Por Carolina Ramos

Asesores que se las rebuscan entre los muebles. Reuniones, llamados telefónicos, movimiento por los pasillos. A Julio Cobos, el despacho en el Anexo de la Cámara de Diputados le queda chico. No sólo por el espacio físico: sus aspiraciones presidenciales lo llevan a mirar más allá del Congreso.

El diputado recibió a parlamentario.com y planteó su visión de la coyuntura y algunas de las propuestas que llevará al Parlamento. En esa línea, se mostró convencido de que “el país necesita grandes acuerdos”. “Hay que volver al diálogo, hay que fortalecer las instituciones”, repitió una y otra vez.

Por otra parte, el ex vicepresidente reconoció que la UCR “carga con una mochila”, pero que “asume la responsabilidad” por la crisis de 2001, cuando “al justicialismo le cuesta asumir” el pasado menemista. Además, aseguró que no vino al Congreso “con la idea de presidir el bloque ni de ocupar ningún cargo”.

Entre otras cosas, Cobos exigió al Gobierno mayor federalismo y reclamó un plan para combatir la inflación. “El Gobierno ha hecho cosas a medias”, analizó, en tanto que destacó la “madurez” del sindicalismo y su buena relación con el líder de la CGT Azopardo, Hugo Moyano.

El mendocino sostuvo que su pasado en el gobierno kirchnerista “es una etapa superada”. “No me gusta hablar de arrepentimiento, porque hay que ver las circunstancias que nos llevaron a eso”, reconoció, pero advirtió que “en aquella época se hablaba de concertación, de transversalidad, de grandes acuerdos, pero después fue todo lo contrario”.

Asimismo, adelantó que el frente de centroizquierda con el que competirá en 2015 “va a tratar de ganar la simpatía del Pro, de los justicialistas, como hizo (Raúl) Alfonsín en su oportunidad”. Además, consideró que Elisa Carrió es “la que está más dispuesta y más abierta a abrir este espacio”, y se mostró dispuesto a apoyar una reforma de la ley de las PASO para elegir sólo presidente y luego determinar la fórmula.

Por último, ironizó sobre las diferencias con su comprovinciano y principal rival en la interna radical, Ernesto Sanz: “Yo soy un Malbec y él un Cabernet”, bromeó.

El año parlamentario

– ¿Qué expectativas y propuestas tiene para su mandato como diputado?

