La demorada mudanza del presidente, un hombre puntual y madrugador. Los cambios en el área de Medios.
Al final, la mudanza del presidente Javier Milei a la residencia de Olivos se demora más de lo previsto, para alivio de muchos funcionarios cercanos que se imaginaban un ida y vuelta diario recorriendo los casi 17 kilómetros desde Casa Rosada y ministerios hasta la quinta donde viven los mandatarios, desde que el de facto José Félix Uriburu la habitó por primera vez.
Uriburu no pasó a la historia por eso, sino porque fue el encabezó la primera ruptura institucional en Argentina, al derrocar en 1930 al radical Hipólito Yrigoyen.
Milei (quien ya desde la campaña vive en el hotel porteño Libertador) sobre todo cuando solucione el tema de los caniles para sus cuatro perros irá a Olivos a vivir, pero quienes lo frecuentan a diario piensan que reverá su decisión de trabajar casi exclusivamente en la residencia.
Desde que pisó por segunda vez la Casa de Gobierno -la primera fue el día de la jura, el 10 de diciembre-, el presidente Javier Milei mostró disciplina y puntualidad a la hora de ingresar a la Rosada. Siempre lo hace entre las 7.50 y las 8, es decir más de media hora antes de ir a su despacho para esperar la reunión del Gabinete nacional, que se hace sistemáticamente a las 8.30, también en el primer piso, en el Salón Eva Perón, cuya ventana da al famoso balcón que da a la Plaza de Mayo y desde donde el expresidente Juan Perón dio históricos discursos.
Curiosamente, la semana pasada Milei, al finalizar una reunión de gabinete, salió al balcón antes de las 10 para saludar al público presente en la Plaza, la mayoría transeúntes, gente que bajaba del subte y muchos turistas brasileños.
El área medios tuvo dos bajas en el corto período de gobierno de La Libertad Avanza (LLA), y ambas inesperadas. La primera fue la de Eduardo Roust, un hombre con mucha experiencia en ese campo y que llegó a ser jefe de prensa del entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en la era kirchnerista. Estuvo dos semanas y pegó un portazo. Nada dijo públicamente, pero en su efímero accionar se vio que no tiene nada que ver con el folklore preferido de LLA: redes sociales y fotos celosamente seleccionadas y pocos voceros.
Su lugar fue ocupado por el periodista Javier Lanari -quien no está designado oficialmente aún (lo mismo le pasó a Roust, nunca tuvo decreto)- y la segunda e inesperada baja fue la de Belén Stettler, secretaria de Comunicación y Prensa y muy cercana al consultor y alter ego de Milei, Santiago Caputo.
El viernes pasado, tras una reunión de Medios en la Casa Rosada, se disparó el rumor, luego confirmado en noticia, de que Stettler había renunciado y su lugar lo ocuparía el periodista Eduardo Serenellini.
Lo curioso es que Serenellini, Lanari y el vocero presidencial Manuel Adorni trabajaban hasta hace días en La Nación+.
Otra peculiaridad es que otra “semi baja” ocurrió este martes en la difusión de las redes sociales: Iñaki Gutiérrez, el community manager de Milei, después de varios errores en la publicación de contenidos en las redes oficiales de la Casa Rosada, fue corrido y ahora solo gestiona la cuenta de TikTok del jefe de Estado.
El martes, tras la conferencia de prensa de Adorni, Serenelli habló brevemente con los acreditados en Casa Rosada. Un periodista le preguntó cuál sería su disponibilidad: “Full life”, respondió.
