El problema de la exclusión financiera afecta a todos los involucrados por igual. A los bancos porque pierden potenciales clientes y saben que con un sistema más bancarizado multiplicarían sus carteras. Al Estado porque se le escapan transacciones que deberían dejar dinero en sus arcas. Pero sin dudas, las más afectadas son las familias que subsisten con ingresos provenientes del mercado informal de trabajo, lo que las deja por fuera de las posibilidades de financiamiento en la banca tradicional. Históricamente, el sistema bancario argentino colocó sus esfuerzos y recursos en los mismos segmentos, dejando de lado a un importante sector.

Y como siempre el hilo se corta por lo más delgado, los que menos tienen se financian pagando tasas mucho más caras. Actualmente, las asociaciones mutualistas o las financieras que ofrecen “efectivo en el acto” cobran tasas que van entre 85% y 105% anual, casi el doble que los bancos y las empresas de microfinanzas.

Peluqueros, carpinteros, gasistas o artesanos necesitan comprar mercadería, herramientas o agrandar sus emprendimientos, pero como muchos no disponen de los requisitos o de las garantías necesarias para financiarse en un banco, terminan pagando tasas usurarias. Para estos casos, una alternativa interesante son los créditos que ofrecen las empresas de microfinanzas. Se trata de préstamos a sola firma, con plazos flexibles y menos requisitos, pero además tienen tasas más cercanas al mercado formal.

De acuerdo con la reglamentación del Banco Central, a partir de 2008, los bancos pueden otorgar préstamos sin requisitos a este segmento. Por eso, dos de los bancos públicos más importantes, el Provincia y el Ciudad, crearon unidades de negocio especializadas para brindar este tipo de servicio: Provincia Microempresas y Ciudad Microempresas.

Se trata de empresas que acompañan a los bancos en la individualización, calificación, evaluación y seguimiento de este segmento. Ya que todo el proceso se realiza en la casa o el negocio del interesado, no se puede atender a través de los empleados de la banca tradicional, por eso cuentan con ejecutivos con conocimiento de un mercado tan específico. Y evalúan no solamente la capacidad de reembolso sino además la voluntad de pago, medida a través de indicadores propios del mercado de las microfinanzas.

El promotor de este tipo de asistencia fue Muhammad Yunus. Nació en Bangladesh y en 1976 creó el Banco Grameen, el proveedor más importante de microcréditos de Asia. Yunus demostró que prestando montos pequeños, era posible empujar la capacidad de progreso de esas familias. Obtuvo el Premio Nobel de la Paz por el auxilio que realizan las microfinanzas a mejorar de la calidad de vida de los sectores con menores ingresos.

“Empezamos cocinando 100 empanadas por día y ahora hacemos 400”, relata Salvador Silva Almeida, un comerciante de San Francisco Solano que reactivó su emprendimiento y su economía gracias a su trabajo, pero apoyado por varios préstamos de Provincia Microempresas. Luego de perder todo en la crisis de 2001, y sin posibilidades de acceder a un crédito, poder comprar insumos para su puesto en la feria era imposible.

Provincia Microempresas es una sociedad de Banco Provincia que opera desde 2009, tiene aproximadamente 32.000 clientes y lleva adjudicados más de 140.000 créditos desde su apertura. Las condiciones de acceso son menos exigentes que en la banca tradicional: solamente hace falta ser trabajador independiente y tener una antigüedad mínima de un año en el negocio u oficio, y no es necesario ser monotributista o presentar garantías. La empresa registra un 4% de morosidad y las tasas que cobran son casi la mitad que en las entidades financieras no bancarias.

Pero el esquema tiene otro elemento interesante, y es que actúa como puerta de entrada al sistema formal; porque al momento de otorgar el crédito, la empresa vincula al emprendedor con el banco a través de una caja de ahorro y una tarjeta de débito. En un primer momento, la idea es acompañar a la persona en el proceso, para que luego de formalizarse pueda integrarse a la cartera del banco en las condiciones habituales.

“Actualmente, Provincia Microempresas otorga hasta un máximo de $ 88.530 (el equivalente a 13 veces el Salario Mínimo Vital y Móvil), El nuevo desafío es poder dirigir a los clientes que ya tienen historia con la empresa y un determinado grado de desarrollo hacia la Banca de Pequeña Empresa”, explica Norberto Donato, vicepresidente de Provincia Microempresas. Esta alternativa mejora el día a día de muchas familias a un costo más razonable, además de brindar el puntapié inicial para transformar estos emprendimientos en futuras PYMES.

Por su parte Ciudad Microempresas funciona con características similares. Son préstamos que apuntan al mismo segmento y con plazos que van desde los 6 meses hasta un máximo de 60. La tasa es fija en pesos y los requisitos son un año de permanencia en la actividad, no registrar antecedentes desfavorables en el sistema financiero ni ser deudor alimentario.

El Banco Central se comprometió a impulsar una mayor bancarización, que comenzó con implementación de transferencias y cajas de ahorro gratuitas, pero será un proceso que demandará tiempo y una consistente educación financiera. Pero también hará falta un esquema más inclusivo, que proponga oportunidades e incentivos a todos los agentes económicos, en un sistema en cual apenas el 20% de los sectores de ingresos muy bajos está bancarizado. Y la bancarización favorece la transferencia de ahorros al sistema financiero, lo que maximiza la inversión y permite un mayor crecimiento de industrias y empresas de nuestra economía.

Foto: Norberto Donato, vicepresidente de Provincia Microempresas