– Uno viene de un proceso eleccionario donde a la ciudadanía le ha acercado propuestas. Nosotros en Mendoza las dividimos en tres ejes, que son los que estamos tratando de instalar: lo institucional, lo económico y lo social. Esto no es casual ni caprichoso: nosotros entendemos que si se fortalecen las instituciones se genera certidumbre, confianza, para generar una economía con producción e inversiones. Y de ahí en más, volcar esa economía y esas instituciones al bienestar de la sociedad. Tenemos proyectos que van desde fortalecer los organismos de control; los entes reguladores, que está demostrado que no funcionan –tenemos la prueba con lo que ha pasado tanto en el servicio de transporte como en el servicio de energía-; el auditor general de la Nación tiene que tener legitimidad procesal y penal… y asegurar el federalismo. La Nación debiera desentenderse de muchas cosas que tiene en el Presupuesto que no le competen; distribuir esas obras –porque para eso tiene los institutos provinciales de vivienda y todas las entidades que hacen falta para recuperar esos recursos específicos y planificar el desarrollo-. Esto es en materia institucional. En materia económica, apuntamos a fortalecer el Indec. Ahora hubo un cambio con el nuevo índice, pero no se mide la canasta básica, o sea que no se puede medir la pobreza ni la indigencia. Pero además hay dos ideas de proyectos. Uno es sobre vivienda, para ahorrar en metro cuadrado, crear la unidad de vivienda, para que los chicos puedan empezar a ahorrar y los padres ahorren para el futuro de sus hijos. Ahorrar es postergar una necesidad: una cosa es el consumo y otra es el consumismo, y en este país ya hemos entrado en el consumismo, porque se consume lo que no se necesita. Los países que progresan no son los que consumen, sino los que ahorran. El tema de vivienda es un tema que no ha podido resolver ningún gobierno en la democracia. Por eso estamos presentando este proyecto, que es crear la unidad de vivienda, que va a generar una cultura distinta, y es para mantener estable el ahorro en función de los metros cuadrados. Además el dólar todavía genera incertidumbre. Me dicen que las ventas cayeron un 43 por ciento, y con eso se restringe la construcción también, que ha caído. En lo social, presentaremos proyectos en materia de seguridad: una ley de protección de fronteras, de intersección de aeronaves; y una ley de inteligencia criminal. También haremos mucho hincapié en la educación. Hoy el Estado no cumple la función de garante de la obligatoriedad de la educación. Es decir, cumple su parte nada más, pero ahí no termina. El Estado debe poner las escuelas, los docentes, que los chicos tengan aulas. Pero cada derecho tiene una obligación: la del chico es estudiar y permanecer en la escuela, y la del padre es enviar a su hijo a la escuela. De golpe nos encontramos con que hay un millón de chicos afuera del sistema educativo. Entonces vamos a presentar un proyecto de Cédula Escolar Federal, que es un registro digital donde aparece toda la historia académica del chico, y aparecen los que no están inscriptos. A esos chicos hay que ir a buscarlos. También tiene que haber una ley de Paternidad Escolar Responsable: si un padre no manda al hijo a la escuela, tiene que tener alguna sanción. Y después, una vez que hemos cortado el goteo, viene el tema de la calidad educativa, porque con la Ley Federal de Educación se vació de contenido, se redujeron horas de historia, geografía, lengua, matemática, ciencias naturales, y también se redujeron días de clase. Hay que repensar para el día de mañana la cantidad de feriados que tenemos, porque le hacemos un daño muy grande a los chicos. La cantidad de días de clase debe ser inamovible. Por otra parte, hay que crear una Dirección Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa, para ver qué resultados producen los cambios y las políticas. Eso sería un Estado garante de los derechos sociales.

– ¿Cree que podrá llegarse a un acuerdo con el oficialismo en estos temas?

– El país, más allá de las leyes, necesita grandes acuerdos. Ojalá lo podamos hacer ahora, pero en 2015 yo veo un escenario de diálogo, también por la madurez que he visto en el sindicalismo, con quien nos hemos reunido. Las fracturas no nos sirven como país. Ojalá que podamos acordar al menos en tres cosas: en seguridad, en energía, en educación. El resto lo vamos discutiendo en la coyuntura. Hay que volver al diálogo, hay que fortalecer las instituciones. No se crece en el desorden.

Pasado y presente radical

– Hubo cierta polémica por el reparto de cargos en el bloque, ¿usted pretendía presidirlo?

– No. Surgió la idea de algunos diputados, porque estaba dividido entre (Oscar) Aguad y (Mario) Negri, y me vinieron a ver algunos diciéndome ‘Julio, vos podés ser el hombre de consenso’, y yo les dije ‘yo no vengo buscando ningún cargo, ni en la vicepresidencia, ni el bloque. De ahí en más, vean ustedes qué es lo que más conviene’. Pero después se aclaró lo de Negri, obtuvo la mayoría y listo, pero yo lo dije en Mendoza: yo no vine con la idea de presidir el bloque ni de ocupar ningún cargo.

– ¿Le molesta que cada tanto algún radical le “pase factura” por su pasado como vicepresidente de Cristina Fernández?

– Creo que es una etapa superada. El radicalismo estaba dividido en su momento, venía de una crisis, como la crisis de los partidos políticos. Yo siempre tuve la buena voluntad de discutir y debatir esto. En aquel momento todos los que pensábamos de una manera intervenimos los comités, no tuvimos la posibilidad de dar la discusión. Pero nosotros siempre dijimos que nuestras convicciones y nuestros principios eran los del radicalismo. Después, fue el propio radicalismo el que levantó la sanción, entendió que yo había hecho un gesto de buena fe y de buena voluntad, más allá de que en aquel momento nos dividieron las circunstancias que atravesamos.

