Quien fuera vicepresidente de Raúl Alfonsín, Víctor Martínez, fue el primero en dar un discurso. Emocionado, comenzó diciendo lo difícil que le resultaba “congregar palabras cuando nos traiciona el sentimiento, y más aún cuando debemos expresar el dolor de la república”.

“Se ha abierto el libro de un legado imperecedero”, señaló el ex vicepresidente de Alfonsín, que recordó que si bien se recuerda la tarea de Alfonsín a partir de 1983, su trayectoria “comienza mucho antes”. Recordó entonces haber compartido con él en el seno del partido político, en sus días juveniles, charlas en las que hablaban sobre el estado del país.

Recordó que “la dictadura y los gobiernos de facto habían impedido todo el accionar de la base de la democracia, que era y son los partidos políticos”.

Recordó haber conocido al ex presidente en tiempos en que él era delegado al Comité Nacional por Córdoba, y Alfonsín por Buenos Aires. Destacó la lucha a la que Alfonsín fue siempre fiel hasta sus últimos instantes.

Destacó su paso por el Parlamento, como diputado nacional en ese Congreso a los comienzos de su carrera política, y “curiosamente terminó su carrera parlamentaria como senador de la Nación”.

“En todos estos lugares, respetó siempre la división de poderes”, remarcó Martínez, destacando que también “concurrió al Senado en cumplimiento de obligaciones parlamentarias, dando más de media docena de presencias en este recinto con sus discursos dando cuenta de su labor de gobierno”.

“El pueblo pudo escuchar sus mensajes de iniciativas y realizaciones –contó-. Pudo conocer su política exterior, abriendo Argentina al mundo entero. Fue a todos los foros internacionales, llevando su palabra rectora”.

Martínez resaltó su política de solidaridad con los pueblos en desarrollo. “Habló e hizo hablar en todos los foros, de la paz, a la cual había adherido con gran firmeza y devoción”, destacó, resaltando su calidad de “pacifista por naturaleza”.

Rememoró el tratado de amistad alcanzado por el Beagle, que él emprendió y que puso fin a la posibilidad de una guerra.

Destacó iniciativas como las del Plan Alimentario Nacional, los planes de salud, la apertura de universidades; la recuperación de las autonomías de las universidades argentinas.

“Cumplió los dictados de la Constitución”, resaltó a continuación, recordando el hincapié que hacía con el Preámbulo de la misma. Remarcó que Alfonsín prometió y cumplió en investigar las consecuencias nefastas que vivió el país con el Proceso, con el fin de “llevar siquiera un pequeño alivio a las familias dañadas por ese desastre institucional y moral”.

“Fue sin duda una figura extraordinaria de la política argentina y del mundo -sostuvo Martínez-; no fue un improvisado; trazó una línea recta que llevó su vida a través del político nato y apasionado. No tenía otra pasión que la política”.

“Obtuvo el grado de estadista”, destacó Víctor Martínez, para quien “nos corresponde entonces decirle adiós al amigo, al compañero de fórmula.
Abrir una ruta señera hacia una democracia que ya no será perdida”.

“Nos corresponde decir al amigo adiós, un adiós cargado de gratitud, una gratitud profunda, que llevaremos imperecederamente en nuestros corazones y mentes”, concluyó.