“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La cita procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados (Official Records of the World Health Organization, Nº 2, p. 100), y entró en vigor el 7 de abril de 1948. Cuando se hace reseña a las tres áreas en la definición se resaltan los siguientes conceptos dentro de cada una de ellas, salud física: Corresponde a la capacidad de una persona de mantener el intercambio y resolver las propuestas que se plantea. De ello se explica la adaptación al medio que tiene el hombre, por lo que sus estados de salud o enfermedad no pueden estar al margen de esa interacción. La salud mental: como el rendimiento óptimo dentro de las capacidades que posee cada individuo, relacionadas con el ámbito que la rodea aquí el equilibrio radica en la interacción de la persona con su entorno de ese modo, lo que le implica una posibilidad de resolución de los conflictos que le aparecen, y por último la salud social: representada por una combinación de las dos anteriores: en la medida que el hombre pueda convivir con un equilibrio psicodinámico, con satisfacción de sus necesidades y también con sus aspiraciones.

Esto se amplió en la Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud, en 1986. La definición sostiene que salud es “el grado en que un individuo o un grupo sea capaz de conseguir sus aspiraciones y satisfacer sus necesidades, también de adaptarse al medio ambiente. La salud es un recurso para la vida cotidiana, no el objetivo de la vida. La salud es un concepto positivo, que acentúa los recursos sociales y personales, así como las capacidades físicas”.

En virtud de lo señalado en los párrafos precedentes, “la eliminación” del Ministerio de Salud de la Nación como tal y la subsiguiente reestructuración organofuncional al otorgarle un rango inferior, es sin duda alguna un retroceso institucional significativo para su misión y función, generando impacto directo en cada uno de los programas y planes nacionales de esta cartera, para nada más y nada menos dar una oportuna, eficaz y eficiente asistencia a toda la población y en especial a los más vulnerables.

Recordar, como tarea obligada y acción necesaria, permite a los países que tienen memoria conocer su pasado, actúen en el presente y tengan en claro el camino hacia el futuro. En relación a ello destaco que área de Salud recibió por primera vez rango ministerial en 1949 bajo el Gobierno de Juan Domingo Perón, asumiendo al frente de esa cartera el doctor Ramón Carrillo.

Por todo lo destacado es que me expreso no solo preocupada sino también rechazando, en mi carácter de vicepresidenta de la Comisión de Salud de la HCDN y como presidenta del bloque partidario “Unidad Justicialista”, estos caminos que entorpecen el funcionamiento de una de las carteras más sensibles e importantes de una gestión de gobierno; deliberada acción permite ir vislumbrando el cambio del paradigma sin sustento, no solo en contenido técnico, ya que sea aludiendo al contexto y también concepto de reducción del gasto, cuando justamente la salud, mirada constitucionalmente como derecho, tiene un componente constructivo y de inversión, donde su principal rentabilidad es la social.

Acompaño a cada una de las carteras sanitarias provinciales y a la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FESPROSA), que agrupa a 30 mil médicos, profesionales y trabajadores del sector en su rechazo a esta medida inconsulta.

Una vez más para este Gobierno, la salud y las necesidades de los más vulnerables no es una prioridad de Estado.