el rol de la empresa en la agenda de desarrollo, en la sociedad, es la interpelación de los próximos veinte o treinta años”.

A su turno, Gustavo Vera hizo un breve repaso de lo que para él fue la evolución de la corrupción en las últimas décadas. “Pasamos de nichos de corrupción a enormes buracos de corrupción y ahora hemos dado un ‘salto de calidad’ y hemos pasado a un estado de corruptela generalizada, que es la mafiosidad. Y llamamos mafiosidad a cuando el Estado además de ser corrupto se enriquece por doble partida: lo hace con fondos públicos, administración fraudulenta, sobreprecios, sobornos y cohecho, y también lo hace permitiendo, encubriendo y luego participando de bandas que tienen que ver con el crimen organizado”, señaló.

“Se habla de informalidad laboral pero eso es un eufemismo de esclavitud o trabajo forzoso”, agregó y mencionó a muchas empresas de primeras marcas y la esclavitud de los trabajadores de talleres clandestinos que traban para ellas.

“Estamos en el reino de la mafiosidad. Si no generamos las condiciones de un mani pulite no ha forma de avanzar en una responsabilidad social ni del Estado ni de los empresarios”, insistió.

En el cierre, la senadora Liliana Negre habló de la necesidad de “un cambio cultural” y advirtió que “la corrupción ha impregnado el tejido social. Pero quiero ser optimista y convocar a todos diciendo que se pueden cambiar las cosas”.