Por César Montenegro

Enfático, el presidente del bloque Buenos Aires para Todos de la Legislatura porteña, Fabio Basteiro, deja clara de entrada la postura de su sector frente a los gobiernos nacional y porteño.

Entrevistado por Parlamentario, sostuvo además su deseo de cimentar el futuro y el que se construye “con ideas, coherencia y fundamentalmente con sinceridad y voluntad política”. Se mostró crítico en cuanto a las posturas de los espacios legislativos que comulgan con el Gobierno K, aunque también envió un claro mensaje hacia el interior de su fuerza política, reclamando la amplitud necesaria para “amalgamar, unificar y generar un ámbito permanente de debate”.

– ¿Cuál es el rol institucional que juega la Legislatura?

– Considero que a partir de comienzos de 2012 hubo una decisión política del jefe de Gobierno, asesorado por (Jaime) Durán Barba, para tratar que la Legislatura literalmente se plante; no hay temas que tengan resonancia pública muy importante. Temas que están pendientes en la agenda política de la vida cotidiana de los ciudadanos tampoco son de tratamiento continuo. Por otro lado, está el lanzamiento de la candidatura presidencial de (Mauricio) Macri, y esos factores construyeron un escenario en el que la Legislatura pasó a un segundo plano.

– Sin embargo no hubo parálisis en el Parlamento.

– Aun así hay una dinámica propia de la ciudad que lleva a instalar temas antes del tiempo del que estaban previstos: la basura, subtes, inundaciones, son cuestiones que, independientemente de la voluntad política de la oposición o del oficialismo, se incorporan a la agenda de discusión. En la Legislatura deberemos hacer una profunda autocrítica en relación al trabajo sostenido, porque hay momentos en los que las comisiones no funcionan como correspondería y en otros se trabaja en forma acelerada. Esto no ayuda a la calidad institucional que se necesita para abordar temas tan delicados como los mencionados.

– ¿La división del arco opositor tampoco ayuda a fijar una agenda común?

– Somos once bloques en la Legislatura y creo que la balcanización y fragmentación de la oposición no ayuda a tratar de articular posiciones unificadas con respecto a temas que tendrían que ser mucho más claros y mucho más públicos, por ejemplo el tema subtes.

– Es un fenómeno casi reiterativo esa división de los sectores progresistas…

– No soy adepto a asignar posiciones ideológicas o conformar un arco ideológico, porque eso cambia de manera permanente. Sí hay un problema, que es la falta de articulación de una agenda común de los sectores opositores en relación a temas que son muy puntuales y que requieren de una definición. Hay otro elemento, la ciudad de Buenos Aires tiene la importancia de ser un territorio de 200 kilómetros cuadrados y en el mismo se nuclean las sedes de las multinacionales más importantes, las sedes de las centrales bancarias, el poder político, el poder sindical, todo ello reside en esta ciudad, además del Poder Ejecutivo Nacional. Esto trae aparejado que muchas veces los bloques responden a cuestiones que no tienen mucho que ver con lo que debería hacer esencialmente la Legislatura, sino a decisiones del Gobierno nacional que a mi entender no le hacen nada bien a la ciudad.

– ¿Hay espacios políticos que subordinan los intereses de la ciudad a cuestiones de orden nacional?

– No digo que no defiendan los intereses de los ciudadanos porteños, pero sí muchas veces tienen que estar incorporados orgánicamente a decisiones del Poder Ejecutivo Nacional y se cruzan los intereses, por ejemplo en el tema subtes. Al respecto tendríamos que tener una actitud madura, de sostener políticas que lo resuelvan. No es posible que los ciudadanos de Buenos Aires y también los trabajadores del conurbano bonaerense no sepan si los subtes son de la ciudad o de la Nación. Pero lo extraño es que ninguna de las jurisdicciones discute la concesión a Benito Roggio. Acá hay tres poderes, que son la ciudad de Buenos Aires, Benito Roggio y la Nación, que están discutiendo sobre los subterráneos, mientras los trabajadores y usuarios todavía no sabemos cuál será el destino, el nivel de incorporación tecnológica, de qué manera se ampliarán las formaciones. Es decir, situaciones cotidianas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos.

– ¿Ello obedece a la mala relación Ciudad-Nación?