– En la cumbre que tuvo el partido en Luján, usted destacó la experiencia de gobierno de la UCR…

Lo decía también el presidente de nuestro partido cuando estuvimos reunidos con la CGT. Uno es partido de oposición circunstancialmente, pero una cosa es conformarse con ser oposición y otra cosa es ser una opción el día de mañana. El radicalismo ha gobernado a nivel nacional, provincial y municipal, tiene una estructura, una historia y una tradición que por ahí no se encuentra en otros partidos. Nosotros nos tenemos que preparar para ser alternativa. Cuando nos dan el rol de oposición, cumplir con esa función, pero siempre con la posibilidad de generar expectativas. La política es como la economía: se maneja con expectativas.

– ¿Pero cree que el partido se recuperó de lo acontecido en 2001?

– Yo pienso que al radicalismo siempre se le exige más. Esto es así. El peronismo tiene la particularidad de reinventarse a través de los “ismos”, entonces deslinda responsabilidades: dice que es culpa del “menemismo”, cuando no es el “peronismo”… Nosotros no, nosotros cargamos una mochila, asumimos la responsabilidad, en cambio al justicialismo le cuesta asumir esa responsabilidad. Aún hoy en el propio gobierno aparecen algunos diferenciándose, sin asumir que es el peronismo el que está gobernando. Si bien al radicalismo se le achaca con todo lo que ocurrió en 2001, convengamos que (Carlos) Menem no terminó bien, y casualmente mucho de lo que nos pasó fue por eso. Ahora se da la circunstancia de que todo el sinceramiento lo tiene que dar el propio justicialismo en estos dos años que quedan. Nosotros asumimos la responsabilidad pero miramos para adelante.

– ¿Cómo está hoy la relación con el sindicalismo?

– Cuando Moyano apareció con su gente en el comité, siempre me preguntaban a mi qué iba a hacer con Moyano, y yo decía ‘dialogar, sentarnos’, entonces ya terminamos con ese mito: ya se sentó (risas). Tenemos que mantener una buena relación. El país no necesita fracturas sociales ni divisiones; tenemos que unirnos lo más posible, también con el sindicalismo, para tener un interlocutor válido a la hora de acordar. Además de políticos, los acuerdos tienen que ser sociales, empresariales, sindicales.

Su etapa como vice

– ¿Se arrepiente de haber formado parte de un gobierno kirchnerista?

– No me gusta hablar de arrepentimiento, porque hay que ver las circunstancias que nos llevaron a eso. Yo tengo en claro que lo que acordamos no fue lo que se dio en definitiva. Nosotros hablábamos de crecimiento, de desarrollo, de darle mayor institucionalidad al país, de lograr grandes acuerdos. Yo fui con esa vocación, pero eso no se dio. Si me pregunta si lo volvería a hacer digo no, no lo volvería a hacer, efectivamente. Pero bueno, en esas circunstancias nos parecía que era lo oportuno. El país venía de una gran crisis como la que habíamos vivido, y nos parecía que nosotros podíamos aportar en ese sentido. Nosotros no adheríamos a un proyecto, sino que veníamos a complementarlo, con nuestro sentido de pertenencia. Evidentemente fue un acuerdo electoral, y después obviamente no formamos parte del gobierno.

– ¿Cuánto cambió Cristina Fernández desde ese momento a esta parte?

– Cambió mucho. En aquella época se hablaba de concertación, de transversalidad, de grandes acuerdos, pero después fue todo lo contrario.

Elecciones 2015

– ¿Cómo va el armado del frente con otros espacios de centroizquierda?

– Yo vengo velando por esto y reclamándolo desde hace tiempo. Ya se ha fijado un plazo de un mes y medio para un principio de acuerdo. Tenemos coincidencias en que queremos división de poderes, federalismo, fortalecimiento de las instituciones, lucha contra la corrupción, una economía de trabajo, fortalecimiento de las economías regionales, seguridad como política de Estado, educación como eje de desarrollo. Después, en los temas más sensibles puede haber diferencias, como en todos los partidos políticos, pero no vamos a empezar por eso. Creo que este espacio en una primaria puede dar motivación, participación, sinergia, después el espacio se encolumnará detrás del que gane.

