El diputado nacional Miguel Bonasso es impulsor del proyecto que se encuentra trabado en el Senado y da detalles de sus expectativas sobre el tema.
- ¿Después de las elecciones el Senado aprobará la Ley de Bosques?
- Por lo menos así se comprometió, en una conferencia de prensa, el propio jefe del bloque kirchnerista de la Cámara alta, Miguel Angel Pichetto, y espero que lo cumplan.
- ¿Les cree?
- No es una cuestión de creer o no, sino que deben cumplir con el compromiso que asumieron, porque sino la reacción de varias organizaciones ecologistas va a hacer muy contundente.
- Se especula que le harían modificaciones…
- Esa es una posibilidad, ya que al realizar modificaciones el proyecto no se convertiría en ley sino que volvería a Diputados. Pero no es nada malo, sino que es una forma de buscar consenso con los representantes de las provincias que no están de acuerdo con esta norma.
- ¿Por qué no están de acuerdo?
- Hay muchos intereses socioeconómicos de grupos que presionan para continuar con la tala indiscriminada de árboles y, además, de la producción de madera, convertir los bosques en plantaciones de soja.
- ¿Piensa una ley complementaria?
- En su momento hablé con la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, sobre este tema, y la idea es crear un mecanismo compensatorio económico para las provincias afectadas en sus recursos. Aunque nadie mide el daño económico a través del efecto contra el medio ambiente.
- ¿Puede quedar rebotando la ley entre ambas Cámaras?
- Espero que no, porque si no puede haber graves conflictos sociales entre el movimiento campesino y los terratenientes que talan los árboles, cuando la gente deje de esperar una solución del Congreso.
- ¿Le hubiese gustado que la aprueben sin cambios?
- Claro que sí. Deberían aprobar la Ley de Bosques sin cambios.
- ¿Cuál es la situación actual de esta zona?
- Se están desforestando 300 mil hectáreas al año. Pero, además de ser muy grave lo que está pasando, quiero aclarar que la Ley de Bosques no es una defensa paisajista utópica ni un capricho de Greenpeace, sino que es una defensa de la flora, la fauna y la población originaria de regiones que están en serios peligros de extinción porque le modifican el habitat donde vivieron miles de años.