Conocedora de los golpes de efecto, Victoria Donda apareció en la frustrada sesión del jueves pasado sosteniéndose en muletas, y en esta oportunidad, concluyó su discurso sobre la reforma previsional munida de otro elemento sorpresivo.

Lo hizo cuestionando al oficialismo por no haber escuchado el reclamo en las calles contra ese proyecto. “Al pueblo hay que escucharlo”, insistió, y advirtió que “ahora van a tener que escuchar lo que pasa en cada esquina… Porque los que están afuera no son desestabilizadores: es la sociedad que se hace escuchar. Y le decimos ‘con los jubilados y los pibes no se metan’”. Dicho lo cual se puso de pie y comenzó a golpear una cacerola en pleno recinto.