Fue en mayo cuando anticipamos en esta columna la fórmula a la que echaría mano el gobierno con el objetivo de ganar las elecciones. Dejamos abierta la duda respecto al perfil que utilizaría la Presidenta para la campaña: si el de “la Cristina buena”, sosegada y contemporizadora que tan buen rédito dio en 2011, o la confrontativa que tiene más que ver con su forma de ser y que si bien rinde con creces ante el voto propio, no le permite recuperar los ya perdidos. Ya se sabe cual fue el perfil elegido, el provocador, que arrolla a la oposición sin contemplaciones; que pasa facturas permanentes y que no muestra la menor intención de modificar el rumbo.

Lo anticipado hace dos meses se va cumpliendo al pie de la letra. El kirchnerismo utiliza la fórmula de ir desgranando las mejores noticias que tiene para ofrecer, camino a las elecciones. Ya se anunció la suba de las jubilaciones y esta semana echó mano -como preveíamos en mayo- al aumento del salario mínimo vital y móvil. Todo ello estratégicamente distribuido conforme se aproximan las elecciones. Tenía también un as bajo la manga con el que sorprendió a propios y extraños: la devolución de ganancias correspondiente a la primera cuota del aguinaldo.

Una medida adoptada el mismo mes en el que ese pago se hizo efectivo, pero quedó clara la estrategia oficial de sacar provecho de donde se pueda. Haber omitido el mes pasado lo que esta semana anunció con bombos y platillos le había valido entonces críticas del sindicalismo -no sólo el opositor- y hasta una marcha a Plaza de Mayo, pero el gobierno ahora consigue un efecto extra: inventó una suerte de mini aguinaldo que deberá abonarse a días de las elecciones… para fastidio de los empleadores que deberán rehacer las liquidaciones ya listas de julio.

La medida, según detalló la Presidenta, tiene un costo fiscal de 2.657 millones de pesos. Desde la oposición rechazan ese concepto, pues interpretan que se está devolviendo por decreto lo que no deberían haber recaudado y que “es solo una pequeña parte de lo que les viene confiscando a los trabajadores al mentir con la inflación”.

Como sea, fue un claro anuncio de campaña admitido por el propio ministro de Trabajo, que hasta inventó el término “electoralero” para definirlo. Pero convengamos que ningún gobierno escapa a ese tipo de actitudes. Botón de muestra: las inauguraciones de la última semana de Macri.

El anuncio se hizo el mismo día en que el kirchnerismo vivió una suerte de reencuentro con el sindicalismo del que venía distanciándose, al punto de haber comenzado a crecer las versiones de unificación a mediano plazo. Sobre el mediodía, el candidato al que el oficialismo busca apuntalar como sea, Martín Insaurralde, había recibido un fuerte respaldo con un acto al viejo estilo peronista organizado en la sede del SMATA. A la noche, tras el acuerdo rápidamente alcanzado en el seno del Consejo del Salario, la presidenta recibió a los sindicalistas encabezados por Antonio Caló, quien escuchó la buena nueva de labios de la Presidenta. La venía pasando mal el mandamás cegetista que no solo había sufrido el desaire de no haber podido lograr una modificación del mínimo no imponible este año, sino que también era objeto de fuertes críticas luego de que no se repitiera con el aguinaldo la excepción dispuesta por la Presidenta en diciembre pasado.

Fue un final con sonrisas para una semana que no pudo empezar peor para el kirchnerismo, que volvió a sufrir complicaciones en el Senado. Es curioso, si bien con sus aliados mantiene la mayoría en ese cuerpo, es allí donde ha sufrido las mayores complicaciones. Pasó con la resolución 125 en 2008, y volvió a suceder el año pasado cuando la Presidenta debió retirar el pliego de Daniel Reposo porque no pasaba ese filtro. Ahora estuvo a punto de repetir la historia con el pliego del general César Milani, pero Cristina Kirchner se resistió a retrotraer su decisión, pues siente que ello hubiera sido entregarles la cabeza del jefe del Ejército a los sectores opositores que más detesta. Periodismo incluido.

Pero el kirchnerismo se vio obligado a frenar el tratamiento del pliego luego de que al influyente CELS no le quedara otra alternativa que bajarle el pulgar al militar. Las huestes comandadas por Miguel Pichetto se encontraron el lunes por la mañana con una carta del organismo que preside Horacio Verbitsky en la que recomendaban el rechazo del pliego y sintieron que ya no les quedaba margen. Los aliados incondicionales de Nuevo Encuentro (los dos de Tierra del Fuego) anticiparon que no aprobarían a Milani; lo mismo se supo del neuquino Horacio Lores (MPN), otro aliado permanente. No trascendieron públicamente, pero las fisuras se extendían al seno del bloque del FpV, Daniel Filmus incluido, por lo que el gobierno optó por congelar la situación hasta fin de año, postergando para entonces los ascensos de todos los jefes de la nueva cúpula de las Fuerzas Armadas.

¿Qué habrá cambiado como para que en diciembre sí pueda aprobarse el pliego de Milani? El gobierno apuesta a un resultado electoral que lo favorezca y recomponga su fortaleza en el Senado. Habrá nuevas caras producto del recambio legislativo; de hecho, ya no estarán los fueguinos y el neuquino que expresaron objeciones . Aunque nada asegura que los que vengan muestren una postura diferente con Milani. El gobierno esperará además la resolución de la Justicia; si no encuentra pruebas contra el general -debería mostrar una celeridad que hasta ahora no ha tenido esta causa-, no habría argumentos para frenar su ascenso; si las hay, tendrá una excusa la Presidenta para desplazarlo. En síntesis, ganó tiempo el gobierno, mas no es nada probable que en diciembre las cosas estén mejor para el ahora frágil jefe del Ejército.

El kirchnerismo terminó la semana con señales de alivio. Con datos de encuestas que muestran una mejora del candidato que más les importa. Martín Insaurralde habría acortado la brecha a siete puntos de Sergio Massa, que habría alcanzado su techo, más allá de lo segura que aparece su victoria. Más no con los al menos diez puntos que se ha propuesto como meta el Frente Renovador. Recordemos que el oficialismo admite en privado su conformidad con una derrota por cinco puntos en las PASO.

A eso se debería un endurecimiento del discurso del intendente de Tigre, que habría llegado a la conclusión de que ya tiene todos los votos que puede sacarle al kirchnerismo, de ahí que la diferencia necesaria deberá buscarla en el electorado de Francisco de Narváez, que sigue peleando palmo a palmo el tercer lugar con Margarita Stolbizer.

El kirchnerismo, en tanto, seguirá la estrategia que viene cumpliendo: alto involucramiento de Cristina en la campaña, con Insaurralde siempre bien cerca. Por eso se lo lleva a Brasil este fin de semana, en busca de una foto del intendente de Lomas junto al argentino más popular del mundo.