Hace tiempo que se sabía que tarde o temprano el exsecretario de Transporte Ricardo Jaime podría ir preso. Muchas causas en su contra, cierta desaprensión propia, y las consecuencias de haber actuado en un área donde la corrupción ha causado muertes, eran demasiados factores como para que cualquier paraguas oficial pudiera mantenerlo indefinidamente a resguardo. Sin embargo la noticia del pedido de captura dispuesto por la Justicia en su contra no dejó de causar conmoción. Y lógica algarabía en el seno de una oposición que no podía encontrar un mejor dato para arrancar formalmente la campaña electoral.

No faltaron quienes con cierta lógica tomaron la decisión judicial como una señal de un cambio de época. No suena exagerado, a juzgar por los antecedentes en nuestro país. El sistema judicial suele ser remiso a avanzar sobre el poder político del gobierno de turno, salvo cuando precisamente ese poder comienza a menguar. Por eso no resultó un dato menor la decisión del juez Claudio Bonadío de ordenar la captura de Jaime, un día después de haber tenido declarando delante suyo al todopoderoso secretario Guillermo Moreno.

En rigor, la primera señal en esta historia que tiene a la Justicia en el centro de la escena la dio la Corte Suprema, al tumbar el eje medular de la reforma judicial. Y no hace más que avivar el fuego encendido la Presidenta al insistir sistemáticamente con el tema en sus discursos. Pensará que aceptar el resultado adverso sería un signo de debilidad que agravaría el cuadro.

Hay otros signos que merecen ser tenidos en cuenta. En la Cámara baja, los diputados misioneros del Frente Renovador que gobierna esa provincia anunciaron esta semana su decisión de apartarse del bloque oficialista. Se trata de los legisladores que responden al gobernador Maurice Closs, un hombre de origen radical pero claramente alineado con el gobierno kirchnerista. Un referente de esa bancada, el diputado Alex Ziegler, anunció la decisión de apartarse del bloque del Frente para la Victoria para constituir el Frente Renovador de la Concordia -tal el nombre del partido gobernante en Misiones-, con el fin de representar “una identidad propia de los misioneros en el Congreso nacional”.

El anuncio se dio a una semana de las elecciones provinciales donde el Frente Renovador se impuso con holgada diferencia, pero con una fuerte pérdida de votos respecto de 2011. Ganó hace dos semanas con el 34,49% de los votos, a 16 puntos del segundo, la UCR. Pero hace dos años el radicalismo había obtenido apenas un 6,29% y el Frente Renovador el 75,69. Datos de los que tomó nota el oficialismo misionero, que aclaró que el alineamiento con el gobierno nacional seguirá siendo inquebrantable. No es lo que afirman los del FpV de Misiones -que resultó sexto allí en la elección de este año-, donde alertan sobre un futuro alejamiento de Closs del gobierno nacional.

Los misioneros en cuestión son cinco diputados y dos senadores nacionales. Atento a la promesa del Frente Renovador, en la Cámara baja el kirchnerismo no tiene por qué desvelarse, aunque se le viene haciendo cuesta arriba reunir el quórum: seguirá teniendo la presencia y los votos de los misioneros. Pero no deja de ser un dato inquietante para lo que viene. Paralelamente al anuncio de Ziegler y compañía, el sindicalista Omar Plaini formalizó su alejamiento del bloque que encabeza Juliana Di Tullio, para constituir una bancada unipersonal. En rigor, quien figura en el segundo lugar de la lista de Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires hace tiempo dejó de acompañar al oficialismo en Diputados. Lo mismo que Facundo Moyano, quien todavía no dio el portazo. En similar situación se encuentran otros cuatro diputados, Jorge Yoma, Oscar Martínez, Mabel Müler y la esposa del gobernador Daniel Peralta, Blanca Blanco. Con eso, el bloque del Frente para la Victoria está virtualmente reducido a 110 diputados, a los que en un futuro cercano habrá que restar los cinco misioneros.

Son más señales de un tiempo de reacomodamientos políticos típico de un cambio de ciclo. Es sabido que después de las elecciones, tal como sucedió en 2009, se iniciará la temporada de migración en ambas cámaras.

El gobernador Daniel Scioli ya contempla ese fenómeno en la Legislatura bonaerense, donde el massismo acaba de formalizar un bloque de siete miembros en Diputados y once en la Cámara alta, con lo que ese cuerpo quedó definido con 23 oficialistas y otros tantos opositores. De transformarse esta cuenta en votos contantes y sonantes, el vicegobernador Gabriel Mariotto podría tener así que desempatar permanentemente.
Así las cosas, el gobernador siguió avanzando con la estrategia que reconfiguró a partir del 22 de junio en el que se cerraron las listas y él se quedó sin haber podido poner gente propia en ninguna de ellas. Se puso al frente de la campaña de Martín Insaurralde y ha recibido elogios kirchneristas hasta de quienes hace dos semanas lo criticaban sin miramientos. De reprocharle por “no aguantar los trapos”, Juliana Di Tullio le reconoce ahora a Scioli ser “parte de los que no cambiaron” en estos diez años. Hay quienes sostienen que la capacidad incombustible del gobernador podría variar a partir de ciertos abrazos.

No es lo que piensan en torno a Scioli, convencidos de que las presidenciales son recién dentro de dos años y lo que suceda en octubre no necesariamente se replicará entonces. En ese marco, el gobernador pasó de su discurso sobre los embarazos a medias, a reiterar su alistamiento para 2015, y esta vez el kirchnerismo en pleno no le saltó a la yugular. El vecino ilustre de Villa La Ñata confía en que en 2015 el Frente para la Victoria no tenga otro candidato potable más que él. Y si lo hay, porque el dedo de Cristina señala a otro delfín, lo enfrentará en internas; de hecho, es lo que ansía. Como hará también con -si apuesta a la presidencia- Sergio Massa, con quien no espera encontrarse en las PASO de 2015, sino en las definitivas de octubre. Ese es su plan, de acuerdo con el cual confía haberse asegurado un tiempo de tranquilidad en su provincia, conforme el armisticio alcanzado con el gobierno nacional.

Para muchos, todo dependerá de los números de las elecciones. Los 10 puntos de diferencia que hoy dan las encuestas a favor de Massa podrían extenderse en octubre, ese es un fenómeno que se verificó en las PASO de 2011: el que gana atrae luego más votos y el que pierde, los pierde.

Todos coinciden en que lo que Scioli debe esperar son resultados moderados en uno u otro sentido: que si gana Massa no lo haga por gran diferencia y que si Insaurralde pierde, no sea estrepitosamente. Pues en ese caso, está claro que el cristinismo no le adosará el resultado del intendente de Lomas de Zamora a la Presidenta, sino al gobernador.