Hasta fin de año, desde el Gobierno, el kirchnerismo y la mayoría de los medios de comunicación (algunos interesadamente) presentaban el escenario de las futuras elecciones presidenciales como inexorablemente polarizadas entre Macri y Cristina Kirchner.

Cuestionábamos nosotros en aquel momento ese dibujo político, de que la elección estaría dominada de un lado por quienes votarían a este tremendo fiasco de Cambiemos para que no regresara CFK, y del otro por aquellos que, a la inversa, elegían el regreso al fracaso kirchnerista con tal que se vaya este presidente. La calle y las encuestas no indicaban eso.

En el caso de estas últimas, claramente más de un 40% de los consultados expresaba que no votaría ni a Macri ni a Cristina, solo que no terminaba de dibujarse para ellos cuál sería la opción política por la que se inclinarían. Ese era el gran desafío de las fuerzas políticas que aspiramos a un rumbo distinto para nuestra Nación.

Ahora, dos meses después, mal que les pese a los interesados en que se mantenga la polarización, paulatinamente va desplegándose en el escenario político que una nueva alternativa no solo es posible, sino que además se va construyendo a rápido ritmo.

Contribuye a ello algunos hechos que muestran la endeblez del dibujo político que interesadamente se le brindaba a la población, respecto de la supuesta fortaleza del macrismo y el kirchnerismo. Los primeros tienen cada vez más dificultades para mostrar una alianza de gobierno más o menos sólida. Los radicales adelantaron las elecciones en los tres distritos que gobiernan para no cargar con la baja de Macri en las encuestas; en otros, como Chubut, sus candidatos toman distancia de la administración nacional. En Córdoba Cambiemos directamente se dividió. En los pagos del MPN el radical Quiroga salió tercero cómodo el domingo pasado. Todo ello es solo el reflejo al interior de Cambiemos del sostenido descenso del presidente en la consideración pública.

Con respecto al kirchnerismo, entre otras cosas, luego de vender el mismo relato de polarización en Neuquén, e incluso de comprometerla directamente a Cristina en la campaña diciendo que ganaban, perdieron con el oficialismo provincial por paliza: 40 a 26%.

Esto que aparece a la luz, de la verdadera representación que tienen unos y otros que dicen polarizar, tiene un reflejo concreto en comentarios que van vertiendo algunos de los principales comunicadores del país. “Macri y Cristina son dos caras de la misma moneda”, dijo recientemente Marcelo Tinelli. Por su parte, Longobardi, muy lejos de los K obviamente, preguntado cómo se va a recordar la actual presidencia respondió: “En principio, creo que será recordado como un proceso que decepcionó a muchos argentinos”. Santiago del Moro fue más duro y explícito, “sueño con una Argentina que no sea Macri o Cristina”, dijo sin vueltas. Houston, la polarización en problemas.

Pero lo que va desarmando el relato de la misma no son solo las debilidades encubiertas de la expresidenta (se le cayó la careta dijo Miguel Pichetto, no mide más de 25 puntos) y del actual mandatario, sino también que desde el encuentro de Mar del Plata a principios de febrero pasado Alternativa Federal y sus candidatos -Urtubey, Massa, Pichetto, yo, ahora también Lavagna- no han dejado de crecer en la consideración pública. Desde múltiples sectores comenzamos ser vistos como una posibilidad concreta de ganar las elecciones, de llegar al gobierno, terminar de una vez por todas con esta grieta interesada y poder encontrar una salida a la catástrofe actual que no sea retroceder al pasado.

Es nuestra responsabilidad entonces apuntalar este camino. Excelente es que vayamos logrando una amplia convergencia de sectores de distintas procedencias. Es muy bueno también que tengamos muchos candidatos. Como le dijo recientemente el gobernador salteño Urtubey al diario Perfil: “Nosotros hemos conformado Alternativa Federal con una lógica democrática donde en las primarias vamos a resolver nuestro candidato; nuestra lógica de construcción política es participativa, los que quieran jugar en esta lógica buenísimo porque fortalecen el espacio”.

De lo que se trata entonces es de, en la medida de que inexorablemente se vaya cayendo el “relato” de la polarización, fortalecer la propuesta que le hacemos a la mayoría de la sociedad para salir de esta trampa a la que nos han conducido por igual el macrismo y el kirchnerismo. Ese camino estamos transitando.