Recibí la emocionante noticia del Habemus Papam seguido del nombre de Jorge Mario Pedro Bergoglio mientras hacía uso de la palabra en el Senado de la Nación en relación al tema del día: el Referéndum en las Islas Malvinas. Cuando mis colaboradores me confirmaron la información no pude contener las lágrimas recordando en segundos toda la vida de lucha, de trabajo, de sacrificio llevada a cabo por quien ayer fue elegido Santo Padre.

Está claro que es un momento y un hecho histórico y estoy convencida que, como lo demuestra su larga trayectoria como fiel representante de su congregación, la Compañía de Jesús, seguramente desarrollará su labor en el marco del lema Ad maiorem Dei Gloriam (“A la mayor gloria de Dios”).

Desde sus primeras palabras ayer nuestro querido Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, dio testimonio de ser principio y fundamento visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles.

La austeridad y ecuanimidad y su lucha permanente por los más necesitados ha caracterizado su labor pastoral. Y en ese sentido él ha manifestado que los derechos humanos se violan también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades.

Siempre ha enviado un mensaje alentador pregonando que no se puede bajar los brazos llevados por la desesperanza.

Por todo lo expresado y por mucho más tengo la plena convicción que Francisco, el Papa argentino, el Papa de los 1.200 millones de fieles de todo el mundo, ejercerá la jefatura de la comunidad católica bajo la premisa que ha orientado su vida: que el verdadero poder es el servicio -por los otros y para los otros-.

No caen dudas que la Barca de Pedro tiene un gran Timonel

Liliana Negre de Alonso – Senadora Nacional (P.J. San Luis) y Presidenta Honoraria de Acción Mundial de Parlamentarios y Gobernantes por la Vida.