Pocas dudas caben de que las catastróficas inundaciones de estos días, con su tremenda secuela de vidas y bienes perdidos, tuvieron un componente importante en las precipitaciones cada vez más intensas en el área metropolitana, seguramente producto de los cambios climáticos que a nivel mundial viene produciéndose.

Esa es una cosa, justo contemplarla. Pero ésta es una situación anunciada de hace años, con avisos previos más que evidentes y suficientes. ¿Qué hicieron los gobernantes en los últimos años, para aunque sea mitigarla, para amenguar sus consecuencias? ¿Qué medidas tomaron Cristina Kirchner, que con su esposo ya completaron diez años de gobierno, Mauricio Macri que lleva cinco y Daniel Scioli que lleva otros tantos, para evitar que el clima conlleve semejantes dramas?

La población de la ciudad de La Plata creció en la última década casi un 20 por ciento, cien mil personas, con la consiguientes extensión del cemento que impermeabiliza el suelo, y los desagües pluviales casi son los mismos. En la Ciudad de Buenos Aires, la Auditoría porteña advirtió hace tres años que estaban frenadas tres de las cuatro obras para prevención de las inundaciones. El gobierno nacional, a su vez, se precia de haber “ganado la década”: muestra records de recaudación impositiva, y -por mezquinos intereses y conflictos políticos- restringe recursos indispensables para el conjunto de la región, Conurbano y Ciudad de Buenos Aires, donde viven nada menos que 13.000.000 millones de argentinos y argentinas.

Cristina se pelea con Macri y con Scioli, estos dos gobernantes confrontan con ella y, encima, cada tanto se tiran también un dardo entre ellos, en lugar de ayudarse. ¿Y la gente de carne y hueso que vivimos en los territorios que ellos gobiernan? Somos rehenes de su mezquindad política y de su insensibilidad social, de la imprevisión, la ineficiencia y la corrupción y pagamos las consecuencias por ello.

Se llenan la boca, Cristina, Scioli y Macri, hablando de la gente y de su supuesta preocupación por resolverle los problemas. Todas mentiras y demagogia. A la hora de la verdad, los muertos, las pérdidas y el sufrimiento, las pone la sociedad. Una tremenda vergüenza.

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