“No hay que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso también un poquito”. Mucho revuelo causó la frase de Cristina Kirchner durante un acto en Casa Rosada este jueves. Y sorprendió aún más que la Presidente si estuviera dirigiendo a dirigentes de sus propias filas.

“Por lo menos los funcionarios que dependen de mi nombramiento, o sea los que son responsabilidad mía”, precisó la mandataria, que según voces oficialistas se refirió al escándalo desatado por sobreprecios para la recuperación del Riachuelo que involucra al juez federal Luis Armella y a la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) que depende del Poder Ejecutivo.

Pero la oposición lo tomó como algo mucho más grande. Para el referente del radicalismo Ricardo Alfonsín se trató de una “apelación al miedo asociada a los momentos más oscuros de la historia política argentina”.

El diputado consideró que las palabras presidencial merecen “el repudio de toda la sociedad”, ya que, “como ocurre con otros hechos del pasado reciente, (la Presidente) no recuerda que el 30 de octubre de 1983 los argentinos dejamos atrás el miedo”.

Otro de los que se manifestó en duros términos hacia la jefa de Estado fue Francisco de Narváez, que sostuvo que Cristina Fernández no le “da miedo”, sino “vergüenza”, porque “comienza casi a compararse con Dios”.

“Estamos en una condición angustiante para la gente. Esta forma de gobierno nos está llevando a una forma de vida que dista mucho de resolver los problemas que tenemos y de la forma en la cual los argentinos queremos convivir: no confrontando todos los días unos con otros sino resolviendo los verdaderos problemas que se tienen”, lanzó el bonaerense.

“En una democracia, ¿a que se le tiene que tener miedo?, se preguntó por su parte Patricia Bullrich Bullrich, para precisar luego: “Queremos decirle a la Presidenta que a pesar de sus acciones y amenazas, no le tenemos miedo. El miedo no es precisamente una condición característica de los regímenes democráticos y si típica de los regímenes autoritarios. Sus declaraciones están en línea con la lógica de extorsión que practica el gobierno kirchnerista”.

La diputada agregó que “una de las principales características del kirchnerismo, es la búsqueda de enemigos a quien destruir”, y agregó que “ahora le tocó turno al gobernador de su propia provincia, Santa Cruz. El Gobierno nacional avanza por un lado con el ahogo financiero y políticamente integrantes de La Cámpora, avalados por la presidenta, trabajan para desestabilizarlo, a pesar de que Daniel Peralta es dirigente de su propio partido”.

“Practican la extorsión para generar miedo, lo han hecho con los porteños, al querer obligarlos a hacerse cargo de los subtes, a Saldaña por decir que se vendían pocos inmuebles a Paolo Rocca por criticar la competitividad de la economía, amenazándolo con querer fundirlo, a la provincia de Buenos Aires, a Córdoba y a tantos ciudadanos”, agregó la diputada.

También reaccionó el presidente del bloque Frente Peronista, Enrique Thomas, quien consideró que “la ficción kirchnerista ha trastocado a la propia presidenta, al punto que pretende equipararse a Dios”. Como se recordará, la mandataria había afirmado que “sólo hay que tenerle temor a Dios, y a mí también un poquito”.

“Mientras Cristina vive en un mundo de fantasía ideado por quienes la rodean y juega a ser todopoderosa, los problemas de la Argentina siguen sin resolverse y se agravan día a día”, enfatizó Thomas.

También añadió que “la gente teme por la inseguridad o por no llegar a fin de mes; reclama que se atiendan sus necesidades y se adopten medidas asumiendo la realidad que, sistemáticamente, el Gobierno disfraza”.

El diputado nacional del FAP, Roy Cortina calificó de “desafortunados” los dichos, puntualizando que “el Gobierno Nacional no nos da miedo, nos da vergüenza porque, tras casi una década de crecimiento económico, no ha logrado revertir la situación de vulnerabilidad social en la que viven millones de jóvenes y adultos mayores en la Argentina”.

Y agregó: “Con los mensajes atemorizantes y el dibujo estadístico no van a solucionar los problemas estructurales de nuestro país. Hace falta diálogo y capacidad de consenso. No crispación y altanería”.