Es increíble, pero hablar de estos temas en lo personal me resulta extemporáneo, reformar un sistema de inteligencia parece ser una constante en la Argentina.

Ya en la década de los 90 se tomó este tema como un desafío de un grupo de legisladores dedicados; Luis Melón, diputado MC decía su tarjeta personal, el senador Vaca y sus delfines; tal vez precursores del “control parlamentario sobre los órganos y actividades de inteligencia”.

Dos atentados terroristas, uno sobre los intereses de Israel a su propia embajada en nuestro país; años después una institución de la colectividad judía de la Argentina, un cúmulo de asuntos internos generados por secuelas del proceso militar y fallas en la conducción del sector fueron parte del escenario de conflictos e interés particular de los órganos de inteligencia en metamorfosis a partir del re inicio de la democracia en 1983.

Estructuras enrarecidas por mano de obra obtenida fuera de un enfoque académico o de excelencia como ocurre mayoritariamente en administraciones más serias de la cosa pública. Punteros, amigos de influyentes, coordinadores, ex uniformados de colores azul y verde, amigos de… siempre los amigos de, básicamente la principal fuente de reclutamiento, básicamente la principal manera de dotar de un estilo de tratar la información, materia prima de la actividad.

Pretendo ser liviano, absolutamente liviano en estas palabras que no llegan ni siquiera a ser una nota respecto de la inteligencia en Argentina, actividad desconocida, tal vez por eso hasta algunas labores criminales que tienen que ver con la selección de objetivos o la detección de vulnerabilidades de sistemas de seguridad, son catalogadas de manera absurda como “tareas de Inteligencia”.

Hay más, claro que hay más: un banquero a cargo deja en manos de una consultora diagnosticar cuestiones tan “inocuas” como asuntos internos de la secretaria a cargo de producir información para la toma de decisiones, la encargada de detectar amenazas y oportunidades a la conducción de la estrategia nacional. Un pequeño detalle, el origen de la contratada obviamente no es criollo.

Otro “interesante” cambio es la reciente hegemonía de algún supuesto súper agente con acceso completo a la historia de casi cualquier individuo, eso si imprescindible que el blanco sea usuario de telefonía y mails, es más que su vida se condense en estas dos herramientas de manera de lograr un dossier. Conspiraciones, confabulaciones berretas e internas de seudos delincuentes con proxenetas mezclados en la vida del folclore espía.

¿Y por delante qué? ¿Por delante quiénes? Por delante a quienes encomendó el poder político de turno que lleve a cabo la reforma tan mentada como inédita y exclusiva. Acaso “especialistas” de turno que en su trayectoria no hicieron más que recortar, fotocopiar modelos y pretender adaptarlos a nuestra realidad entienden de procesos de cambio global y manejo de conflictos, que entienden como aparecen y se desvanecen crisis de la más variada intensidad, que entienden de cómo se desparrama el mensaje violento del terrorismo y el ruin negocio de la droga, que para ellos es una conspiración de una agencia cuya creación fue justamente combatir este flagelo.

Reformar, refundar, ser mejores que… ser más profesionales que…

De la cornucopia permisiva de Huntington al socialismo del siglo XXI de Chomsky, una sucesión de intelectuales locales adhieren a uno y otro costado y se zanjan un lugar con los “administradores” de turno, los que dicen a donde vamos, asesorados por una estructura profesional y enfocada en el diseño de escenarios en un trabajo de prospectiva que seguramente coloca a la Republica Argentina en el lugar de nunca jamás… Nos falta inteligencia, mucha inteligencia en toda dimensión; paradójicamente queremos reformar lo que no tenemos.