Es dolorosa la situación de aquellos familiares que se encuentran a miles de kilómetros de sus seres queridos que están en una instancia terminal y, además de tener que emprender viajes que duran días enteros, tengan que lidiar con la burocracia y la falta de empatía.

Solange Musse tenía 35 años y un cáncer terminal. Estaba junto a su mamá en Córdoba por el tratamiento que realizaba. Su papá Pablo solicitó todos los permisos para viajar desde Neuquén, se realizó un test y emprendió viaje. Y en Córdoba no lo dejaron entrar. No le permitieron darle un último abrazo a su hija que, días después, falleció.

Hoy Victoria, quien vive en Tierra del Fuego, está solicitando por onceava vez que la dejen entrar a San Luis para despedirse de su papá que está en una instancia terminal de un cáncer.

Por eso, presenté un proyecto en el que los diputados solicitamos al Poder Ejecutivo la creación de un protocolo sanitario y humanitario para autorizar a aquellos familiares consanguíneos y cónyuges de pacientes terminales el poder tener una despedida digna de sus seres queridos. Asimismo, se pide a los gobernadores autorizar el ingreso a sus provincias por cuestiones de salud familiar.

Que no se repita la historia.