– Se habló mucho de la posibilidad de incorporar al Pro, ¿está de acuerdo?

– Lo que yo dije es que nuestro espacio, UNEN, obviamente no va a ir por el voto del espacio socialdemócrata. Nosotros vamos a tratar de ganar la simpatía del Pro, de los justicialistas, como hizo (Raúl) Alfonsín en su oportunidad, cuando ganó con mucha gente que había votado al peronismo.

– Fue Elisa Carrió quien deslizó esta posibilidad, ¿cómo se llega a un acuerdo en este sentido?

– Ella al principio era reacia en el tema de ir a la primaria, y después fue una defensora. Inclusive, creo que ella es la que está más dispuesta y más abierta a abrir más este espacio. Uno puede tener buena relación: hay que ver en qué contexto lo dijo. (Hernán) Lombardi ha sido funcionario de (Fernando) de La Rúa y es un buen ministro, un amigo, uno tiene amigos en todos lados. A lo mejor se refiere a eso. Pero primero nosotros tenemos que consolidar este espacio. Cuesta, pero hay voluntad y una gran responsabilidad para hacerlo.

– En las PASO, ustedes también apuestan a saldar la interna del partido…

– Sí. Tenemos que aprender de la experiencia. No sirvió eso de la interna primero. El radicalismo es respetuoso de la ley, de las instituciones. Si están las primarias, hay que permitir ahí el libre juego. No importa que haya dos o tres candidatos: es mejor, porque eso motiva más. Si vos te ponés a prueba en las primarias y sacás un porcentaje interesante, ya eso te potencia. Hay que fijarse que siempre en el resultado de las primarias, el que más o menos sale bien después saca un poco más de votos. Eso nos pasó en Mendoza.

– ¿No los perjudicará que haya una división de votos?

– En las primarias de Santa Fe fueron dos candidatos socialistas, (Antonio) Bonfatti y (Rubén) Giustiniani, y el tercero era radical, entonces todos dijeron que eso le convenía al radicalismo, pero igual ganó el socialismo. No son recetas. No se lo que pueda pasar, pero hay que dejar escurrir, permitir que cada uno trace su futuro, sus propuestas, vaya ganando adeptos, y todo lo que podamos trabajar (Ernesto) Sanz o yo, mientras más nos vamos, podremos estimular. Lo importante es que vayan todos esos votos al mismo espacio.

– Cómo está su relación con Sanz?

– Bien. Hace poco me invitó para estar en un encuentro con la CGT, estuvimos juntos allá, compartimos la conferencia de prensa, hemos trabajado mucho…

– ¿Qué los diferencia?

– Él es abogado, yo soy ingeniero. Yo soy un Malbec y él un Cabernet (risas). Él es de San Rafael y yo soy del norte.

– ¿No cree que al radicalismo le hace falta “salir a la calle” a conquistar votos, a convocar a la militancia?

– No nos tenemos que encerrar. Obviamente en la organización política son los partidos políticos, de ahí en más no hay que encerrarse en los comités: hay que salir a recorrer. Hay que caminar, ensuciarse las zapatillas. Por más de que existan las redes sociales, no hay mejor efecto que golpear las puertas.

– ¿Estaría a favor de modificar la ley de las PASO para poder rearmar la fórmula luego de las internas?

– Si se cambia la ley vigente, veremos cuál es el cambio. Yo creo que se puede hacer el cambio de que se elija al presidente solo y que después éste elija a su vicepresidente. Pero me parece que es más importante ir por un sistema de boleta única, porque daría transparencia, pero esto no se hace porque se especula mucho con el electorado de la provincia de Buenos Aires, que arrastra. En cambio, si fuera boleta única, en versión papel o en versión digital –con el voto electrónico-, por categoría, se independizan las elecciones es un mismo día, lo cual implica un desdoblamiento. No se roban boletas, hay menos fiscalización. No se por qué no se avanza en ese sentido. hay especulación, obviamente.

