El líder del MIJP intentó ingresar por la fuerza junto a sus militantes al Congreso de la Nación. No lo consiguió, pero derribaron algunas vallas y el dirigente piquetero se descompuso.
No fue un martes 6 de diciembre como Raúl Castells esperaba. El había soñado este día nada menos que jurando como diputado nacional, ataviado con una chaqueta amarilla como las que usa su movimiento -no las del Pro, claro está-, y un neumático al hombro. Pero no pudo ser, porque le aclararon que era Ramona Pucheta o nada. Esto es, si hacían como a él se le había ocurrido -renunciaba la diputada electa para que él asumiera-, no iban a habilitar su pliego, de modo tal que iría a parar al limbo adonde van los indeseables.
En definitiva, el líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados no quiso pasar desapercibido este martes y concurrió al Congreso, acompañado por militantes, e intentó ingresar al Palacio por la fuerza. En ese marco la policía les cerró el paso y todo terminó con vallas derribadas y gritos, pero la sangre no llegó al río.
La intención de Castells y compañía era denunciar la proscripción contra su movimiento, y por ello acusaron a los Kirchner. “El Congreso no es propiedad privada de los Kirchner. Que no venga a llorar cuando miles de personas le canten 'que se vayan todos'”, se quejaba el líder del MIJP, quien gritaba que no lo dejaban entrar porque denunciaba lo que según él ganan los diputados, hablando de cifras disparatadas como cien mil pesos.
Un Castells en su más pura expresión.
