La economía Argentina fue dejada en pésimas condiciones por el gobierno neoliberal de Macri: 5% de PBI menos que hace cuatro años y desplome de la industria, con 11% de desocupados y 40% de pobres consecuencia de ello; enorme endeudamiento con vencimientos de capital e intereses en plazos cortos; inflación del 50% durante los dos últimos años; descenso de la capacidad adquisitiva de salarios, jubilaciones, AUH y planes sociales.

Salir de este desastre no será nada fácil y mucho menos rápido por buena voluntad que se tenga. Es más, agravada la situación por un contexto complicado en el orden internacional y particularmente con Brasil, la economía argentina está marchando por camino de cornisa con riesgos ciertos.

Necesita por tanto tener el Gobierno que comienza instrumentos legales que le permitan accionar rápidamente y sin trabas interesadas sobre la realidad económica. Como los que contó en su momento, a comienzos del 2002, el expresidente Eduardo Duhalde para sacar al país de aquella crisis; a la que también nos llevaron las políticas neoliberales.

Poner plata en el bolsillo de la gente para que se vuelva a mover el consumo y a partir de allí se reactive la producción, defender los pocos dólares de reservas que han quedado, sortear el riesgo de nuestro sector externo, negociar la deuda con el FMI y los acreedores, seguir impulsando Vaca Muerta y además evitar que crezca en demasía el déficit fiscal por las políticas anticíclicas, requiere una estrategia adecuada. Pero también y en concreto, contar con instrumentos de excepción que permitan hacerlo bien y en corto tiempo.

De allí que es correcta esta Ley que se acaba de aprobar en el Congreso de la Nación para facilitarle al presidente le enorme tarea de sacar el país del pozo en que lo dejaron.