– Creo que en ese aspecto se requiere de algún grado de madurez y dejar de usar a la ciudad de Bueno Aires para llevar a cabo una pulseada política. El Gobierno de Macri debe dejar de lado -por ahora- la candidatura presidencial y el nacional tratar de establecer una relación que pueda planificar en el tiempo una agenda en común entre el Gobierno porteño y el nacional. Esto sería lo óptimo, lo obvio. Al respecto, los legisladores tenemos algunas debilidades o deficiencias, porque creo que deberíamos construir una agenda que pueda poner en marcha y ser elemento correctivo de lo que no hacen bien los ejecutivos. Si una Legislatura no sirve para ser un elemento correctivo, pasa a un segundo plano y termina en discusiones autorreferenciales que poco tienen que ver con las realidades de la gente.

– La Legislatura está ausente en la discusión en el tema de la basura.

– El de la basura es un tema difícil y complicado; debemos tomarlo como una política de Estado. No es un problema que vaya a solucionarse en éste o el próximo año. A nivel mundial se está discutiendo con niveles de inteligencia, desarrollo y transparencia, permitiendo que desde diferentes visiones se trate el tema de fondo. La basura es un negocio muy importante y hay muchos que se llenan de dinero, pero a la vez es un problema ambiental y ecológico, hay que planificar territorialmente y es fundamental que ello no sea una carga para algunos habitantes y para otros simplemente un servicio.

– ¿Qué opinión tiene sobre la gestión de Macri?

– Creo que es una gestión mediocre; el caballito de batalla de Macri fue justamente la capacidad de gestionar de un empresario que no estaba en la política y creo que en ese aspecto no alcanzó grandes logros; pero tengo que reconocer que podemos haber pecado de soberbia o de adjetivar fácilmente la gestión, además de subestimar mucho los niveles de inteligencia que pueda haber en el ámbito de Mauricio Macri. A mi entender, tiene una gestión mediocre, una administración basada en una lógica de derecha, en una concepción de la cual nos encontramos lejos, pero muchas veces sabe utilizar las críticas de la oposición para victimizarse aún más y a partir de ello armar el mensaje de que no lo dejan construir, no lo dejan programar y tampoco administrar, producto de la intolerancia de determinados sectores. En ese aspecto hay que hacer una autocrítica: muchas veces subestimamos el rol que ha jugado el Pro en la ciudad, porque ningún gobierno saca más del 60 por ciento por el simple hecho de haber una carita o un discurso armado; seguramente hay otros factores que construyen un escenario donde no se pudo construir una oposición alternativa y superadora.

– A nivel nacional, ¿qué opinión tiene de la gestión de Cristina Fernández?

– El Gobierno nacional tuvo muchas medidas positivas en el plano de los derechos humanos y en el plano regional, que nosotros sostenemos y apoyamos; otras que incluso son parte de nuestra historia como instrumento electoral, como lo es la Central de Trabajadores de la Argentina, con la que introdujimos reivindicaciones dentro de la agenda como es la asignación universal por hijo, o la vuelta de las jubilaciones a manos del Estado, cuestiones que tienen que ver con la recuperación de los hidrocarburos o de Aerolíneas Argentinas. Pero eso no nos impide decir que ese no es el modelo de acumulación que nosotros queremos. No puede ser que un modelo de acumulación que se dice nacional y popular, tenga que soportar que el 34 por ciento de los trabajadores esté precarizado y casi el 11 por ciento desocupado; estamos hablando de que hay un 45 por ciento que son trabajadores no formales o desocupados; y un modelo de acumulación nacional y popular no puede estar sostenido por esa variable. No puede ser que los jubilados cobren lo que cobran, cuando de la plata de la ANSeS se dispone para otras necesidades del Gobierno central, mientras hay fallos de la Justicia que disponen el pago del 82 por ciento, y no se cumple. Nosotros no nos definimos como “anti”, pero lo que decimos es por qué tipo de sociedad vamos, qué tipo de planteo queremos construir, haciéndonos cargo de nuestras debilidades, pero también potenciando nuestra fortaleza.

– ¿Cómo se definiría ante el kirchnerismo?

– Yo no soy kirchnerista y tampoco me defino como antimacrista o antikirchenerista, porque justamente nuestras definiciones políticas nada tienen que ver con lo “anti”. Nosotros tenemos una clara concepción, no creemos que el capitalismo sea el sistema por el cual tenga que transitar en el futuro la humanidad, pero también entendemos que ello depende de nuestra capacidad para amalgamar, unificar y generar un ámbito permanente de debate que nos permita construir una posición amplia en cuanto a la convocatoria pero también muy profunda en cuanto a las definiciones. Nosotros no construimos el “anti”, queremos cimentar el futuro y el futuro se construye con ideas, siendo coherentes y fundamentalmente con sinceridad y voluntad política.