De qué manera el Gobierno buscará evitar tener que usar el poder de veto ante la cantidad de proyectos que podría impulsar la oposición en Diputados, un ámbito que hoy ya no domina el oficialismo.
Durante toda su gestión, el kirchnerismo pudo contar con mayoría en el Congreso de la Nación. Así como históricamente el peronismo dominó la Cámara alta -más aún a partir de que, con picardía, le encontraron la vuelta a eso del tercer senador implementado con la reforma constitucional y se las ingeniaron para conseguir para sí mismos la tercera banca en disputa en muchas provincias-, en Diputados el Frente para la Victoria se hizo fuerte. Primero, al heredar los diputados del duhaldismo, y más adelante con la tropa propia emergida de arrolladoras victorias logradas en 2005 y 2007.
Esa situación le permitió confiar cabalmente en la Cámara de Diputados, por donde el gobierno hizo ingresar los proyectos más caros a sus intereses. En ese Cuerpo se habilitaban a veces las modificaciones necesarias para lograr el voto de aliados que le permitieran al oficialismo victorias más o menos holgadas. Así las cosas, en esa cámara mantuvo un invicto de seis años. No así en el Senado, donde naufragó el 17 de julio de 2008 la 125, voto “no positivo” mediante.
La historia concluyó el último jueves, donde el kirchnerismo perdió por primera vez una votación en la Cámara de Diputados, donde el mapa es a partir de ahora mucho más difuso y la oposición supera, si se junta como la última semana, al oficialismo.
Por eso es clave hoy para el gobierno nacional la Cámara de Senadores. Si ya está probado que Diputados será el teatro de operaciones de una oposición que a partir de marzo cargará con fuerza contra el kirchnerismo, el Senado será el ámbito donde el oficialismo podrá “corregir” las normas que sus adversarios impulsen. Por eso conviene tener en cuenta los números con los que allí el kirchnerismo cuenta.
Con 72 senadores en total, se necesitan 37 para tener mayoría. Recordemos que la derrota por las retenciones sobrevino tras el empate en 36 que obligó a la intervención de Julio Cobos. Hoy el Frente para la Victoria cuenta con 30 miembros y dos aliados incondicionales: el fueguino Mario Colazo y la santiagueña Ada Iturrez de Cappellini.
Tiene además dos aliados que en los últimos meses se han convertido en permanentes, los dos senadores del ARI fueguino, quienes en función de las necesidades financieras de la gobernadora Fabiana Ríos seguirán seguramente votando en consonancia con el Ejecutivo.
Ahí concluyen las certezas para el kirchnerismo: 34 votos -casi- seguros, que obligan a una paciente labor negociadora para tratar de evitarle al Ejecutivo tener que echar mano a la alternativa del “veto”.
Del otro lado tenemos a un bloque radical de 16 senadores propios y al Peronismo Federal que suma 9. A este bloque claramente opositor habrá que sumar a los dos integrantes del Frente Nuevo (Luis Juez y Norma Morandini) y los bloques unipersonales del socialista Rubén Giustiniani, María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica), Samuel Cabanchik (Proyecto Buenos Aires Federal), el renovador salteño Juan Agustín Pérez Alsina, y la ex oficialista María José Bongiorno. Total: 32.
En este marco, hay seis senadores que serán claves en las futuras discusiones y sobre ellos va a operar permanentemente el kirchnerismo para lograr la diferencia a favor. El más afín resulta ser Horacio Lores, del Movimiento Popular Neuquino, quien en general ha votado a favor del oficialismo, en función de la alianza del gobierno de su provincia con el Ejecutivo nacional. Aunque no siempre lo ha hecho: cuando las retenciones móviles, votó en contra.
El peronismo de Chubut se dividió en ambas cámaras, donde están los que se mantienen fieles al Frente para la Victoria y quienes apoyan enfáticamente las aspiraciones del gobernador Mario Das Neves. En el Senado, Marcelo Guinle se mantiene con los pies dentro del bloque oficialista, en tanto que la nueva senadora Graciela Di Perna adscribe al “dasnevismo”, y así sus posturas estarían más cercanas a las de la oposición que a las del kirchnerismo.
El de los correntinos es un caso especial. Los tres senadores electos el 28 de junio son deberián confluir en el bloque radical, pero provienen de sectores enfrentados. Dos senadores ingresaron por la lista del gobernador Arturo Colombi, quien perdió en segunda vuelta, y el tercero es Nito Artaza, que fue por la lista de Ricardo Colombi, a la postre quien se quedó con la gobernación.
Artaza está alineado abiertamente con el Comité Nacional de la UCR, aunque a partir del supuesto realineamiento de Ricardo Colombi con el kirchnerismo, tuvo expresiones de comprensión con respecto al gobernador electo. Con respecto a los otros dos, Josefina Meabe proviene del liberalismo. De esos tres votos correntinos, el kirchnerismo buscaría asegurarse uno o dos votos, y eso dependerá de la manera como Colombi termine jugando en su relación con el gobierno nacional.
Pero como esa alternativa no es segura, terminarán jugando un rol clave los dos senadores del PJ pampeano, que armaron un bloque propio, separado del del FpV, pero también del Peronismo Federal. En Olivos interpretan esa postura encarnada por el ex gobernador Carlos Verna y María de los Angeles Higonet como una estrategia del gobierno provincial para lograr beneficios para la administración pampeana.
Si terminan contando con los dos pampeanos y el senador del MPN, el kirchnerismo se aseguraría los 37 votos necesarios para aprobar o rechazar cualquier proyecto. Si logran tal objetivo, la “amenaza” de Diputados estará conjurada, al menos en lo que a las normas contrarias a los intereses oficiales que provengan de la oposición.
Si sólo consiguen dos de esos votos, la participación del vicepresidente para desempatar podría terminar haciéndose costumbre.
