Poco más de cinco meses después del traspié electoral sufrido por el kirchnerismo en las elecciones legislativas, el oficialismo y la oposición se verán las caras a partir de esta semana de un modo bien diferente a la relación mantenida durante los últimos seis años y medio. Por primera vez la oposición tendrá número suficiente para enfrentar al poderoso Frente para la Victoria y la primer batalla se vivirá el jueves en Diputados.

Allí el oficialismo tratará de retener no sólo la presidencia de la Cámara baja, sino también la primera vicepresidencia y las principales comisiones. En rigor, ese último tema es una lucha que no quiere dar ahora, sino postergarlo hasta febrero, porque “la tradición indica que no se vota todo junto”, señalan los jefes oficialistas.

Desde la otra vereda, replican que todas las tradiciones han sido alteradas por el oficialismo, razón de más para justificar las intenciones de ir a una votación este mismo jueves para definirlo todo.

Quieren, sino las presidencias, mayoría en la mayor parte de las 45 comisiones permanentes y 22 especiales que corresponden a la Cámara baja, con una proporcionalidad que se rija por el sistema D'Hont y que sea un reflejo del resultado de las últimas elecciones.

El temor de la oposición es que el oficialismo defina nuevas autoridades y una vez concretado ello el presidente del Cuerpo pida un cuarto intermedio y meta al Congreso en un freezer durante todo el verano, con lo que la oposición volvería a pasar a un letargo como el que debió sufrir desde junio a la actualidad.

Acostumbrado a ganar todas las batallas que le ha tocado enfrentar, el oficialismo en Diputados confía en lograr al menos una mayoría de 129 miembros que le alcancen para sortear esta difícil situación. En este tema está metido de lleno el propio Néstor Kirchner, que mantiene su bunker en Olivos, adonde ha invitado a no pocos diputados disidentes a los que quiere hacer retornar al redil.

Sobre ese tema habló este fin de semana Felipe Solá.