“Consideramos que esta demostración de fuerzas “coacciona” en los hechos el derecho a manifestar ante libre y pacíficamente ante las autoridades, ejerciendo una indebida y violenta presión simbólica frente al justo reclamo de los gremios docentes, el cual no evaluamos como un peligro concreto para la seguridad interior, que hubiera podido justificar semejante medida del Gobierno Nacional”.

Tal vez fue por error, pero con esos fundamentos el Senado aprobó por unanimidad un pedido de informes al Poder Ejecutivo sobre el desplazamiento de gendarmes.

El proyecto en cuestión -elaborado por el radical Alfredo Martínez- pide conocer la cantidad de efectivos de Gendarmería Nacional enviados a la Provincia de Santa Cruz durante el año 2007, el motivo de ese envío, si se ha designado un funcionario para que supervise las tareas de acuerdo a lo que marca la ley y cuáles son las órdenes para esos efectivos. Sin embargo, los fundamentos son mucho más duros. ¿Por qué el oficialismo aprobó un proyecto de estas características?

Ya nadie quería saber nada de nada. Era el minuto 49 de un partido que ya estaba liquidado y todos lo único que querían era irse. Especialmente el santacruceño Nicolás Fernández que estaba con cara de fastidio sentado en la banca que habitualmente ocupa Cristina (es decir, más cerca de la puerta).

La sesión se había trabado en una discusión metodológica sobre los ascensos a funcionarios de cancillería, que duró mucho más de lo previsto. Por eso, muchos temas que tenían que ser tratados en la pasada sesión del Senado fueron postergados: entre ellos la aprobación de 15 Decretos de Necesidad y Urgencia que debía defender Jorge Capitanich; fastidiado por la extensión de la sesión el chaqueño se levantó y se fue.

Sobre el final, quedaban tratar los proyectos de declaración, resolución y comunicación sin disidencias. El secretario Parlamentario comenzó a leerlos uno por uno, y todos los legisladores le saltaron al vuelo: “Sólo los números”, pedían para agilizar la sesión. Hasta aquí parecía lógico, puesto que todos tenían sobre sus bancas el contenido de los proyectos, con lo cual sólo con leer el número todos sabrían qué se estaba aprobando.
Se aprobaron y la sesión siguió. Quedaba aprobar dos proyectos reservados en mesa al principio de la sesión.

El radicalismo pidió nuevamente que se lean sólo los números. Marcelo López Arias, que presidía la sesión, observó: “Estos no están en las bancas así que hay que leerlos”. Se leyeron rápido, todos levantaron las manos en forma unánime y se dijo la frase de rigor. “No habiendo más temas que tratar se levanta la sesión”.

Todos salieron corriendo. Pasados unos segundos Pichetto pidió la palabra. “Nosotros no podemos aceptar estos fundamentos”. Pero era tarde, la sesión ya había concluido.
Habrá que ver cómo se computa todo esto. Lo cierto es que, como en el fútbol, el partido ya había terminado y el resultado fue claro y contundente.

El descuido del oficialismo, y el apuro por terminar, hicieron que se apruebe en forma unánime una declaración en contra de su propio gobierno.

“Desde la Provincia de Santa Cruz sólo llegan dudas acerca de esta presencia de las fuerzas de seguridad. La población no entiende cuál es la causa de esta demostración de fuerza del Gobierno Nacional ante su movilización pacífica, y sólo ha encontrado silencio como respuesta a estas preguntas, tanto de parte de los funcionarios públicos de la Nación como de la Provincia”, dicen los fundamentos del proyecto sancionado.