La Cámara de Diputados de Santa Cruz fue epicentro de un nuevo capítulo del conflicto entre los sindicatos y el gobierno de Alicia Kirchner.

En el marco de los cuatro días de paro que decretaron los docentes, la policía tuvo que sacar con matafuegos a un numeroso grupo de gremialistas que querían ingresar al edificio legislativo para estar presentes en una importante sesión.

Son miembros de la denominada Mesa de Unidad Sindical, que nuclea a los principales gremios estatales y que desde hace meses lleva adelante una serie de protestas contra la administración de la exministra de Desarrollo Social en reclamo de mejores salarios. Y es justamente el tema de los sueldos el que tiene directa relación con los incidentes ocurridos esta mañana.

Precisamente este jueves, el Ejecutivo provincial busca que se apruebe un nuevo endeudamiento por más de 10 mil millones de pesos para hacerle frente a gastos como los salarios. Ante la importancia del debate, los sindicalistas quisieron ingresar al edificio. Sin embargo, la policía provincial lo impidió.

Provistos de matafuegos, los efectivos enfrentaron a los trabajadores en la entrada de la Legislatura provincial y los sacaron tras descargar el contenido sobre los manifestantes. Patadas, empujones, trompadas y mucha tensión fueron el telón de fondo de esta nueva jornada de protesta en la provincia patagónica.

La Cámara de Diputados santacruceña, además, intentará debatir un proyecto que implica una fuerte suba de tarifas en los servicios de la provincia, todas iniciativas pedidas por la gobernadora Kirchner.

Parte de los gremialistas que intentaron ingresar son los docentes de ATE, quienes llevan adelante desde el lunes una huelga de 96 horas. Los trabajadores mantienen protestas por el fracaso de las paritarias, al considerar insuficiente la propuesta de Alicia Kirchner.

La última propuesta de la provincia fue de un 10 por ciento de aumento en el básico y la modificación del puntaje docente. El gremio estimó que la oferta implica un 15 por ciento de incremento total, lo que calificaron de “irrisorio e insignificante”.