Por José Angel Di Mauro. La estrategia del vicepresidente apunta ahora a despegarse de Núñez Carmona y lijar al juez Lijo vinculándolo con figuras a las que busca involucrar en la causa, para forzar su recusación.
El parate que sobrevendría en la política local con el inicio del Mundial se dio solo en algunos ámbitos, mas no donde más esperaba el gobierno. Previsiblemente el Congreso seguirá esta semana trabajando a media máquina, pues a contramano de lo que se había barajado en un principio, ambas cámaras entraron en un virtual receso, más allá de que algunas comisiones sigan funcionando. El viaje de una comitiva interpartidaria de legisladores del oficialismo y la oposición a Washington, para apoyar la postura argentina en el litigio con los fondos buitre, fue la excusa por la cual el receso mundialista incluyó a ambas cámaras esta semana, y la próxima está previsto el viaje de diputados a Vaca Muerta, justificando en este caso otra semana de parate en la Cámara baja.
Habrá que consignar también que más de un legislador que no confiaba en la promesa de ignorar el Mundial, fue previsor y se reservó unos días en Brasil, donde ya se encuentran alentando a nuestra selección.
Pero el impasse no se extendió a Tribunales, como hubiera deseado el gobierno. Muy por el contrario, a pedido del propio vicepresidente Amado Boudou, su convocatoria para ser indagado dos días después de la finalización de la Copa se adelantó drásticamente, reprogramándose todas las citaciones, poniendo anticipadamente el tema en las primeras planas.
La semana arrancó con el vicepresidente presentándose con un equipo del Senado TV para grabar la indagatoria, cosa que el juez Lijo rechazó, y al cabo de la jornada que pasó adentro de los Tribunales, Boudou dejó clara la dirección de su estrategia: apuntar a la ruta del dinero, exigiéndole al magistrado que investigue la línea relacionada con la adquisición de la exCiccone. Al día siguiente, tras conceder nuevos reportajes a medios afines, el vicepresidente sorprendió por la noche, apareciendo en vivo en la pantalla de TN, entrevistado en dependencias del Senado nacional. Allí ya no pudo mostrarse tan expeditivo como en anteriores notas y no hubo quien no considerara que la hora que pasó al aire fue un verdadero traspié para su estrategia.
Boudou pareció atribuir a una cadena de casualidades la serie de elementos que lo vinculan a la causa, una y otra vez trató con escaso éxito de desviar la atención hacia “la ruta del dinero”, y terminó prometiendo que próximamente cargará contra el abogado de los Ciccone, en el marco de la ampliación de su declaración, en la que avanzará supuestamente hacia el “costado político” de la causa.
A Boudou le corresponde pedir esa ampliación, y al cierre de esta edición no lo había hecho. Ha trascendido sí que no fue idea suya salir de la protección de los medios amigos y concederle una nota a TN. “La decisión vino desde más arriba”, deslizó una fuente consultada. Teniendo en cuenta el rango de Boudou, no hay mucho que pensar respecto de quien lo sugirió. O más bien, lo ordenó.
Dejó claro también AB en el reportaje de “Palabras más, palabras menos” que piensa despegarse de su amigo y socio José María Núñez Carmona. “Le reprocho que me tendría que haber dicho que me podían perjudicar”, se quejó el titular del Senado, que al día siguiente daba otra señal más que notoria de su toma de distancia al renunciar su abogado Diego Pirota a seguir como defensor de Núñez Carmona.
Lo cierto es que el amigo/socio de Boudou faltó a la convocatoria judicial a declarar y el juez Lijo ya anticipó que si no se presenta el próximo jueves, ordenará traerlo por la fuerza pública. Sería un escándalo, pero su ausencia muestra que Núñez Carmona no se siente a gusto con el cambio de estrategia de su amigo. No debería extrañar que no esté dispuesto a convertirse en el pato de la boda.
Boudou mandó también señales hacia adentro del gobierno cuando habló de “los machos del off the record”. El vicepresidente está convencido de que si bien es la oposición la que reclama su desplazamiento, en el seno del oficialismo están sus enemigos más serios. Aquellos que aportan datos con el objeto de comprometerlo. En su declaración, apuntó hacia el gobernador Daniel Scioli, posiblemente reservado para esa ampliación de declaración en la que hablaría de las “cuestiones políticas” que se guardó en la primera indagatoria. AB querría demostrar que con el caso Ciccone lo que se pretendió fue eliminar su nombre de la carrera presidencial para la que había sido anotado nada menos que por la propia Presidenta cuando lo escogió como compañero de fórmula.
Lo cierto es que el caso no se circunscribe a lo que el vicepresidente pueda decir ante el juez o los medios. Como imputado, tiene permitido incluso mentir. Las idas y vueltas en sus dichos volvieron a quedar expuestas esta semana cuando admitió haber visto a Guillermo Renwick, yerno de Nicolás Ciccone, al que había dicho no conocer. Sucede que Renwick había advertido en una entrevista periodística que sí había estado con Boudou y que tenía un testigo del encuentro, cuya identidad se reservaba.
A Boudou no le quedó otra salida que desdecirse y adelantarse a contar que se había encontrado una vez en un restaurante con su amigo Núñez Carmona, el empresario Claudio Belocopitt -el testigo en cuestión- y el tal Renwick, al que esa vez dice haber conocido solo como “Willy”.
El problema no es lo que él diga, sino lo que expresen otros testigos e imputados. El funcionario de la AFIP que declaró el jueves pasado, detallando actividades de Núñez Carmona arrogándose la representación del Ministerio de Economía que conducía su amigo Amado, dejó al vicepresidente en una muy mala posición.
No le queda otra a Boudou que tratar de correr también a este juez de la causa. Al reclamar el seguimiento de la ruta del dinero, le apunta a Raúl Moneta -impedido de declarar por su estado de salud- y al banquero Jorge Brito, al que vinculará con Ariel Lijo para exigir su recusación. Y lo que buscaría con el involucramiento del abogado de los Ciccone, Marcelo Ruiz -del que mostró fotos ante Tenenbaum y Zlotogwiazda-, es también vincularlo con el magistrado.
Las claves del caso volverán a estar en manos de la Sala I de la Cámara Federal, que integran Eduardo Freiler, Eduardo Farah y Jorge Luis Ballestero, que ya en 2012 apartó al juez Daniel Rafecas de la causa. Pero antes de que eso suceda, Lijo ya habría dispuesto el procesamiento del vicepresidente. Tiene para hacerlo diez días hábiles a partir de su indagatoria, y lo estaría disponiendo entonces, a más tardar, dos días antes del partido de Argentina con Nigeria. Y el caso, más allá del fútbol, seguirá estando en los titulares y aperturas de todos los noticieros.
