En un mensaje grabado y difundido por cadena nacional —filtrado previamente a medios afines— el presidente adoptó un tono firme y moderado para reafirmar su liderazgo tras el resultado electoral adverso.
El presidente emitió un mensaje leído por cadena nacional grabado, que fue filtrado previamente a los medios de comunicación más cercanos.
Se lo vio en su rol de líder: serio, circunspecto, firme y sin exabruptos.
De alguna manera, el resultado electoral logró que diera un mensaje explícito a cada sector que lo puso en jaque. Siendo muy puntual, al aclarar que su prioridad y la de su gobierno es el capital humano.
Le habló particularmente a las universidades públicas, jubilados, salud, discapacidad, educación, empresas, e incluso a su público meta que se había alejado al menos temporalmente: los jóvenes, cuando dijo que íbamos a inundar al mundo, exportando talento.
También tuvo un mensaje para sus adversarios, estimulando la polarización, cuando claramente enfrentó dos modelos: uno que nadie vivo pudo presenciar, y es el del equilibrio y superávit fiscal versus el del déficit fiscal, donde resaltó particularmente los últimos 15 años con un claro mensaje al kirchnerismo.
Este punto fue varias veces destacado como innegociable por el presidente, que sólo tocó de forma muy sutil a la casta, diciendo que desde que asumieron los sueldos del poder ejecutivo están congelados. No hubo referencia alguna a las acusaciones de corrupción.
Dejó una promesa: por este camino en 30 años, seremos potencia mundial. Se despidió sin excesos y evitando su característico, viva la libertad, carajo.
Daniela Aruj es estratega en imagen pública