La Comisión de Legislación del Trabajo no cede en su ofensiva para modificar la Ley del Contrato de Trabajo. Tiene alrededor de 20 dictámenes favorables a leyes en ese sentido. La palabra final la tienen en la Casa Rosada.
Una de las enseñanzas que les dejó a los diputados nacionales que debutaron el año pasado en las bancas, en particular a los del Frente para la Victoria, es que no gozan de autonomía a la hora de seleccionar las leyes a abordar en el recinto que preside el matancero Alberto Balestrini y la cordobesa Patricia Vaca Narvaja. Una acción de monitoreo que es compartida por el presidente de la bancada del FpV, Agustín Rossi.
Las decenas de proyectos de ley presentados a lo largo del 2006, abarcando una amplia y generosa temática, quedaron en lista de espera de las comisiones y más de uno de ellos ya están destinados a convertirse sólo en buenas intenciones, o haber inspirado una gacetilla de prensa para difundir, fundamentalmente en sus respectivos distritos.
Un panorama que se refleja a la hora de revisar las leyes sancionadas durante el anterior período de sesiones ordinarias, donde queda claramente explícito que las estratégicas tienen que tener sí o sí la bendición del primer piso de Balcarce 50. Las demás no forman parte de la estrategia K, a lo sumo sirven para demostrar su poderío en pulseadas, por ejemplo, con la Iglesia Católica, a través de leyes sobre educación sexual, por dar un didáctico ejemplo.
La larga lucha
En ese contexto de dependencia se ubican los intentos de introducir sustanciales modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo, que se impulsan desde la Comisión del Legislación del Trabajo que preside el abogado de la CGT, Héctor Recalde, y en particular el titular cegetista, el camionero Hugo Moyano. Esta cruzada encarada por el dúo cegetista hasta el momento arrojó sólo un par de leyes que completaron todo el circuito legal hasta ser publicadas en el Boletín Oficial, el máximo trofeo de senadores y diputados nacionales.
Están junto a Recalde, en nombre del Frente para la Victoria, Juan Carlos Sluga, Isabel Artola, Lía Bianco, José Córdoba, Edgardo Depetri, Patricia Fadel, Alfredo Fernández, Ruperto Godoy, Jorge González, Francisco Gutiérrez, Griselda Herrera, Juan Irrazábal, Araceli Méndez de Ferreyra, Rodolfo Roquel, Juan Salim y Juan Sylvestre Begnis, sin olvidarse de los aliados como Alfredo Atanasof y Luis Barrionuevo. Una cantidad suficiente para imponer sus tesis o para bajarle el pulgar a alguna propuesta de quienes se reivindican el brazo parlamentario de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) como Delia Bisutti o Claudio Lozano, en los casos que demanden más de lo que se pueda conseguir desde este ámbito.
Buenas intenciones
El balance del 2006 arrojó otro dato imposible de soslayar: más de un proyecto que tuvo sanción en la Cámara baja, en materia laboral, quedó en largos y sesudos estudios en la Comisión de Trabajo y Previsión Social que preside el senador radical Gerardo Morales, pero que en la integración de la misma, el oficialismo tiene varones y mujeres que responden orgánicamente a las decisiones de la mesa de conducción del bloque de senadores, conducido con mano de fierro por Miguel Angel Pichetto, que más de un tema lo debe conversar con la primera dama y el santacruceño Nicolás Fernández.
Precisamente Pichetto, en más de una oportunidad, dejó en claro en las reuniones de la mesa de conducción o del bloque, o en conversaciones informales con sus pares, que las leyes laborales “serán aprobadas una vez que tengan el visto bueno del jefe de Gabinete, Alberto Fernández”. A confesión de partes, relevo de pruebas...
Una acción que, en última instancia, no incide de manera formal en el andar de la comisión que preside Héctor Recalde, en el sentido de emitir dictámenes favorables a las leyes que se enmarcan en lo que él llama la recuperación de los derechos cercenados durante el menemismo con mayor énfasis.
Pasos decisivos
Como se aprecia en el recuadro, la gama que abarca las leyes que ya están en condiciones de ser consideradas por el conjunto de los diputados es amplia y significan, en caso de prosperar, sustanciales modificaciones en la Ley de Contrato de Trabajo.
Efectivamente, el paquete laboral de Recalde y compañía –que esgrimen como Moisés hiciera con los diez mandamientos- suman más de veinte proyectos los que obtuvieron dictámenes favorables en los últimos encuentros de la Comisión de Legislación del Trabajo, que se produjeron en noviembre y que en algunos de ellos iban a ser tratados en la última sesión del año pasado. Finalmente, esta sesión cayó porque el oficialismo no pudo garantizar el quórum.
Un detalle que seguramente no se le pasa por alto ni a Balestrini, Rossi, Vaca Narvaja y Recalde, es que ninguna de ellas están en el temario enviado por el Poder Ejecutivo para las sesiones extraordinarias del mes en curso.
Una señal de que, por el momento, al Ejecutivo no lo desvelas, sino más bien que prefiere que sigan en lista de espera cuando comience el nuevo período de sesiones ordinarias, el que será inaugurado por el presidente Néstor Kirchner el próximo 1 de marzo.
Es más que obvio que la decisión de tratarlos en el recinto se puede empezar a esbozar en las primeras reuniones de Labor Parlamentaria. Todo el peso de esa acción recae en la mesa de conducción del bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria, quienes son más que conscientes de que primero tiene que haber predisposición de la Casa Rosada para darles vía libre. De lo contrario, continuarán como meros ejemplos testimoniales o, en su defecto, sancionarlos en la Cámara baja, aunque después queden estancados en la Cámara alta.
No es un hecho casual esta situación, sino que a lo largo de estos últimos tres años -desde el arribo del hombre que vino del Sur-, pero con mayor énfasis en el último, la construcción jurídica en materia económica y laboral no pasa por los recintos, sino donde está realmente el poder, el que tiene presente que este año están de por medio las urnas presidenciales, las que van a condicionar todo.
Nada quedará librado a las buenas intenciones, sino a la estrategia del oficialismo de cara a lo que se juega en octubre.