Tras una seguidilla de derrotas electorales, Javier Milei decidió ponerse al frente de la conducción política del Gobierno, pero sin renovar nombres ni estrategias. Mientras la economía se desploma y la corrupción gana protagonismo, el presidente redobla su apuesta con los mismos aliados y un rumbo que la sociedad empieza a cuestionar con fuerza.
Ni bien asumió dejó en claro a quien lo quisiera oír que se dedicaría a la gestión económica porque la política lo aburría y que esa tarea tediosa se la dejaba a su staff político, pero ahora, tras perder nada menos que 8 de 10 elecciones este año, se puso a la cabeza del Gobierno y decidió liderar una Mesa Nacional con los mismos de siempre, las mismas caras.
Se trata nada menos que del presidente Javier Milei, fundador y líder de La Libertad Avanza, quien aplicó durante un año y medio el ajuste económico más brutal que haya existido, al que la población de la provincia de Buenos Aires le puso un freno el domingo, por casi 14 puntos de ventaja.
El año pasado, la ciudadanía bancó el ajuste con la filosa motosierra
en reparticiones y empleados del Estado, con el virtual congelamiento de los salarios, e incremento de todos los servicios públicos, transporte y prepagas. Y también el cierre de miles de empresas PyMEs, pero el plan tuvo su “talón de Aquiles”, porque no contempló la creación de trabajo y estímulo a la producción.
La obsesión de Milei por ganar las elecciones de este año contó con el valor inigualable de una paulatina baja de la inflación -no a los niveles planteados-, pero en abril se quedó sin flujo de dólares y debió recurrir a la caja del Fondo Monetario Internacional. Al parecer fue insuficiente y ahora, día a día, enfrenta amenazas de posible devaluación.
Esa fijación de metas de inflación y dólar reprimidos paralizó la economía y el principal territorio que lo siente y que viene en caída libre es la provincia de Buenos Aires, situación que el domingo influyó para que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof (PJ), le propinara una paliza electoral a Milei.
“Es la economía, estúpido”, fue una frase utilizada recurrentemente en Estados Unidos durante la campaña electoral de la victoria del demócrata Bill Clinton en 1992 contra el republicano George H. W. Bush padre, y ente caso se puede decir lo mismo.
La economía en Argentina se desploma y el comercio, la industria y casi todas las actividades productivas se resquebran y hay cierres y despidos de trabajadores.
Lo sorprendente es que la parálisis económica provocada por la salvaje y a veces cruel motosierra es cada vez más marcada, pero post elección el Gobierno dice que no atenderá siquiera los reclamos de las áreas de educación, salud y jubilados.
Por eso, por la economía en baja alarmante, fue el tremendo cachetazo que recibió Milei en la provincia de Buenos Aires -47,28 a 33,71%- cuando hace tres meses galopaba cómodamente en la punta.
A ello se le sumaron las idas y vueltas con la alianza con el Pro, al que Karina Milei, la jefa partidaria, le aplicó el látigo violeta para armar las listas a los sumisos dirigentes amarillos Cristian Ritondo y Diego Santilii, quienes no opusieron reparos a la prepotencia libertaria.
Asimismo, perjudicó la encarnizada pelea entre Karina Milei y Santiago Caputo y sus influencers de Las Fuerzas del Cielo, quienes también sufrieron el látigo de la jefa partidaria y quedaron pedaleando en el aire y fuera del circuito electoral.
Esta pelea desencadenó en denuncias contra Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, en el Banco Nación, y contra Santiago Caputo, por el ingreso de valijas sin control de la aduana en Aeroparque.
Pero el plato fuerte lo comprende la denominada causa del fentanilo contaminado, con casi un centenar de muertos, que tiene bajo la lupa la actuación de la ANMAT y del Ministerio de Salud.
Y la causa de mayor repercusión, también con final abierto, es la revelación del ahora extitular de la ANDIS, Diego Spagnuolo, sobre la existencia de una presunta cadena de coimas que implicaría a Karina Milei y los primos Martín y Lule Menem.
Esos episodios, uno tras otro en los últimos dos meses, pusieron a la corrupción como la mayor preocupación de la sociedad argentina.
La saga de terror la completa la sucesión de rechazos del Parlamento a vetos del jefe de Estado en temas de gravitancia como la necesidad de ayuda estatal en el área de discapacitados y jubilados, a los médicos del Garrahan y con los ATN a las provincias, entre algunos temas.
Y la sorpresa mayor fue que el presidente Milei dijera que no corregirá un ápice su política económica y que confirmara a sus colaboradores, contrariando el pensamiento de su venerado Carlos Salvador Bilardo, quien decía que “equipo que gana no se toca, pero si pierde sí”.