– ¿Se ve en una fórmula con Hermes Binner?

– Lo que yo me veo es compitiendo con Hermes Binner en un espacio amplio, llámese UNEN, FAP o “resto del mundo” (risas).

El país

– ¿Cómo ve al Gobierno hoy por hoy y para lo que resta del mandato de Cristina Fernández?

– No se toma el problema de fondo. Todo el problema económico vino por dejar disparar una inflación pudiendo ser controlada; por no tener una planificación energética, y eso hizo que el Gobierno tomara dos medidas. Primero, restricción de importaciones, para equilibrar un poco la balanza comercial producto de la gran importación de combustible. No tuvo efecto, entonces fue el cepo al dólar. El dólar se fue en turismo de alta gama, se fue en desconfianza. Ahora se trata de levantar medianamente el cepo a través del ahorro. Pero no se ha solucionado el problema de la inflación ni el déficit energético. Entonces ahora se está controlando el dólar con tasas altas. Esto ya lo hemos vivido: con las tasas altas, la gente pone plazos fijos, pero uno cuando hace una inversión dice ‘voy a invertir en esto tantos millones de pesos’… ¿qué interés me da el banco? ¿el 30 por ciento? Bueno, yo con la inversión que hago tengo que ganar más del 30, amortizar el capital, sino ni lo cambio. Entonces es muy difícil con una tasa alta lograr rentabilidad en las inversiones. Después, ¿qué pasa con aquel que vive del crédito? Le dan mayor tasa al que pone plazo fijo, pero también mayor tasa al que presta la plata, porque sino se van a fundir los bancos. La solución es un plan antiinflacionario, que no es condición suficiente, pero sí necesaria. Los subsidios están mal orientados, eso se llama “calidad del gasto”. Todo lo que emite el Banco Central alcanza para pagar los subsidios económicos. Todo lo que se recauda en derechos de exportación e importación, los recursos aduaneros, han sido este año 84 mil millones; los subsidios a energía, 83 mil millones… es decir que todo lo que se recauda se va en subsidios. Hay que tomar el toro por las astas, hay que hacer un gran acuerdo. La inflación la origina el Estado, las especulaciones aparecen después con la propia inflación. Yo le pregunté a Moyano qué pasa si el Gobierno lo convocara y dijera ‘vamos a fijar para este año una meta del 17, 20 por ciento, pero nos comprometemos a evitar la emisión monetaria, etcétera’, y él me dice ‘yo estoy dispuesto, pero no me van a llamar’. Bueno, uno lo hace pensando que sí lo van a llamar. Ahora hay que fijarse la incertidumbre que hay en las paritarias: ellos mismos no saben qué pedir… lo que sí saben es que lo que pidieron el año pasado ya quedó muy bajo por lo que pasó.

– ¿Qué rescata de este gobierno?

– Yo digo siempre que el Gobierno ha hecho cosas a medias. Por ejemplo, creó la Asignación Universal, que ella misma reconoció que no era un proyecto suyo, y en realidad no es universal. Se ha tergiversado, porque en realidad es un derecho de la infancia y la niñez para educar, no es un subsidio al desempleo. Se debe garantizar que los chicos estén realmente en la escuela, y hoy por hoy me parece que esto no se cumple. Tendría que ser por ley, y tendría que ser universal, para que no sea un obstáculo para conseguir un trabajo en blanco, porque sino lo pierden y el valor que cobran es menor. Por otra parte, hizo bien la movilidad jubilatoria, pero no paga las resoluciones, o las paga mal, tarde y nunca. Se vetó el 82 por ciento móvil, que a mi me tocó desempatar también. En el sistema educativo se invirtió y hubo una Ley de Financiamiento Educativo, pero no se mejoró la calidad de la educación. Entonces, hay cosas que se han hecho a medias, y creo que hay que complementarlas.